Raquel del Rosario desvela el trastorno que tiene su hijo Leo

Mónica Pérez
M. Pérez REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Fernando Alvarado | EFE

La cantante de El Sueño de Morfeo, que tiene dos hijos con el fotógrafo gallego Pedro Castro, muestra las dificultades y alegrías a las que se enfrenta como madre. Claves para detectar el autismo

20 sep 2019 . Actualizado a las 14:26 h.

«Desde los dos años supe que Leo era diferente, le encantaba tumbarse bocarriba largos ratos ensimismado, parecía estár viendo una película en el techo, a veces sonreía y parecía interactuar con algo». Así comienza el post del blog Planeta Particular, en el que Raquel del Rosario revela el trastorno que tiene su hijo mayor, Leo, de cinco años. La cantante de El sueño de Morfeo, que estuvo casada durante unos años con el piloto asturiano Fernando Alonso, lleva varios años ya alejada de los escenarios y viviendo en Los Ángeles, donde trabaja su marido, el fotógrafo gallego Pedro Castro. Junto a él tiene dos hijos, Leo, nacido en el 2014, y Mael, del 2016. 

«Siempre he dejado entrever que es un niño diferente», añade la cantante. «Leo no dijo ni una palabra hasta casi los cuatro años. Si, ese primer “mami” se hizo mucho de rogar», explica antes de comenzar a relatar el periplo que vivieron con el niño hasta tener un diagnóstico. «El pediatra no nos alarmó, los niños bilingües suelen tardar más en hablar y no había nada preocupante en su comportamiento más allá de que 'estaba un poco en su mundo', los diagnósticos a edades tan tempranas son muy complejos, ya que muchos niños se desarrollan a ritmos diferentes. Le hicimos toda clase de pruebas auditivas para descartar algún nivel de sordera que pudiera estar condicionado el desarrollo del lenguaje, pero todo estaba bien», comienza. 

«Más adelante, nos sugirieron un colegio específico y una valoración más exhaustiva con diferentes profesionales que determinarían que programa educativo sería el mejor para la estimulación necesaria en su caso», relata, antes de explicar cómo conocieron lo que realmente le pasaba al pequeño Leo: tiene autismo. «Aún recuerdo el día que nos sentaron a Pedro y a mí para darnos los resultados, en medio de un ambiente dramático, con tono muy suave y unas palabras elegidas meticulosamente, nos dijeron que creían que lo mejor para Leo era entrar en el programa de niños con TEA (trastorno del espectro autista)», confirma. 

Raquel del Rosario revela que sintió alivio al conocer lo que le pasaba, porque «supe que iba a empezar a trabajar con gente especializada y, sobre todo, que iba a relacionarse con niños que veían el mundo de una forma similar a como él lo hacía». «Leo es un niño risueño, cariñoso, le encanta la naturaleza, cantar y montarse películas con sus juguetes. Puede trepar un árbol con la agilidad y precisión de un mono o hacerse un sandwich sin manchar nada en la cocina. Tiene una memoria fotográfica increíble y es estrictamente selectivo con las personas, a veces viene alguien a casa y lo ignora por completo, y otras, se acerca a una persona desconocida por la calle para saludarla, darle un abrazo o colocar la manita en su cara unos segundos», describe con cariño a su hijo mayor. 

La cantante narra las dificultades que han tenido para explicar el autismo de Leo y la multitud de mitos que hay entorno a este trastorno. «Dentro de esto que llaman trastorno, hay varios tipos y niveles, hay personas con un grado muy bajo que pueden valerse por sí mismo perfectamente en la sociedad, y casos severos con comportamientos como los que acabo de describir. Y entre uno y otro, un inmenso abanico con un sinfín de casos diferentes», añade. 

En su última publicación en el blog, titulada El niño Hada, aborda también el espinoso tema del aumento de casos de autismo en el mundo y que las causas que podrían estar de esto. «Hemos leído y probado tantas cosas en los últimos dos años…», resume.  Del Rosario asegura que el programa del colegio al que acude Leo «ha sido clave» para su mejoría. Aunque también desvela la frustración y el reto que supone educar a su hijo «sin una comunicación ni una comprensión claras». «Leo ha venido a hacer las cosas de otra manera, lo cual me produce una pérdida de control absoluta», resume. También explica porque le llaman niño hada. Una persona le dijo un día que Leo era «un niño arco iris», pero el pequeño un día agarró su móvil mientras hablaba con Pedro y el niño escribió algo que el autocorrector tradujo como «niño hada», de ahí esa denominación que ella ha terminado por adoptar como propia para su pequeño. 

«Llega un ser diminuto a recordarme que la vida en ocasiones tiene otros planes para mi, para mi crecimiento personal (y el crecimiento de mi paciencia)», asegura. «A veces me siento desbordada, pidiendo perdón a dos de cada tres madres en el parque porque Leo no entiende de turnos, de que los juguetes tienen dueño y las cestas de picnic también. Soportando miradas y comentarios porque simplemente parece un niño maleducado que se frustra y patalea si le dices que no puede hacer algo», añade. 

«Hay días en lo que la paciencia se me acaba y sale mi bestia gruñona, luego llega ese sentimiento de culpabilidad y más de un día las lágrimas de impotencia. Hay momentos en lo que me pregunto ¿Por qué, por qué y por qué?, y otros en lo que le miro y me doy cuenta del regalo que es, de todo los que ha venido a enseñarme y de que no lo cambiaría por nada del mundo. Se que él me eligió porque sabía que haríamos un buen equipo, aunque a veces yo sienta que le estoy defraudando», se sincera sobre los sentimientos contra los que tiene que luchar día a día. 

«Y ésta es la historia del niño hada, el niño que ha venido a enseñarnos que el lenguaje del amor no entiende de palabras ni de idiomas, que existen otras formas de ver y percibir el mundo, que a menudo hay que soltar el control de las cosas para dejarlas ser, a su manera, y abrazarlas así, del modo que nos han sido dadas, agradecidos, y solo entonces descubrír el regalo que envuelven. Porque él no me eligió por casualidad», termina. 

Horas después de su publicación en el blog, Raquel del Rosario agradecía en su cuenta de Instagram toda la «oleada de cariño» que estaban recibiendo. «Que difícil es a veces abrir el corazón, mostrar nuestra vulnerabilidad, nuestros miedos y vergüenzas. Pero una vez lo hacemos, que liberador es sentir como se produce una sanación. Llámenme loca, pero creo haber visto un gesto de agradecimiento en la mirada de Leo esta mañana. Además, ha usado por primera vez la palabra 'outside' para indicarme que quería salir a jugar», publicaba en la cuenta de Instagram.

«Que bonito ha sido leerles, descubrir a tantas familias de niños hada, que mágico es compartir y sentir que no estamos sol@s. Cada individuo es único, especial e irrepetible, y algunos vienen a recordarnos de una forma un tanto peculiar que el mundo necesita cambiar la mirada», recuerda junto a una fotografía de Pedro Castro en la playa junto a sus dos pequeños.