Numerosos dirigentes europeos reclaman el voto positivo en la consulta
04 jul 2015 . Actualizado a las 14:58 h.Solo queda esperar. La Unión Europea puso ayer el broche a la intensa campaña a favor del sí en el referendo griego de mañana. Desde todos los rincones de Europa un coro de voces ha intentado persuadir a los griegos para que den la espalda a su primer ministro, Alexis Tsipras, alertando de las dificultades por las que pasará Grecia si se impone el no. «Su posición estará radicalmente debilitada», advirtió ayer el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, desde el Gran Ducado. «Incluso si hay un sí, tendríamos que afrontar una negociación difícil», reconoció.
Sus declaraciones forman parte de una ofensiva para evitar que Tsipras revalide en las urnas el apoyo popular a su estrategia negociadora. El hostigamiento por parte de sus socios del euro y la troika acreedora, sumado a los desplantes y las acusaciones verbales del griego, han abierto una brecha que a veces parece insalvable entre las capitales europeas y Atenas. Sea cual sea el resultado de la consulta, muchos auguran ya un auténtico calvario en las negociaciones del tercer rescate griego. Sin ir más lejos, el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, advirtió de que cualquier acuerdo tendrá que diseñarse sobre «nuevas bases» y «bajo duras condiciones económicas».
Trifulca con Dijsselbloem
Intentando desmontar el discurso del miedo propagado desde Europa, el ministro de Finanzas griego, Yanis Varufakis, aseguró que estos días se estuvo negociando en secreto un acuerdo que ya estaría prácticamente listo para aprobar en los días posteriores al referendo, con independencia del resultado de este. El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, lo desmintió de forma tajante aunque fuentes de Bruselas no lo niegan, lo que produjo una nueva trifulca entre el holandés y los helenos. «Todo político que sostiene que al votar no las cosas serán más fáciles, simplemente se burla de la gente», sostuvo el primero.
Para evitar sorpresas, todos los eurócratas se han volcado en la campaña contra el no. El comisario europeo de Economía, Pierre Moscovici, emulaba ayer a Varufakis y publicaba en su blog las razones y deseos que le empujaban al sí. «Realmente quiero y espero fervientemente que Grecia mantenga su lugar en Europa y en el euro», asegura tras recordar que los griegos han sido «víctimas colaterales de juegos políticos, terquedad ideológica y cálculos miopes» en una batalla que han librado la derecha y la izquierda en Europa.
La voz que puso el broche institucional a la campaña fue la del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. El polaco contrarió a Juncker al asegurar que en esta consulta no se determinará si Grecia sale del euro: «Está bien claro que [el referendo] no es sobre estar o no en la eurozona. No creo que nadie esté interesado en este tipo de opción». Sin embargo, sugirió hacer cambios en los Tratados para intentar acomodar al país si decide abandonar la moneda. «Si necesitamos algunos cambios legales para salvar Europa, es posible debatirlos», indicó.
La prioridad para todos sigue siendo mantener unida la zona euro. «Puede que tengamos que acostumbrarnos a vivir con un país miembro en la bancarrota», advirtió Tusk aunque sin culpar solo a Grecia de la situación. «Aquí nadie es un ángel», dijo.