Oleiros, el museo de las glorietas

Antón S. Rodríguez OLEIROS / LA VOZ

A CORUÑA

El municipio tiene un curioso inventario de rotondas en sus calles y vías

21 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En Oleiros hay muchas rotondas y casi ninguna deja indiferente a quienes las cruzan. En los últimos años se han eliminado cruces, suavizados con estas glorietas que, poco a poco, se han ido coronando con algún motivo. Toda esta colección se recoge bajo la icónica mirada del Che, cuya figura vinculada a la resistencia de izquierdas y alianza castrista, contrasta con este municipio con una de las rentas per cápita más elevadas del país.

La zona más poblada de Oleiros presenta un catálogo generoso de rotondas decoradas, como el dolmen de Santa Cristina, o el puente de piedra de cantería sobre un río de pizarra a la entrada de Santa Cruz, o las tinajas gigantes en la gran glorieta de A Pezoca, un evidente guiño a un pueblo de origen alfarero.

Los motivos vegetales también abundan. El más espectacular está en la rotonda de Bastiagueiro, tan grande que acoge una pequeña muestra de flora, con algún árbol de gran tamaño y un césped que, con demasiada regularidad, es atacado por los jabalíes que se esconden no muy lejos. También con vegetación se señalan los cuatro puntos cardinales en el cruce entre la avenida Rosalía de Castro e Isaac Díaz Pardo, no muy lejos de A Pezoca. Y si seguimos en dirección contraria hacia la vía Ártabra se descubren dos glorietas de escaso diámetro coronadas por sendas palmeras que mantienen su equilibro gracias a elementos de sujeción.

Cerca de la urbanización de Xaz, conviven muy juntas dos grandes plataformas. En una sobresale una especie de pétalos de piedra labrada, mientras que en la otra se adivina un puzle a medio construir.

Ricardo Antelo es el autor de una de las últimas rotondas, una simulación de oleaje que se alza en la entrada del núcleo urbano de Santa Cruz. Recuerda que la idea partió del propio Concello de Oleiros, y él se limitó a buscar la ejecución más rentable posible. «Era un xogo co mar, coas ondas, coa auga», recuerda este escultor que dirigió las obras de la escultura hecha con granito duro de Salvaterra de Miño. «Da unha sensación de frialdade pero o que se busca é un efecto neutro, o problema da rotonda é que está nunha pequena baixada e non luce tanto», señala Antelo, natural de Cabana de Bergantiños y con taller en Ponteceso. Cada una de las tres piezas que componen este oleaje pétreo pesa unos 8.000 kilos. «Precisamos de tres madrugadas para colocalo», señala. Esta rotonda supone para Ricardo Antelo una especie de devolución al Concello donde se vio nacer y crecer como escultor. Cuando dejó la etapa de camionero se inició en la escuela taller del centro Isaac Díaz Pardo, en Perillo. Tras dos años de formación, montó su propio taller cerca de casa y en 1997 coronó su carrera -que sigue a sus 55 años- con el Premio Nacional de Escultura por una obra en colaboración con un diseñador madrileño. «No Concello de Oleiros trabállase moi ben como escultor, sempre van ao diferente, á vangarda…».