
La inflación escala un 8 % en Galicia, una subida inédita desde 1989, impulsada por las desorbitadas facturas de la electricidad, el gas y los combustibles
11 nov 2022 . Actualizado a las 12:44 h.La inflación se desata en Galicia, la sexta comunidad donde más han crecido los precios respecto a hace solo un año. Según los datos publicados ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el índice de precios de consumo (IPC) avanzó hasta el 8 % en febrero, cuatro décimas más que la media nacional (7,6 %).
El coste de la vida no hace otra cosa que subir. Llenar el depósito de gasolina, por ejemplo, ya cuesta unos 20 euros más que a principios de año, según la OCU. Pero, ¿en dónde se están dejando más dinero los gallegos?
Según los datos del Instituto Galego de Estadística (IGE), lo que más se ha encarecido es la factura de la electricidad, el gas y otros combustibles, que ha repuntado un 62 %. Utilizar el coche para desplazarnos al trabajo o hacer viajes es casi un lujo: su coste ha aumentado un 16,1 %. Y más que subirá en marzo, porque esta semana algunas gasolineras gallegas ya estaban vendiendo el litro de gasolina a más de 2 euros. En estos momentos hay unos 230.000 gallegos mileuristas que dedican dos de cada 10 euros que ingresan a llenar dos veces al mes el depósito de gasolina.
Las cosas no están mejor en los supermercados. Los alimentos y las bebidas se han encarecido un 5,4 %. El pan, los cereales, la leche, los huevos, el aceite, el queso y las legumbres empiezan a ser artículos de lujo en la cesta de la compra de los gallegos. La gran subida está por llegar, porque la guerra en Ucrania ha agravado el desabastecimiento de cereales y aceite de girasol.
Algo tan común como renovar prendas de vestir o calzado ya es un 4,4 y un 2,6 % más caro en Galicia, donde los muebles se han encarecido un 7 %. No es lo único que ha subido de precio en el hogar. Los servicios para el mantenimiento de la vivienda avanzan un 3,5 %. No se salvan ni los precios del alquiler: subieron un 1 %.
Adquirir un vehículo en Galicia es un 4,6 % más caro que hace un año. Salir a comer a un restaurante o tomar algo con los amigos en el bar cuesta un 4,3 % más.
En esta carrera alcista desenfrenada de los precios, también destaca el fuerte repunte de los servicios financieros (10,6 %), vinculado a las comisiones que aplican los bancos a sus clientes para compensar la pérdida de rentabilidad en un escenario de tipos de interés que siguen bajo mínimos. La renovación de los seguros también ha subido, un 2,9 %.
Depósitos llenos y acopio en bidones en previsión de nuevas subidas
En algunas gasolineras de Vigo, el diésel se comercializaba a 1,891 euros, más caro que la gasolina, que se dispensaba a 1,861
Viernes 11 de marzo, y el precio de la gasolina y el diésel vuelve a marcar un nuevo récord. Pero lo verdaderamente sorprendente es que el gasoil está a la par que la gasolina, e incluso en algunas estaciones de servicio gallegas ya está más caro, como en la gasolinera situada entre Tui y Guillarei, cerca del polígono de A Gándara, en donde a diario se abastecen decenas de camiones y conductores transfronterizos. «El diésel hoy está a 1,891 euros; la gasolina, a 1,861 euros. Es de locos. Nosotros estamos tan sorprendidos como los consumidores», afirma uno de los cuatro trabajadores, mientras rellena un bidón de gasolina a un cliente. «No, no me quedé sin combustible. Acabo de llenar el depósito, y me llevo este bidón, porque al paso que va esto, si hoy está caro, para la semana va a estar más», afirma un conductor que cubre a diario la ruta Tui-O Porriño dos veces, para trabajar. Otra clienta espera turno en su coche. «Trabajo en Vigo, hago a diario una media de 60 kilómetros, y el coste empieza a ser ya inasumible. Pensaba echar 20 euros, pero igual el lunes está más cara, así que voy a repostar 50. Pero esto es una barbaridad, alguien tiene que pararlo, porque siempre pagamos el pato los mismos», afirma resoplando, pero con inevitable cara de resignación.
Un coste inviable
En la misma estación de servicio, tres camiones de gran tonelaje aguardan para ser atendidos. Los tres tienen matrícula portuguesa. Aunque su servicio es transfronterizo, aprovechan el paso por Tui para reponer combustible a unos cuantos céntimos más barato que al otro lado de la frontera. «De momento compensa, pero el coste es inviable, y esto no parece tener fin», dice uno de los transportistas que espera al pie del camión con un par de garrafas de 50 litros para hacer acopio.
Aunque los precios se han disparado en ambos países, el desfase a uno y otro lado de la frontera se mantiene. Ayer, la diferencia entre Galp de Valença y OutleTui era de 0,26 céntimos en el gasoil y de 0,3 en la gasolina. ¿Puede esta situación generar en algún momento un desabastecimiento? «Porque falte el producto no. Otra cosa es que si esto sigue así, con este vaivén de precios, habrá días en los que algunas estaciones de servicio no puedan hacer frente al coste que supone llenar los tanques, porque la mayoría somos pequeñas empresas», afirma el encargado de la estación de servicio.
Los empleados de esta gasolinera se temen una avalancha de conductores procedentes de Portugal. «El fin de semana pasado ya lo notamos. No paramos en todo el día. Y algunas gasolineras como la del Outlet de Tui tuvo colas y agotó los depósitos».
No es para menos porque, según explica, en municipios fronterizos como Tui y Valença, Tomiño y Cerveira o Monçao y Arbo, una diferencia de tan solo tres kilómetros entre gasolineras a uno y otro lado de la frontera pueden suponer 15,6 euros de ahorro en cada vehículo de gasoil y hasta 18,3 en los de gasolina para utilitarios con 60 litros de depósito.
«Paguei 500 euros pola luz e sigo pasando frío na casa»

