Un rayo mata a 22 vacas en Rodeiro: «Miña nai sentiu o estralazo do raio, mirou, e as vacas xa caeran mortas»

Rocío Perez Ramos
Rocío Ramos LALÍN / LA VOZ

GANADERÍA

Las vacas muertas por la caída de un rayo en Rodeiro
Las vacas muertas por la caída de un rayo en Rodeiro Miguel Souto

Los animales iban por una senda llena de agua que actuó de conductor de la electricidad; su dueña llevaba botas de goma y se salvó

20 may 2025 . Actualizado a las 20:37 h.

Julia Méijome Gil se llevó el domingo por la tarde el susto de su vida mientras conducía a casa las vacas de su explotación familiar. Eran alrededor de las seis y media de la tarde y en la aldea de Quintá, en la parroquia de Santa María de Pescoso, en el concello de Rodeiro, caía el último rayo de una gran tormenta, la segunda de la tarde, y que estuvo acompañada de una fuerte granizada. A esa hora, Julia volvía a casa con un rebaño de 25 vacas por el camino habitual, una vereda estrecha que da servicio a las fincas y prados del lugar. Llovía y el agua había inundado la congostra. Eso hizo que, comenta su hija María, «ela se metera pola finca de abaixo». Llevaba botas de goma y Julia cree que «iso foi o que me salvou».

Todo ocurrió en segundos. «Sentiu un estralazo, mirou, e as vacas xa estaban no chan fulminadas, morreron de xeito instantáneo», explica María. Del rebaño, se salvaron, de momento, tres —una de ellas preñada—, aunque quedaron «moi tocadas», con alguna quemadura, y la ganadera no cree que sobrevivan.

Un futuro incierto

Para Cándido Pardo Vence y su mujer Julia, la explotación era su vida. A cinco años de la edad de jubilación de él, la familia no sabe qué va a hacer, porque volver a poner en producción una granja lleva tiempo y los dos hijos del matrimonio tienen sus trabajos. Las tres vacas supervivientes de las 25 que iban por la vereda el domingo, junto a otra y un par de becerras, es cuanto le queda al matrimonio de su explotación modelo.

Uno de sus vecinos, Severino Fernández, cuenta que «oín o último raio da treboada e en nada xa me chamou Cándido para dicir que lle morreran as vacas». Explica que «tiña unhas vacas moi boas, daba gusto velas, as tiña moi ben mantidas e moi limpiñas». Alguna de las reses que cayeron fulminadas por el rayo estaban a punto de parir. A la hora del suceso, Cándido estaba también fuera de casa. Iba en el tractor y, comenta su hija, «sentiu o estralo». Lo mismo que Severino, que comenta que «foi terrible, sentín como se se movese o tractor».

Miguel Souto

La familia, que sigue muy afectada, esperaba este lunes por la mañana la visita del perito para, una vez hecho el parte, llevar a cabo la retirada de las reses que se quedaron en el camino, en fila, tras caer la mayoría de bruces y alguna de lado sobre la tierra, que seguía muy embarrada tras las fuertes lluvias y aún llena de agua. La familia está haciendo trámites con el seguro, pero aunque este les cubra al menos parte de los daños, nadie les va a devolver unos animales que lo eran todo para esta familia de ganaderos.

Al menos les consuela que Julia pudiese salir indemne, gracias a no ir pegada a los animales y a las botas de goma que calzaba. El perro de la casa, que acompañaba a su dueña y a las vacas, salió huyendo despavorido tras el suceso. A la familia le costó encontrarlo y pasaron horas hasta que regresó a casa. Julia se tomaba con resignación este lunes lo ocurrido, «porque xa non hai que facerlle. Son cousas que pasan».

Pérdida de su medio de vida

El matrimonio que regenta la explotación se quedó de golpe sin su medio de vida, las vacas de raza pasiega, productoras de leche, que se criaban en régimen de pastoreo.

Como ocurre con estos animales, siempre hay una que es la que manda en el rebaño y va delante de las demás, que la siguen en fila, pastoreadas, en este, caso por su perro. Lo normal es que Julia fuese detrás del grupo, pero dada la cantidad de agua que se acumuló en el estrecho camino, optó por acompañar al grupo por el prado que se encontraba justo debajo. Eso, y las botas, la salvaron.

Tanto el alcalde de Rodeiro, José Luis Camiñas, como el presidente de la cooperativa de O Rodo a la que pertenece la explotación estuvieron pendientes de la familia, al igual que los vecinos que los acompañaban este lunes y lamentaban un suceso que causó un gran impacto. Alguno recordaba la muerte hace algunos años de otras vacas en el municipio por el mismo motivo.

Hemeroteca

Otros casos en Galicia, uno con 17 reses muertas en Curtis, en el 2002

La muerte de vacas por el impacto de un rayo no es algo nuevo en Galicia. Las crónicas recogen numerosos casos, normalmente de pocos animales. Uno de los que contó con un número importante de reses afectadas se produjo en julio del 2002 en Curtis (A Coruña). Un rayo mató a 17 vacas que se habían cobijado de una tormenta bajo un castaño.

Antes, el 17 de junio de 1994, otra descarga eléctrica acabó con la vida de once vacas en un establo de Carballeira, en A Baña. Cayó sobre una rejilla de hierro y electrocutó a los animales. En Mazaricos, el 30 de agosto del 2008, siete reses que se resguardaron de la fuerte lluvia bajo varios robles cayeron fulminadas, también en fila, como en Rodeiro.