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El Greta K, incendiado frente a Oporto, atraca por fin en el puerto de Leixões

b. suárez OPORTO / E. LA VOZ

SOMOS MAR

ESTELA SILVA | EFE

Está siendo inspeccionado en puerto antes de descargar en una terminal habilitada el gasoil y el combustible de aviación que llevaba en su carga

30 mar 2023 . Actualizado a las 04:45 h.

El petrolero Greta K, que tuvo en vilo a Galicia, ha atracado ya en el puerto de Leixões. La última maniobra se produjo en la tarde del martes, tras una inspección por parte de la Autoridade Marítima Nacional (AMN), de la sociedad clasificadora del barco y de la Direção-Geral de Recursos Naturais, Segurança e Serviços Marítimos, que concluyeron que por fin se daban todas las condiciones de seguridad.

El buque estaba «sin capacidad de propulsión propia, pero con piloto a bordo y tripulación necesaria para la maniobra final», siendo «auxiliado por un remolcador oceánico contratado por el armador y varios portuarios», según la AMN. Una vez en puerto, se inspeccionó la carga y ahora una empresa especializada concluirá los trabajos para que el buque pueda descargar del combustible que transportaba en una terminal habilitada, lo que deberá concluir en «los próximos días», según las autoridades. Pero la tarea no fue ni sencilla ni transparente. Durante los 7 días que el barco maltés permaneció en alta mar, la sensación de peligro aumentaba a medida que se repetían los mensajes de calma y se retrasaba la entrada del buque a puerto.

De hecho, el viernes pasado, cuando las autoridades ya habían certificado que el incendio originado el día 21 había sido extinguido y planificaban reintentar las maniobras de atraque en puerto, en el horizonte se divisaba el buque humeante.

Según la Administración portuaria y la Marina, era necesario evaluar de nuevo las condiciones para efectuar la operación, dado que el mar seguía casi tan revuelto como el día anterior, jueves, cuando imposibilitó llevarlo a puerto. Se aplazaba de nuevo la operación, mientras crecía la ambigüedad: «Claro que el peligro existe siempre, pero por ahora, no», decían desde Capitanía Marítima, con el barco a menos de 4 kilómetros de la costa. Fue esa noche cuando la Marina emitió un comunicado sobre una nueva inspección del navío, pues el humo y las fuentes de calor volvían a ser preocupantes después de 24 horas sin refrigeración externa.

El sábado, contra todo pronóstico, el petrolero volvía a ser remolcado a más de 15 kilómetros de la costa, a las aguas en las que había pasado los dos primeros días desde que se incendiara su sala de máquinas. La inmensa carga de gasoil y combustible de aviación seguía paseándose frente a la costa, mientras las autoridades gallegas y portuguesas miraban de reojo la evolución de las corrientes, por lo que pudiera pasar.

La historia tomaba un nuevo giro con la intervención del armador: aunque ya había autorizado el atraque en Leixões, ahora solicitaba que se dirigiera hacia el puerto de Sines (cerca de Lisboa), de donde procedía. Las evaluaciones desaconsejaron la operación y, finalmente, fue remolcado a la terminal de Oporto.