Mariña M. reside nun piso do casco histórico da cidade da Coruña xunto coa súa filla. Hai uns días chegou a factura da luz correspondente ao consumo realizado entre o 19 de decembro e o 27 de xaneiro: 508,41 euros. Case cae de costas co susto. «É unha ruína, nunca na vida pagara tanto pola luz», lamenta. O recibo duplicou o que ela considera normal para un mes de inverno: uns 250 euros, mentres que o do verán rolda entre os 70 ou os 80 euros.
Todo o equipamento da vivenda é eléctrico e Mariña estaba afeita á antiga tarifa nocturna, que lle permitía acender dous acumuladores pola noite, cando a luz era máis barata, e soltar calor durante o día. Agora sigue facendo o mesmo e, a maiores, necesita enchufar radiadores para quentar a casa. Á vista da última factura deixou de facelo e «paso frío na casa».
Mariña ten contratada a tarifa regulada, esa que está directamente vinculada aos prezos do mercado por xunto de electricidade, e que está arruinando a súa economía doméstica. «500 euros son a terceira parte do que cobro cada mes, quen se pode permitir ese gasto cada mes?», quéixase. Así que, despois do susto inicial, Mariña decidiu chamar á súa compañía, a Naturgy, para pedir explicacións. «Dixéronme que estaba todo ben, que o meu consumo era o habitual por estas datas, pero que, claro, que o prezo da electricidade se disparara». Agora está probando cunha tarifa plana. A ver se lle vai mellor e consigue aforrar.
María Alvarado: «Espero llegar al verano sin tener que encarecer el servicio»

Todos los días María Alvarado coge su furgoneta y recorre los 25 kilómetros que hay entre su domicilio, en el municipio de Cerceda, y la ciudad de A Coruña, donde regenta una lavandería. Explica que la subida de los precios de los combustibles y de la electricidad ha supuesto un duro golpe para su economía familiar y para la de su empresa. «En la lavandería tengo todo eléctrico: la plancha, la lavadora, la máquina de secado... Así que la factura de la luz ha aumentado cerca de 150 euros al mes», explica con preocupación. Y como también hace reparto, llenar el depósito estos días es un delirio. «Antes lo podía llenar por 50 o 60 euros, pero ahora son más de 80», dice escandalizada.
María comenta que lleva este negocio desde el año 2005 y, aunque hubo épocas malas, como lo más duro del confinamiento, esta situación la está sobrellevando con más preocupación. «Es que no es solo que suba la electricidad o la gasolina, es que sube todo. Ten en cuenta que yo por este negocio pago una media de 3.000 euros fijos al mes, entre el alquiler del local, los seguros, el gasto de agua, de luz... Y las cuentas no cuadran». Asegura que, por el momento, no quiere repercutir esas alzas en los precios que pagan los clientes y que intentará aguantar hasta el verano. «Pero si la situación sigue así, si no se estabiliza, tendré que tomar esa decisión», comenta.
Julio López: «En un solo día llegué a pagar tres precios diferentes al mismo perador por el mismo combustible»

