Cuando el portavoz de Unidas Podemos en el Congreso, Pablo Echenique habla, sube el pan. Pero en esta ocasión se ha pasado tres pueblos. Asegura, sin rubor alguno, que tanto los «maltratadores de mujeres como los abusadores sexuales», así como los misóginos autodenominados célibes involuntarios, votan a formaciones de derechas, en alusión al PP y a Vox. La Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, como todo texto legal, tiene sus luces y sombras, lo que motiva que tenga acérrimos defensores y detractores. Pero lo que este letrado puede asegurar es que no entiende de ideologías a la hora de ser aplicada. Por mi despacho han pasado hombres investigados en los juzgados de violencia de género que piensan políticamente de la forma más variada. De Podemos, del PP, de Cs, del PSOE, de Vox, mediopensionistas, etcétera. ¿Por qué insulta un responsable político a los votantes del PP y Vox sabedor de que se saldrá de rositas? ¿No ha reparado que en esta ocasión no ha agraviado a Pablo Casado o a Santiago Abascal sino a los millones de votantes de estos? A personas con nombres y apellidos que jamás, probablemente en su vida, se han saltado ni tan siquiera un semáforo. A los políticos se les permite todo y más desde que en España la libertad de expresión ya ha dejado de tener límites. Si Unidas Podemos tiene un mínimo de coherencia política tendría que cesar a su portavoz y hacerle ver que, en política ni en ninguna otra faceta de la vida, no todo vale.