Transporte

FERROL

10 may 2013 . Actualizado a las 19:19 h.

Hace poco me contaba un amigo que en una localidad de Holanda donde trabaja su hermano, el 90 % de la población acude a trabar en bicicleta, aunque haga un frío gélido o caigan chuzos de punta.

Está claro que en España no existe ese hábito saludable, y que el uso del transporte público es cada vez menor y, consecuentemente, mayor el del coche y vehículos similares. Aunque si hubiera o hubiese alguien que, concienciado con el medio ambiente, decidiese dejar el coche aparcado en su garaje y acudir a su centro de trabajo en bus o tren, desistiría pronto de su empeño.

Eso mismo pensaba yo hace unas semanas cuando me subí a un tren de lujo con la ministra de Fomento para inaugurar la temporada de convoyes turísticos de Renfe. Si el dinero que se gastan esos turistas que, increíble, pero aún existen, capaces de pagar copiosas cantidades por una noche en una suite de tren, lo destinasen a habilitar un enlace directo y rápido con ciudades como A Coruña, Santiago o Vigo, mejor nos iría.

Si las frecuencias de trenes y buses se incrementasen, lejos de ser recortadas, si se gravase más a los conductores para que contemplasen otro modo de transporte que no fuese al volante, o si se recuperase el hábito de caminar, el medio ambiente y la salud lo agradecerían. ¿Cuántos vecinos de A Graña, A Cabana o Serantes acudían hace no mucho tiempo caminando a Ferrol para trabajar? Hay que cambiar la mentalidad.