Toca esta madera, que tiene premio

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MODA + CINE = DISEÑO DE MOBILIARIO. Esta es la fórmula que han utilizado estos dos gallegos, y que no ha podido dar un mejor resultado. Están nominados, con sus dos piezas estrella, a los premios más importantes de diseño a nivel mundial. Solo hay que ver lo que hace la pasión... a la madera.

10 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Ella venía del mundo de la moda, de haber trabajado con los grandes en Milán. Él del mundo del cine, del atrezo y del arte. Un buen día decidieron dejar sus trabajos para emprender otra aventura en común, porque Adriana Pardo y Yago Méndez son pareja. Cierto, que los dos llevan la creatividad en la sangre y el cambio no fue tan brusco. Tocaron madera y les dio suerte. Hace cuatro años empezaron a hacer muebles para ellos, como hobby, cuando se dieron cuenta de que «hacían cosas chulas». Adriana reconoce que fue una decisión complicada, porque fue apostar todo a una, «pero al final cuando se cree en algo hay que apostar». Y el resultado ahí está. Están jugando en la Champions League de los muebles. Presentaron sus dos piezas estrella (la mesa Sambe y la consola Kabu) a los A’Design Award que se entregan el próximo 15 de abril en Milán, los premios más importantes de diseño a nivel mundial, y cuentan con dos nominaciones en la categoría de mobiliario. Confían en volver de Milán con premio y dejar los muebles en Italia, en la exposición temporal que forma parte del galardón. «Ya no solo es que en unos premios tan importantes valoren tu trabajo, es que llegas a Corea, a Japón, a Estados Unidos», explica Adriana. Las expectativas son altas y como hay cuatro premios por categoría (platino, oro, plata y bronce), cuentan con traer más de uno.

Pero mientras el jurado decide volvamos al principio. Se lanzaron a comprar libros, a informarse sobre lo que es la madera, sobre el diseño de mobiliario, lo que puede dar de sí la madera maciza... en definitiva, a formarse. Y cuando lo tuvieron todo claro, lanzaron su propia colección. Si aprecian cierto equilibrio en sus piezas es porque parte de su filosofía viene del arte japonés, aunque también beben del diseño nórdico, de ahí la sencillez de los muebles. «No queremos que nuestras piezas sean simplemente objetos, queremos que sean parte de nuestro espacio, de nuestra vida. Son muebles para toda la vida, queremos que sean capaces de contar historias a través de la durabilidad, que pasen de generación en generación. Como los muebles que heredamos de nuestros abuelos y que forman parte de nuestra vida, que no son solo para almacenar cosas», explica Adriana, la mitad de Wood Feelings.

Deja muy claro que no hay dos piezas iguales a pesar de que partan del mismo diseño, ya que cada árbol es diferente. Adriana confiesa que le pusieron tanta pasión a lo que estaban haciendo que «nos llegamos a enamorar de la madera con todo lo que significa». Tanto la quieren que el cuidado es máximo. La tratan con productos que no modifican su color y evitan los lacados para ensalzar la belleza del propio material.

TODO «MADE IN GALICIA»

Tienen la colección expuesta en su estudio de Cambre (A Coruña), pero hay una razón de peso por la que estos dos gallegos trabajan siempre bajo pedido, y es que el cliente tiene mucho que decir en el diseño del mueble que se va a llevar a casa. Desde el tipo de madera, las medidas que mejor le encajan, si quiere cajones o no...

Con la referencia de la colección, ellos escuchan al cliente. Lo mismo ellos tienen una mesa en la exposición y el comprador busca ese diseño con forma de estantería o porque tienen otras necesidades. Ellos no tienen problema en diseñar una pieza personalizada, siempre y cuando se mantenga el espíritu de Wood Feelings.

De esta forma el cliente se involucra en todo el proceso creativo, pero por si le pareciera insuficiente, Adriana y Yago se ofrecen a hacerlo todavía más partícipe enviándole fotografías para que vaya viendo los pasos: del montaje, del encolado, etcétera.

Suelen trabajar con castaño, roble, cerezo y nogal. Y el proceso de producción se hace íntegramente en Galicia. Así que ojalá traigan los premios pa’quí.