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Día mundial de las legumbres: ¿Sabes lo que un guisante o una judía puede hacer por el suelo?

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AGRICULTURA

Ana Garcia

Incrementar el consumo de legumbres, una de las bases de la dieta mediterránea y atlántica, es fundamental para promover su producción y, de esa manera, contribuir a la regeneración de la tierra agraria

11 feb 2022 . Actualizado a las 10:27 h.

Debemos producir más legumbres y consumirlas más. No solo porque son una importante fuente de proteína saludable característica de las dietas mediterránea y atlántica.También porque son capaces de regenerar los suelos castigados por el monocultivo o degradados por el efecto del fuego o la erosión. Pero es algo que ya sabían bien los romanos. No hay más que revisar el Rerum Rusticarum (Tratado Agrícola) de Marco Terencio Varrón, donde ya habla del uso de legumbres para alimentar los suelos más pobres.

Las leguminosas son, por ello, las grandes protagonistas de la rotación de cultivos que la nueva política agraria común (PAC) primará en los ecoesquemas aprobados en el Plan Estratégico para la PAC presentado por España en Bruselas. La cuestión es qué puede hacer un guisante o un haba por el suelo. Pues mucho, teniendo en cuenta de que de esas semillas nacen unas plantas capaces de inocular nitrógeno atmosférico al suelo

Lo hacen usando rizobios, unas bacterias que están en el suelo, pero al detectar que hay una leguminosa cerca se aferran a sus raíces formando una especie de nódulos para atrapar nitrógeno atmosférico con el que alimentar la planta. Al filtrar el nitrógeno de esa forma a través de sus raíces, las leguminosas también lo están inoculando al suelo. La consecuencia es que esa finca no tendrá que usar tanto fertilizante químico como una que no se regenere de esta forma natural. Un estudio realizado por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) realizado en el 2016 calculaba que el uso de leguminosas permite rebajar en unos 100 kilos por hectárea el uso de fertilizantes químicos. No solo eso. También aumenta la productividad de los cereales que puedan cosecharse después en un terreno regenerado o alimentado previamente con este tipo de plantas. El rendimiento es de unas 1,5 toneladas más por hectárea.   

De todo esto saben mucho los que practican la agricultura regenerativa, una práctica que echa mano habitualmente de plantas como el haba, el trébol, las judías, la alfalfa, el garbanzo, la lenteja, el altramuz o el guisante para las rotaciones de cultivos o para combinar con otras hortalizas en el huerto. Es una forma de aportar más vida a la huerta porque las flores de las leguminosas atraen a los polinizadores. Por no hablar de dejar que las hojas secas de estas plantas como manto sobre la tierra. Esa biodiversidad que se genera también ayuda al suelo. Las lombrices, por ejemplo, suelen aparecer en las partes húmedas cubiertas por hojas son otras grandes aliadas del suelo. De no existir, este no existiría tampoco y de no haber suelo, adiós a la agricultura. 

Las lombrices son importantes porque abren surcos en el subsuelo en busca de alimento. De ese modo, lo airean y permiten que el agua llegue hasta las zonas más profundas. Además, van alimentándose de materia orgánica que luego eliminan en forma de heces que no son más que humus, el fertilizante natural por excelencia. Pero el papel de las lombrices en la agricultura es otra historia. Y mucho más larga. 

Lo que está claro es que al consumir legumbres, no solo cuidamos la salud particular, también la de nuestro planeta.