María Tuñas, expaciente de cáncer de páncreas: «Me dijeron que con un diagnóstico temprano me había tocado la lotería»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

PACO RODRÍGUEZ

Con 30 años le diagnosticaron un tumor neuroendocrino en la cabeza del páncreas, ahora trabaja para conseguir fondos para su investigación

17 nov 2022 . Actualizado a las 15:45 h.

Treinta años. Allá por el 2013. María Tuñas acudió, una vez más, al hospital por un problema de cálculos renales. Le producían mucho dolor, y «casi pasaba más tiempo en el hospital que en mi casa», dice. Para evaluar la situación de la enfermedad, el urólogo decidió hacerle un TAC. Algo rutinario y sin importancia. «Tenía problemas continuamente, y el dolor era indescriptible. De llegar a tomar morfina y aun así subirme por las paredes», recuerda. 

Con esta prueba conseguirían ver el tamaño real de las piedras en el riñón, y tomar la solución correspondiente. Todo parecía bajo control. Ella era joven. Estaba sana. Le gustaba su trabajo y tenía un hijo pequeño. Define este momento como una época feliz, a gusto. Poco sabía del terremoto que se le vendría encima. Llegaron los resultados del TAC y en las imágenes se pudo ver, además del problema inicial, una pequeña sombra en la cabeza del páncreas. «El especialista me dijo que me iba a hacer una resonancia, pero que no me preocupase porque era una persona muy joven, y seguro que no sería nada».

Nada más lejos de la realidad. A los dos días recibió una llamada del hospital. No le explicaron demasiado, aunque sí la citaron con urgencia. «Al presentarme, me dijeron que creía que la sombra podría ser un tumor». Lo confirmaron con una biopsia. El diagnóstico había llegado: «Era un cáncer neuroendocrino alojado en la cabeza del páncreas». Le preguntaron si fumaba. Si bebía. A lo que ella respondía con una negativa tras otra. 

Diferencias entre el tumor endocrino y el exocrino

El cáncer de páncreas puede dividirse en dos tipos según las células en las que se produzca. Será endocrino cuando afecte a las células que producen las hormonas, las células endocrinas. Y pancreático, cuando se origine en las que ayudan a digerir los alimentos (células exocrinas). Mientras que el primer tipo es mucho menos común (y se suele englobar dentro de los tumores neuroendocrinos), el segundo es el más habitual, y también puede ser conocido como Adenocarcinoma del páncreas.

La sorpresa fue doble. Por un lado, porque nadie se espera un varapalo de este nivel, y por otro, porque no había ningún signo de alerta. Este cáncer es silencioso y se suele coger en estados avanzados precisamente por la falta de síntomas. «Me dijeron que tenía que estar agradecida porque el hallazgo había sido fortuito. No tenía ni dolor, ni ictericia en la piel, ni pérdida de peso, ni nada». De tenerlos, podría ser demasiado tarde. Todo ocurrió después de Navidad, «y por eso siempre me decían que me había tocado la lotería. Es suerte, sin duda, pero menuda suerte, ¿no?», recuerda con tono irónico. 

El mes que pasó hasta la operación fue un vaivén de emociones. «Mi vida se paralizó. Seguí trabajando un tiempo porque la ignorancia es así. No era consciente de lo que se me venía encima». Lo asimiló poco a poco. Buscando información, hablándolo con sus seres queridos y acudiendo al médico con asiduidad: «Me di cuenta de que podría no quedarme mucho tiempo, así que finalmente cogí la baja». 

A principios de marzo, entró a quirófano. «Era una operación muy complicada y poco frecuente». De hecho, se la hicieron en la Unidad de Trasplante Abdominal del Hospital Clínico Universitario de Santiago. Se deshace en piropos para el equipo médico: «Los doctores, que fueron magníficos desde el principio, me explicaron el procedimiento con unos dibujos», detalla. Se sometió a una duodenopancreatectomía cefálica, «me extirparon parte del estómago, parte del duodeno, la cabeza de páncreas porque era dónde se alojaba el tumor, los conductos biliares, la vesículo y los ganglios linfáticos». Esta operación es la más utilizada para abordar este tipo de situaciones, pero exige que la unidad que la haga tenga una amplia experiencia y la practique, al menos, de 15 a 30 procedimientos al año. 

Todo salió bien. Duró ocho horas, y lo que vino después solo puede describirlo con una palabra: «Dolor». Tanto, que su mente olvidó ciertas partes de este proceso. «Te cuento de lo que me voy acordando», nos alerta. 

Una neumonía, una obstruccón de los conductos biliares y una hernia

La recuperación fue lenta, «apenas notaba diferencias entre días», y se enfrentó a varias complicaciones por el camino. A los pocos días de pasar por quirófano, una neumonía. «Era algo que sabían que podía pasar», recuerda. Al año, «una obstrucción de los conductos biliares» que precisó hacer, de nuevo, una reconstrucción. Y ya en el 2015, una hernia abdominal «que salió en la propia cicatriz y por la que tuvieron que volver a abrirme», dice de manera gráfica. 