Julio López Vázquez es presidente de las federaciones provincial y autonómica de estaciones de servicios. También es gerente de la gasolinera Bazarra en Cee. «La situación en la que nos encontramos es única. Nunca antes el combustible se había incrementado en 40 céntimos en siete días». Y añade: «La volatilidad es tan elevada que en mi caso este lunes llegué a pagar tres precios diferentes al mismo operador por el mismo combustible. Hay proveedores que de la mañana a la tarde te ofrecen el mismo producto con una diferencia de dos céntimos de euro».
Según Julio López, las diferencias de precios entre estaciones de servicio tienen dos causas posibles: «La primera es que la gasolinera tenga existencias de carburantes, por lo que puede mantener los precios. La segunda vendría derivada de tener que realizar varias compras en un mismo día, o en un par de días, lo que ensancha esa horquilla o diferencia de precios entre estaciones de servicio». El empresario ceense también deja claro que los autónomos del sector no se están enriqueciendo como apuntan algunas voces. «En mi caso, he tenido que asumir en los últimos días incrementos acumulados de hasta 40 céntimos, pero yo no puedo trasladar todo ese alza a mis clientes. De hecho, yo soporto el 14 % del margen que a mí sí me aplica mi operador. Si yo repercutiera toda la subida tendría que poner la gasolina y el gasoil a 2,20 euros el litro».
Una conductora de A Coruña: «Intento coller menos o coche e compartilo»

Parar a llenar el depósito del coche se ha convertido en práctica de riesgo para muchos ciudadanos. La incesante subida de los carburantes hace que algunos incluso modifiquen sus hábitos con el fin de minimizar este impacto en sus bolsillos. «Botei un pouco máis ca outras veces porque sei que se boto o mesmo vaime durar menos. Téñoo claro», confirmó Eva, una conductora de A Coruña. «Normalmente gasto 50 euros, pero hoxe foron 60. Antes, con esta cantidade, chegábame para dúas semanas. Agora intento coller menos o coche, compartilo nas viaxes... Por exemplo para coller os nenos no cole xa miramos máis de compartilo e facer menos viaxes. Isto xa vén de antes desta crise», resaltó. Otros, como Enrique, también modificarán la forma de conducir: «Lo haré de una manera más suave y eficiente. A ver si así consumo lo menos posible».
José Manuel García: «Habrá que consumir solo lo imprescindible»

Los conductores llevan semanas rascándose el bolsillo para llenar los depósitos de sus vehículos. Y estos días, un poco más. Entre la resignación y la indignación, José Manuel García se acercó a la gasolinera de O Berbés, en Vigo, para echar algo de gasolina en el vehículo de su empresa. «Ya no quise ver ni los litros, porque ahora son muchos menos», comentaba antes de subirse al coche. Este trabajador de una empresa de reparación naval considera que la subida es exagerada. «La solución más viable es consumir menos porque los precios no van a bajar». Cree que, en adelante, se hace más necesario «repostar lo necesario e imprescindible». Frente al alza de precios, opina que hay que usar el transporte público. «Lo complicado va a ser para la gente que vive del transporte», dice.
Mercedes Mosteiro: «Hay que subir precios y unificar rutas»

Las hermanas María Jesús y Mercedes Mosteiro tienen claro que la subida del gasoil es un golpe más para su empresa CTT Express Milladoiro (Ames), pero «no es el único problema»: «Al precio del combustible hay que sumar que los paquetes no están llegando. Es todo más complejo que solo el precio de la gasolina. Si una ruta tiene, por ejemplo, 90 paquetes como número fijado para ser rentable, y baja a la mitad no se puede mantener esa ruta sin ajustes», explica Mercedes Mosteiro. Con la guerra de Ucrania, el tren que viene de China «con la paquetería, con todas esas cosas que se compran por internet, tiene que dar una vuelta para sortear Rusia y evitar Ucrania, por lo que tarda mucho más en llegar la mercancía. Eso provoca que bajen los paquetes por ruta. Sencillamente, no llegan aquí», explica. La empresaria comenta que la única solución es, además de subir las tarifas por reparto a los clientes, «unificar rutas. Que el repartidor, por ejemplo, de Santa Comba asuma la de Mazaricos, porque le sobra tiempo. Pero el de la ruta anulada se va a casa». María Jesús apunta que, en estos momentos, la caída de la paquetería es menor a la que se prevé en las próximas semanas, porque «aún hay muchos paquetes pendientes de reparto, pero lo que se está comprando ahora, desde que estalló la guerra, tendrá un retraso de entre 15 y 21 días. Cuando se termine de repartir lo que está atrasado, caerá más el trabajo».