El laboratorio de la operación Leiceaga

Domingos Sampedro
domingos sampedro SANTIAGO / LA VOZ

ELECCIONES 2016

MARCOS CREO

El PSdeG convierte el 26J en la sala de ensayos de las autonómicas de otoño y ocupa con su aspirante a la Xunta el vacío de poder creado por la dimisión de Besteiro

12 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En solo seis meses, que es lo que separa al 26J del 20D, las dos campañas consecutivas de generales, puede cambiar completamente la vida de un partido. Le ocurrió al PSdeG-PSOE, que en ese corto trecho quedó descabezado debido al rosario de imputaciones judiciales que precipitó la dimisión de Besteiro, al tiempo que mostró su fractura interna en dos bloques con la celebración de unas elecciones primarias que catapultaron a Fernández Leiceaga como candidato a la Xunta. El economista compostelano recibe ahora su bautismo de fuego en una campaña sobrevenida, concebida como un training personal y como la sala de ensayos de lo que serán las autonómicas de otoño.

Fue a partir de la crisis que se abrió en el PSdeG con la pérdida temporal de la Diputación de Lugo y la posterior imputación judicial de Besteiro, hace casi un año, cuando el partido inició su rumbo errático y perdió la capacidad de marcar la agenda política con su discurso. Las cosas se agravaron en vísperas de Semana Santa con la dimisión de Besteiro, pues desde entonces ni la gestora dirigida por Pilar Cancela ni la gira hacia ninguna parte que emprendió Abel Caballero lograron taponar esa gran grieta por la que se escurrió el liderazgo del socialismo gallego.

Si algo lograron las elecciones primarias de mayo fue romper con la atonía de los últimos meses al activar a las bases del PSdeG. Al menos a los 6.700 militantes (más del 65 % de su censo) que acudieron a las urnas instaladas en las agrupaciones para escoger a un candidato.

La elevada participación permitió que Leiceaga empezara a desempeñar su nuevo rol con un grado de legitimidad muy alto, lo que le permitirá asumir algunas tareas al frente del partido más allá de lo que sería un mero cartel electoral. La fuerte oposición interna que tuvo Besteiro tras su imputación judicial, junto a la debilidad mostrada día tras día por una gestora timorata a cuya presidenta le llegaron a pedir la dimisión desde Vigo, inhabilitaron al PSdeG para coordinar a su grupo parlamentario e impidieron que se concentrara en lo esencial: en definir su estrategia y su rumbo político.

Es algo que se vio en la anterior campaña del 20D, cuya coordinación de facto recayó en cuatro chavales tan voluntariosos como inexpertos de Xuventudes Socialistas -y menos mal que estaban ellos-, un método de trabajo que alarmaría a equipos de coordinación de otras épocas, como los que formó Emilio Pérez Touriño con Antón Louro o con Ricardo Varela.

Leiceaga decidió romper con esa deriva en la carrera del 26J, donde se combina la proliferación de actos -una media de cuatro diarios- con la articulación de un nuevo discurso político, claro y coherente. En eso consiste la operación Leiceaga, en ocupar el vacío. Hoy lo hará, por ejemplo, con actos en Culleredo, Carral, Fene, Cedeira y Ortigueira. Y ayer lo hizo imponiendo doctrina con un decálogo de propuestas al futuro Gobierno del Estado que dejan traslucir un verdadero programa para Galicia. Incluye puntos como la revisión del modelo de financiación autonómica, el traspaso de la inspección laboral, de tráfico o de la policía autonómica, el cumplimiento de plazos para el AVE gallego o sendos paquetes para mejorar la actividad pesquera o la agroganadera.