GWYNETH PALTROW la recomendó como regalo y la aldea gallega que promocionó ya se ha vendido. ¿Quiénes son los compradores? ¿Cómo es la gente que se gasta el dinero en estas propiedades? ¿Cuánto cuestan?
12 ene 2019 . Actualizado a las 08:28 h.Gwyneth Paltrow lo dijo alto y claro: uno de los mejores regalos de Navidad podía ser hacerse con una aldea gallega, un lujo al alcance de unos pocos afortunados. Ahora, un matrimonio holandés acaba de comprar esa propiedad, que se encuentra en la comarca lucense de Meira, en el municipio de Riotorto, a medio camino de Mondoñedo y Os Ancares, y como indica el propio anuncio, «no lejos de la costa de Lugo» porque A Mariña está relativamente próxima. Se trata de una pareja que ronda los 60 años, que ha reservado la propiedad por la que pagará 150.000 euros, según informa la responsable del portal Aldeasabandonadas.com, para adquirir este pueblo abandonado que la actriz definió como «un regalo tan excéntrico como original».
¿Pero cuánto puede costar una aldea? ¿Cuál es el precio de una paraíso a veces en ruinas? Desde Galician Country Homes, una de las empresas dedicadas a la intermediación inmobiliaria, que pusieron en marcha en el año 2005 Rosy Costoya y su marido, Mark Adkinson, apuntan que lo importante antes de poner un cantidad sobre la mesa es definir bien qué se entiende por el concepto aldea.
«Hay portales que hablan de vender pueblos cuando en realidad lo que ofrecen no es eso, sino una única casa con unos alpendres. Nosotros no partimos de esa definición, no le podemos denominar así. Podemos hablar de conjunto rústico, le podemos llamar proyecto de vida, un posible hotel rural, dado que lo que nosotros entendemos por aldea es un grupo de al menos cinco casas que pueden tener también alpendres», explica Rosy.
DESDE CIEN MIL EUROS
Ellos ahora mismo tienen localizados un total de 400 lugares de este tipo en Galicia (en la imagen superior, uno de ellos), donde por el momento tienen afincado su negocio (aunque cada vez piensan más en la expansión a otras zonas de España), y ahora mismo en cartera ofrecen 12 aldeas de ese estilo con un coste diferente, algunas no llegan a los cien mil euros y la más cara que tienen, con vistas al mar, alcanza los 350.000 euros.
¿Quién se hace con estas propiedades?, ¿qué buscan en realidad con esa vuelta a la naturaleza? «El perfil de cliente ha variado mucho en los últimos años, antes de la crisis nos pedían inmuebles por 6.000 euros, pero cada vez la gente es más exclusiva y piden también casas rústicas o pazos con otro encanto, además de las aldeas de las que hablamos». De hecho, Rosy y su marido ya se han planteado hacer una diferenciación en función de la demanda: personas que piden propiedades de más de 300.000 euros y quienes están dispuestos a pagar menos. «Si quieres un Mercedes de alta gama no te vas a un sitio en el que te vendan un coche de segunda mano», explican desde esta inmobiliaria.
Pero el bum por las aldeas gallegas está ahí, sobre todo porque la gente encuentra en Galicia una calidad de vida que no existe en otros lugares del mundo. Ese es el auténtico reclamo. «Hay personas que contactan con nosotros y que no saben situar nuestra tierra en el mapa, pero en cuanto les explicas cómo es el lugar, les acercas un poco cómo se vive aquí, se cogen un avión, vienen a verla y se quedan maravillados. Me pasó hace unos días con una chica de Canadá que buscaba en su país un conjunto de casas para poner en marcha un hotel rural, que tenía por supuesto que arreglar y decorar. Yo le expliqué que por lo que ella ofrecía -400.000 euros- le podíamos vender esa propiedad ya totalmente reformada. Desde Canadá se plantó en mi casa de Rábade y se quedó enamorada de Galicia», señala Rosy, que abunda en la idea de que la magia de nuestra tierra no tiene competencia: «Todo el mundo adora la comida gallega, no te puedes imaginar cuánto. O el hecho de poder beber el agua del grifo, de poder cultivar una huerta, el entorno natural, que es muy similar al de Irlanda, pero con una temperatura más suave. Galicia es un tesoro».
Lo cuenta con la misma pasión con la que trabaja, por eso puntualiza que si por el momento tienen 400 aldeas localizadas, pero solo tienen doce disponibles es porque ellos siempre van personalmente al lugar a verlas y a hacer el reportaje fotográfico que la gente les demanda.
LOS HEREDEROS
La mayoría de las aldeas las tienen en la provincia de A Coruña, Lugo y Ourense por aquello de que Pontevedra tiene un reclamo turístico mayor que hace más difícil llegar a esos núcleos, aunque alguno ofrecen. Sin embargo, para Rosy lo mejor es el enclave de todos estos pueblos pequeños. «Cuando vas te empapas del sitio, ves lo que hay de verdad, el paisaje que ofrece, eso después es muy importante; date cuenta -explica- de que muchas aldeas están en ruinas, si solo cuentas esa parte, la gente saldría corriendo».
Otro de los inconvenientes que suelen encuentran al vender estos inmuebles es el lío de documentación, que ellos resuelven en caso de que algo no esté en orden: «Con el minifundio gallego, a veces para solo cuatro casas aparecen 24 herederos. Alguna gente lo tiene todo muy bien detallado para la venta, pero hay otros casos en que nos vemos obligados a arreglar todo el papeleo jurídico. Nosotros hablamos de aldea o pueblo indistintamente, porque en realidad no te encuentras lugares con 15 casas, suelen ser cinco o seis, aunque no siempre están bajo las mismas manos».
La gente que se enamora de Galicia para vivir y decidir invertir en este tipo de propiedades es diversa: «Tenemos árabes, rusos, gente de todas las nacionalidades, desde personas con cierta relevancia y mucha trascendencia que quieren perderse y que nadie las reconozca, hasta grupos de amigos que han elegido jubilarse juntos. Acabo de venderles una aldea a unos abogados y un médico, una pandilla de amigos desde la infancia, que han querido retirarse a la vez. Ya tienen pensado todo, en una casa van a poner la taberna, luego cada uno de ellos tendrá su vivienda y como tienen médico..., ja, ja, no están agobiados».
Si te gusta la opción, ya puedes ir ahorrando. Lo tienes aquí al lado.