Siguiendo las señales del destino, esta pareja abrió un «noodle bar» en el casco histórico de Santiago

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

La familia del Nara al completo, formada por Humbert, Tamara y sus dos perros, además de Richard.
La familia del Nara al completo, formada por Humbert, Tamara y sus dos perros, además de Richard. XOAN A. SOLER

Humbert y Tamara ofrecen fideos caseros y tapas asiáticas en Nara, el nuevo local de moda ubicado en la Ruela de Entrerrúas

04 mar 2024 . Actualizado a las 15:36 h.

La oferta gastronómica en la zona monumental de Santiago se diversifica cada vez más y, entre las últimas aportaciones, está Nara, un noodle bar especializado en tapas asiáticas que abría sus puertas a comienzos de año en medio del callejón de Entrerrúas (en el antiguo local de A Tulla). Detrás de este proyecto están un catalán de 35 años y una pobrense de 34, Humbert Martínez y Tamara Fariña, una pareja bregada en la hostelería que se conoció en Barcelona, trabajando en el Bar Manolo, donde él era jefe de cocina.

«Nara es el primer negocio que abrimos juntos. Siempre quisimos tener algo nuestro, pero por circunstancias económicas nunca habíamos dado el paso. Decidimos venirnos para Galicia cuando pasó lo de la pandemia. Yo estaba Tickets, de Albert Adrià, y hubo en ERTE. Me quedé sin trabajo y nos mudamos, en parte para que Tamara estuviera más cerca de su familia», explica Humbert. «Yo había estudiado Filología en Santiago y que me quedaba pendiente la asignatura de la ciudad, que me encantaba cuando vivía aquí», añade ella. Coincidió, además, que el barcelonés hizo el Camino de Santiago, solo, desde Irún. «El final de su camino estaba aquí... todas las señales nos conducían a Santiago. Entonces encontramos este local, con su placita escondida en medio del casco histórico, y luchamos por él», relata Tamara.

Tras explicar su trayectoria y proyecto a una entidad bancaria, consiguieron el crédito que necesitaban para hacer realidad su sueño, uno en el que el factor gastronómico va estrechamente unido al humano, con el aval de toda una vida ligada a la hostelería, incide ella: «Humbert empezó a los 16 años y la mía es la típica historia de la niña que crece detrás de la barra, en una taberna familiar pequeñita en Lesón que llevaba el nombre de mi madre, Marisol». Curiosamente, la madre de Humbert se llama igual, comenta risueña la pareja al frente de Nara, que ya se ha convertido en uno de los establecimientos de moda.

@nara.noodlebar

Así es un día con nosotros en Nara Noodle Bar ðŸ¥ðŸœðŸ¥¢ðŸ«¶ðŸ½ðŸ¤ ¡Para que nos vayais conociendo mejor! #nara #naranoodlebar #asianfood #comidaasiatica #comidafusion #noodlebar #santiagodecompostela

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¿Y por qué apostaron por las tapas asiáticas? Buscaban ofrecer «algo diferente y no ser la competencia, sino una opción más», dicen. Kimchi coreano, shitake en tempura, bao, edamame, dumplings, pad-thai, ramen... forman parte de su propuesta. Para completar el equipo, ficharon a un excompañero del Manolo, Richard, «como quinto miembro de la familia» de su segunda casa, un espacio pet friendly donde tienen un lugar especial sus dos chihuahuas (Toffie y Opi). Allí elaboran cada mañana entre 4 y 5 kilos de fideos para su noodles de forma casera, poniendo «nuestra alma en todo el proceso». Y lo mismo hacen con la masa del bao, otra de las estrellas de la carta, la cual incluye opciones para vegetarianos, veganos y celíacos (lo que no hacen son noodles sin gluten porque para ellos es difíclil asegurar que no hay una contaminación cruzada durante el proceso).

«Somos un catalán, una gallega y un venezolano (Richard) haciendo cocina asiática. Parece un chiste... solo falta el vasco», comenta en tono divertido Humbert, quien hace hincapié en que, más allá de la rentabilidad, aspiran a pasárselo bien en un sitio pequeñito, donde los clientes no solo vayan a comer sino también por esa familiaridad que se esfuerzan por transmitir. Y, aunque solo llevan un par de meses de rodaje, ya pueden decir que Santiago los ha recibido con los brazos abiertos: «Aunque sabíamos que enero era un mes flojo, en el que turísticamente Santiago está de capa caída y el mal tiempo hace que nos quedemos más en casa, queríamos darnos a conocer en primer lugar entre la gente de la ciudad, sabiendo que posiblemente no iban a ser unos inicios muy rentables. Sin embargo, la acogida ha sido espectacular. Está viniendo mucha gente y, la mayoría, repite. Es como una bomba atómica, cuando se multiplica. Y tanto los hosteleros como los dueños de otros locales de la zona vieja nos están dando mucho apoyo, como clientes y buenos consejeros».

Una de las partes más duras de asentarse en Santiago para ellos no tuvo que ver con el emprendimiento, sino con la búsqueda de piso. «Fue una odisea. Después de tres meses, acabamos encontrando un piso en la Plaza de Galicia gracias a una persona conocida. Cuesta encontrar un alquiler, especialmente si tienes perro... en nuestro caso, dos chihuahas de cuatro kilos que tienen seguro de responsabiidad civil», explican.

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Detrás de cada video, cada plato, cada proceso… le ponemos todo el tiempo y cariño necesarios para que podais ver contenido de calidad. Queremos reflejar vuestra experiencia en el restaurante, o acercarnos lo máximo posible. Aunque para saberlo al 100%, siempre es mejor venir y probarlo vosotros mismos 🤪. Y bueno, grabando, ¡también nos lo pasamos bastante bien! 🥴🥢🜠#nara #naranoodlebar #asianfood #comidaasiatica #noodlebar #noodles #santiagodecompostela

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¿Y de dónde viene el nombre de Nara? «Yo quería ponerle un nombre de niña, como si fuera un bebé, y transmitir esa idea de entrar a nuestra casa. Uno de los significados de Nara es consejo de sabios, que es el título de una canción de mi grupo favorito, Vetusta Morla. Y, si eres sabio, vas a venir a Nara», responde Humbert. «Otra de las acepciones de Nara es felicidad tras conseguir algo que te ha llevado mucho esfuerzo, y encajaba a la perfección con lo que esto es para nosotros», concluye Tamara.