Orgullosos de la solidaridad de los coruñeses

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade CORONAVIRUS

SOCIEDAD

Numerosos coruñeses salen estos días a las ventanas para aplaudir, en solidaridad con el personal sanitario.
Numerosos coruñeses salen estos días a las ventanas para aplaudir, en solidaridad con el personal sanitario. ANGEL MANSO

En solo tres horas se cubrieron las 500 plazas para la red de voluntariado que convocó el Ayuntamiento para ayudar a los más vulnerables

21 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Este es un virus puñetero y retorcido, un virus que mata, pero también un virus que te impide besar y abrazar a tus hijos, a tu pareja o a tus padres aunque estén sanos, por aquello de lo que pueda ocurrir; un virus con arresto domiciliario que confina a la población, pero que no lo tendrá fácil para minar su moral. Al menos en Coruña, una ciudad especial por su carácter solidario y filantrópico, que forma parte de su ADN desde hace siglos.

Nada más decretarse el estado de alarma, el Ayuntamiento reaccionó creando una red municipal de voluntariado para atender a las personas más vulnerables frente al coronavirus, como nuestros mayores. Para poder urdir ese entramado altruista, la concejalía de Benestar Social hizo un llamamiento a filas, una petición abierta a la colaboración de aquellos ciudadanos dispuestos a participar. ¿A cambio de qué? Pues... a cambio de nada. O, visto de otra manera, a cambio de la satisfacción íntima pero infinita de participar en algo tan inmenso.

El reclutamiento era para 500 personas. Parecía una misión difícil, diría casi que imposible. Bien, pero Coruña volvió a sacar un diez en solidaridad. En solo tres horas surgieron de la nada más de 500 ciudadanos dispuestos a entregar su tiempo y a arriesgar su salud por personas a las que no conocen de nada, pero que saben que necesitan ayuda. Y, la verdad, pocas veces me he sentido tan orgulloso de ser coruñés.

Parecía una misión difícil, diría casi que imposible. Bien, pero Coruña volvió a sacar un diez en solidaridad

La red municipal de voluntariado frente al coronavirus quedó cubierta en tiempo récord. Pero no era suficiente. Por toda la ciudad fueron apareciendo también movimientos altruistas independientes, sin pertenencia a grupo alguno, organizados por los ciudadanos en barrios, o simplemente en edificios, para ayudar a otros con movilidad reducida a hacer la compra o cualquier otro recado que necesiten.

Esta es una ciudad que ha alumbrado instituciones mágicas, como Sor Eusebia, Padre Rubinos o la Cocina Económica, que durante décadas se han venido ocupando de que nadie en Coruña se fuese a dormir sin un plato de caldo en el estómago o sin un techo bajo el que guarecerse.

Tampoco es casualidad que del puerto coruñés zarpase en 1805, a bordo del navío María Pita, la primera expedición sanitaria internacional, la llamada expedición Balmis (apellido del médico que la comandaba). En aquel barco iban 22 niños, muchos de ellos de nuestra ciudad, inoculados con la vacuna de la viruela, con el objetivo de transportarla en sus cuerpos a todos los dominios españoles de ultramar para erradicar aquella terrible enfermedad. Una vacuna solidaria como la que el mundo entero busca en este momento.