Con todo, y aun con secuelas, se encuentra bien: «Tengo una pancreatitis crónica, dependo de enzimas pancreáticas para absorber bien los nutrientes, y como el hígado, a raíz de la operación, quedó muy afectado, pierdo energía a medida que pasa el día». Se apaga poco a poco. Pero eso no paraliza su vida. Desde el principio la actitud jugó a su favor. «No me quedaba otra opción. Los médicos ya me decían que no me podía tocar psicológicamente porque entonces tendría dos problemas», lamenta. Con la perspectiva del tiempo ve todo diferente. «La enfermedad me cambió por dentro». 

«Esto lo hacemos por las que se fueron, y por las que se quedaron»

Hoy en día no puede ejercer, pero se nota que es de las que no pueden estar quietas. «En mi aldea, se formó hace tiempo la Asociación de Mulleres Rurais de Alvite. Tras el parón de la pandemia, pensamos en hacer una andaina, algo que nunca se había hecho», cuenta. Encontró en su historia la causa a la cual dedicarla: recaudar fondos para la investigación de este tumor. La primera ocurrió en el 2021, y el 16 de octubre de este año, cumplieron con la segunda edición.

Andaina solidaria, en la que participaron más de 200 personas, para recaudar fondos para la investigación del cáncer de páncreas.
Andaina solidaria, en la que participaron más de 200 personas, para recaudar fondos para la investigación del cáncer de páncreas.

Fue más gente de la esperada: «Más de 200 personas» y consiguieron reunir más de 2.500 euros en donativos. «La causa es triste, porque tratábamos de reunir fondos para la investigación del cáncer de páncreas. Sin embargo, contratamos a una charanga e hicimos una chocolatada, porque también habrá que celebrar la vida». Desde la Asociación de Mulleres Rurais también recurren a otras formas. Por ejemplo, con la llegada de la Navidad, trabajan con una empresa local para vender figuras decorativas y donar todo lo recaudado. «Esto lo hacemos por las personas que se fueron y por las que se quedaron», nos dice convencida.  

Cristina Sandín, presidenta de la Asociación Cáncer de Páncreas: «Solo el 2 % de las becas oficiales de investigación se destinan a esta enfermedad»

Cristina Sandín, presidenta de la Asociación Cáncer de Páncreas.
Cristina Sandín, presidenta de la Asociación Cáncer de Páncreas.

La Asociación Cáncer de Páncreas (Acanpan) es la primera entidad de este tipo dedicada exclusivamente al tumor, arrancó en el 2015, como iniciativa de dos pacientes: «Cuando a mi mejor amiga de la infancia, mi hermana, Carmen, le diagnosticaron un cáncer de páncreas, otra amiga y compañera del trabajo, Olga, acababa de pasar por una operación de lo mismo», explica Cristina Sandín, la actual presidenta. Ella fue quien las puso en contacto: «Eran dos personas con muchísima iniciativa, ganas de vivir y de ayudar a los demás», recuerda. El registro oficial de la asociación se realizó en noviembre del 2014, y en mayo del 2015, Carmen, que era la responsable, falleció. Olga tomó su relevó, pero en diciembre, tan solo unos meses después de despedirse de su compañera, ella también falleció. Desde entonces, Cristina es la presidenta, «la heredera» de lo que sus amigas comenzaron: «Carmen me pidió que continuara con su labor». 

Y así lo hizo. Desde entonces, Acanpan reclama la existencia de este tumor «porque el cáncer de páncreas no solo es silencioso en un sentido clínico, sino también en el sentido científico, institucional y social». Cuando comenzaron, recuerda Cristina, «había unos 6.500 diagnósticos en España». Para este año, la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) estima que habrá 9.250. Un crecimiento nada desdeñable, si se tiene en cuenta que este tumor es uno de los más mortales. «Nosotros percibimos un incremento del interés por parte de la comunidad científica, y se investiga cada vez más, pero todavía no tenemos grandes avances en la calle», lamenta.

Entre el 13 y el 17 de noviembre, es posible participar en la Carrera Virtual de Las Ciudades, que ayuda a concienciar acerca de este cáncer y todo lo recaudado a través de las inscripciones irá íntegramente destinado a investigación. Este año, se celebra el 27 de noviembre en Vilamartín de Valdehorras, Ourense. 

Por eso, desde su posición reclaman una mayor financiación: «Está clarísimo que hay una enorme falta de fondos, porque con los datos de fallecimiento que hay, solo el 2 % de las becas oficiales se destinan a esta enfermedad». La asociación también es sinónimo de apoyo: «La gente, tanto pacientes como familiares, llegan con muchísimas dudas. Porque al ir al médico, como los profesionales deben estar más concentrados en lo suyo, siempre les quedan muchas preguntas por decir», precisa. Y lucha por una atención igualitaria en todos las comunidades: «En España, aunque parezca mentira, el cáncer de páncreas es diferente según dónde vivas. Estamos trabajando para que este no ocurre y que haya un hospital de referencia para cada paciente», reclama la presidenta. 

Para María Tuñas, uno de los puntos fuertes de este tipo de entidades, es la comunidad que se crea: «Hablamos por Whatsapp y siempre nos contamos cosas. Muchas veces necesitas compartir cómo te sientes. Cuando enfermé, no conocía a nadie que tuviese el mismo problema que yo», recuerda. Cristina Sandín explica que, precisamente, el hecho de ver que otros han conseguido superarla «genera muchas esperanzas». Sin embargo, dice, al lado de mucha historia buenas «están los números y estadísticas de quienes no lo han logrado». Por eso, también trabajan. 

Lucía Cancela
Lucía Cancela
Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.