El Senado de Vigo

VIGO

22 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

La corporación municipal de Vigo va camino de convertirse en el antiguo Senado de Roma. No por su brillantez oratoria, precisamente, sino porque la edad media se está acercando a la de aquella venerable institución conformada por ancianos de las familias más poderosas. Todo apunta a que los candidatos del PSOE, el PP y el BNG serán, respectivamente, un profesor en edad de jubilarse que fue ministro en el primer mandato de Felipe González, un concejal que lleva treinta años de concejal y un prejubilado del sector de la banca que va a engordar la lista de exlíderes sindicales (ya solo falta alguien de Manos Limpias) refugiados en la política.

Lo hechos cantan. Hay una casta dirigente que ha convertido el Ayuntamiento en su modus vivendi y que amenaza con perpetuarse hasta que una marea de jóvenes republicanos asalten los cielos de la Praza do Rei, cosa que está por ver porque, aunque algunos dicen que pueden, a solo seis meses de las elecciones locales no se visualiza a nadie emergiendo con claridad.

Lo único seguro es que en esta ciudad hay una generación que manda y otra que no se abre paso, la generación invisible. Y eso es malo. No tiene que ver con ideologías, sino con procesos naturales. Es un problema colectivo, independientemente de la valía de cada cual, el hecho de que ninguno de los organismos públicos u organizaciones empresariales importantes de Vigo tengan al frente a alguien menor de 50 años. Del Puerto a la Cámara de Comercio, de la Universidad al Celta, que nadie los busque: ¡ya ni los cuarentones tocan poder!

Por eso no debe extrañar que el salón de plenos, siendo como es el máximo órgano de representación del pueblo, esté a punto de transformarse en una especie de cámara de nobles patricios que llevan décadas rajando sin parar. La única renovación en marcha es la de sus despachos.

diego.perez@lavoz.es