Saracho dice que intentó salvar el banco y Ron le acusa de hundirlo

Ana Balseiro
ana balseiro MADRID / LA VOZ

ECONOMÍA

Juan Medina | REUTERS

El último presidente cree que los accionistas «están en su derecho» de reclamar y su antecesor le endosa la responsabilidad

16 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El último presidente del Banco Popular, Emilio Saracho, rompió ayer su silencio, nueve días después de la resolución y posterior subasta de la entidad. Lo hizo de forma casi telegráfica y ante la insistencia de los medios de comunicación, en la junta general de accionistas de IAG, a la que acudió en calidad de consejero, para admitir que los accionistas de la entidad que han visto desaparecer su inversión «están en su derecho» de emprender acciones legales contra el consejo de administración que él presidió o contra el que le precedió.

Preguntado sobre si se podría haber evitado la intervención de la entidad por parte del BCE, su resolución y venta exprés posterior al Santander, el expresidente se limitó a decir: «Lo he intentado».

Sobre lo que permaneció mudo fue respecto a las declaraciones de su predecesor al frente del banco, Ángel Ron, que en entrevistas a diferentes medios -tres desde el domingo- insiste en señalarle a él como responsable del hundimiento de la entidad.

Ron, que había mantenido un mutismo completo desde su salida del banco, a principios de año, ha cambiado de estrategia tras la caída del mismo y los movimientos de un creciente número de accionistas que pretenden llevarle a los tribunales por su gestión, especialmente por la ruinosa ampliación de capital de hace un año.

Ante este escenario, el banquero gallego ha pasado al ataque, responsabilizando a Saracho de la debacle final del Popular, ante la que dice sentir una «desolación absoluta».

«El banco ha sido solvente hasta mi último día al frente», defiende, para añadir que «fue la gestión de Saracho la que provocó la iliquidez». Por ello, dice sentirse «tranquilo» frente a las avalancha de demandas que se avecinan y ante las que rechaza tener cualquier responsabilidad.

De hecho, acusa a Saracho de haber hecho caer el valor, lo que, a la postre, desencadenó el pánico de los depositantes y quebró el banco: «Saracho decía que la acción estaba cara y que había que asustar al mercado para que cayese». El último presidente calla. Pero las espadas están en alto.