El pop celta y guitarrero de El Sueño de Morfeo triunfó en Carballo

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

FIRMAS

Raquel del Rosario, en plena actuación.
Raquel del Rosario, en plena actuación. ANA GARCIA

El público premió la entrega y la simpatía del trío y coreó buena parte de sus canciones

26 jun 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Tal vez porque las expectativas eran un poco bajas, la actuación de El Sueño de Morfeo (ESDM) en el concierto central del San Xoán de Carballo, el lunes por la noche, gustó el doble. O el triple. Pasó algo similar a lo de (por ejemplo) OBK hace doce años, ese dúo tecno por el que nadie apostaba un duro y al final levantó a toda la plaza en palmas. Las apariencias engañan. Pues con ESDM, lo mismo. Tienen, en algunos sectores puristas, esa fama de grupo pop ñoño, blando, que ni chicha ni limoná, nin arre nin só. La marca blanca de La Oreja de Van Gogh, que decía con mucha malicia Buenafuente. El fracaso de Eurovisión acabó por darles la puntilla.

Pero después los ves en directo y resulta que no. Que son un grupo honesto, profesional, conocedor del oficio, con experiencia suficiente para adaptarse, que se sabe mover en el escenario, que trata de conectar cuando el público es frío o poco receptivo. Porque esa es otra: no hay que olvidar que no se trata de un concierto de pago, al que van los fans que se las saben todas. En el San Xoán de Carballo espectadores son todos y la música tiene que ser para todos: los abuelos que van a ver qué hay en la plaza, los adolescentes que se han enterado de que el grupo existe gracias a la fama del festival celebrado en Suecia, matrimonios con hijos que preferirían estar en los autos de choque o en los karts, incluso en el Saltamontes. Curiosos a los que les suena un poco alguna de las canciones de ese grupo al que sin duda han criticado pese a conocer solo dos sencillos. Un público ecléctico, heterodoxo, que diría algún profesional. Y no es fácil lidiar con espectadores poco predispuestos y menos si a lo lejos alguien canta un número de la tómbola.

En este escenario, ESDM sacó nota. Alta. Aguantó al público en la plaza, llena. Desde luego, sin abarrotes incómodos como otras veces, pero tampoco con retiradas masivas a mitad de concierto, también como otras ocasiones. Varias generaciones se sorprendían de conocer más canciones de las que esperaban. Agradecieron y aplaudieron la entrega de Raquel, la simpatía de David (uno de sus dos compañeros, el otro es Juan), la música limpia del grupo, los sones celtas en la mayoría de las canciones (una flauta, una gaita y un violín empujan la afinidad cultural), guitarras potentes, la iluminación sencilla y sin estridencias. Conectaron, y eso cuesta.

Hora y media

La actuación comenzó a las 11.12 minutos y terminó, tras los dos bises de rigor, a las 12.46. Dieciocho canciones (23 técnicamente, porque una fue un medley de éxitos veteranos) que comenzaron con Lo mejor está por llegar (cierto) y terminaron con Nunca volverá (tal vez), compañera de la eurovisiva Contigo hasta el final que, escuchada en la plaza, daba para muchos más puntos de los que obtuvo en el concurso.

Detrás quedaba una mezcla con Gente, Depende de ti, Después de ti, Si no no estás, Nos vemos en el camino, Ojos de cielo, Un día más, Okupe de tu corazón, Chocar, Voy a vivir, Revolución, Esta soy yo, Atrévete y Para toda la vida. Una buena selección de su década larga de trayectoria.

Detalles para recordar: David entonando el Ondiñas veñen en la mitad de Ojos de cielo tratando de que los espectadores se animasen más, y lo hicieron, a la vista de que no cantaban demasiado alto el «No sin ti», una parte de la letra. La gran versión de Voy a vivir del clásico I?ll survive de Gloria Gaynor. Los coros en Revolución. Decenas de chicos-hombres cantando Esta soy yo. La mezcla rápida de 1+1 son 7, Física o Química, Para ti sería (sin Nek, claro), Déjame verte y Cuatro elementos, que se puede retitular como «no puedes decir que no». La larga marcha de Atrévete, en cuya inesperada mitad se sacaron una foto con el público, muy participativo en los coros en este tema, que ayer ya tenían en su Twitter. O la traca final, previa al final-final, de Para toda la vida. A nadie le vino el sueño con ellos.