Seis aspirantes de esta esquina del mapa intentaron quedarse en la casa de Guadalix. Solo dos lo consiguieron
20 sep 2017 . Actualizado a las 12:41 h.Gran Hermano 18, rebautizado como Gran Hermano Revolution, encerró el domingo en su redecorada casa de Guadalix a cien personas. Había, entre ellas, seis gallegos. La reclusión no fue más que el enésimo intento de Zeppelin y Mediaset para relanzar un formato agonizante tras la marcha de Mercedes Milá. Inspirada en una propuesta de FremantleMedia titulada Lárgate de mi casa, la estrategia consistía en arrancar la nueva edición del reality con una gala de salidas y no de entradas. El espectador, en lugar de ser testigo del clásico ritual de besos y presentaciones del primer día, asistió este martes al descarte.
La idea inicial, presentada por la productora británica, pasaba por hacer convivir a la multitud durante todo el concurso, sin embargo, tal y como publicó El Confidencial Digital, el planteamiento no acabó de convencer a Paolo Vasile: demasiada gente en la pantalla, demasiadas historias, demasiadas relaciones, imposibles de recoger por las cámaras y de contar a la audiencia. Al parecer, Jaime Guerra, ex director general de Zeppeling y hoy director de producción de Mediaset, habría convencido al italiano para adaptar el innovador formato al proyecto clásico de Gran Hermano, engendrando lo que este martes nació como Gran Hermano Revolution.
Seis gallegos se colaron entre los aspirantes: Dimas Blanco, Miriam Santiago, Manuel Carbón, Rubén Valle, Cristian López y Cristian García. Solo Rubén y Miriam lograron convencer a la organización.
Los concursantes oficiales
Rubén Valle
Rubén, del que Jorge Javier Vázquez ha dicho que «revolucionó Twitter a lo largo del día», fue el primer concursante gallego en entrar a la casa de Gran Hermano 18. Eso, si no contamos a su madre, que entró antes que él con un tupper con macarrones. El vigués estaba dispuesto a cederle a su progenitora su puesto en la casa, pero, finalmente, Jorge Javier anunció que el que entraba era él.
Mientras, dentro de la vivienda, su madre hacía lo que toda persona orgullosa de su hijo: enseñar su foto vestido de primera comunión, con su traje de «marinerito».
Rubén es de Vigo y tiene 21 años. Se define con un chico «echado para adelante», presumido, chulo y muy tontorrón cuando habla con una mujer. «Mis amigos no quieren salir conmigo porque les quito a las chicas», reconoce entre risas. «Conquisto a las mujeres, pero no soy capaz de abrirme a ellas -reconoce-. Eso es una movida». Cuando le conviene, también es un pasota. Muy familiar. «Mis padres me lo dieron todo siempre, a ver ahí, a ver quién me hace la cama por la mañana».
Rubén se dedica a programar autómatas, es un apasionado de las matemáticas y, asegura, le encanta viajar «sentir emociones y llenarse de experiencias nuevas cada día».
Miriam Santiago
La ribeirense fue la segunda gallega seleccionada para entrar en la casa de Gran Hermano Revolution. Para ello, tenía que encontrar antes que otro de los candidatos, Hugo, una botella, que estaba en la piscina. Y esta campeona de artes marciales lo consiguió.
Finalmente, también Hugo (su rival en la búsqueda de la botella), entró con ella en la casa por decisión de ella. Sus destinos están unidos, de modo que dependen el uno del otro para permanecer en Gran Hermano 18.
Tiene también 21 años y es de Ribeira. ¿Cómo se ve a sí mismo? Empática, enérgica, responsable, inconformista, muy competitiva, cabezota y muy celosa. Una de sus mayores pasiones son las artes marciales -llegó a ser campeona mundial en Sicilia en el 2010-, pero también practica surf y baila, «cualquier actividad que requiera esfuerzo físico».
Para ella, concursar en Gran Hermano es un reto personal. Siente envidia cada vez que lo ve por la tele y este año ha decidido que quiere experimentar esas vivencias en sus propias carnes. «Es difícil encontrar una chica como yo -asegura-. Con cara de inocente y presumida, y que discuta cuando haya que discutir».
Los que se quedaron fuera
Dimas Blanco
Tiene 21 años y es de Viveiro. Dice que entrar en Gran Hermano es su sueño, que su idea es «olvidarse del exterior» y actuar «dejándose llevar por sus sentimientos». Se define a sí mismo como una persona sin complejos, «una diva de la vida». Le gusta ser el centro de atención. Se considera atrevido, luchador y positivo; también cabezón, impaciente e insistente, cotilla, a veces tramposo, e interesado. «Cuando le robo la faja a mi madre me convierto en Afrodima».
A Dimas, que trabaja en una conservera de atún, le gusta, maquillarse, ligar, salir de fiesta y cotillear en las redes sociales. «Soñaba con ser una Spice Girl, como no lo pude conseguir entrar en Gran Hermano sería lo máximo».
Manuel Carbón
Tiene 22 años y es de A Estrada. Oposita a maestro de primaria, pero su verdadera pasión es la magia. Se considera «una combinación de muchas personitas diferentes». «Soy un friki total», sentencia. Cree que entrar en Gran Hermano es una manera de conocerse a uno mismo, de comprobar cómo se reacciona en situaciones límite.
Manuel tiene novia desde hace año y medio, «está muy enamorado de su chica y es la única relación estable que ha tenido», resalta la web de Telecinco.
Cristian López
Es de Lorbé (A Coruña). Tiene 24 años. Y es tatuador. Se presenta a Gran Hermano con su amigo Cristian. «Nos hacemos llamar 'C' al cuadrado», comenta. Se considera peculiar: «con mi edad, hoy en día, tengo las cosas bastante claras, soy calculador».
Es, además, cantante en un grupo de metal. Promete risas en la casa, más si va con su amigo. «Juntos somos una combinación bastante curiosa», avanza. Destaca de él también Telecinco que es un chico sincero, generoso y comprensivo, algo incontinente verbalmente, emocionalmente intenso, celoso y luchador.
Cristian García
Cris es también de A Coruña, tiene 29 años y se considera músico, aunque en realidad se gana el pan siendo cartero. No cree que haya nadie al cien por cien noble, que todo el mundo tiene un punto en el que «flojea». ¿Por qué se presenta a Gran Hermano? «Es culpa de mi amigo», admite. ¿Qué pasará si pasa él solo y no con su colega?
Cristian se define, además, como una persona alegre, extrovertida y excéntrica. Es empático, sensible y puede ser su peor enemigo si se deja llevar por sus miedos, reza su presentación en la web de la cadena. «Suele ver el lado alegre de la vida y cree firmemente en el esfuerzo como único instrumento para llegar a las metas».