«Los alimentos que comemos dependen de avances científicos»

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS LUGO / LA VOZ

CIENCIA

Barcia, en un laboratorio de Ciencias, con un medidor de proteínas
Barcia, en un laboratorio de Ciencias, con un medidor de proteínas Óscar Cela

Ramiro Barcia subraya el trabajo del campus de Lugo para el sector primario de la provincia

12 feb 2021 . Actualizado a las 10:00 h.

Ni los científicos viven en otro planeta, ni su trabajo es ajeno a la vida diaria de la humanidad. Ese es el mensaje que Ramiro Barcia traslada y repite, con un interés que también ayuda, desde luego, a alejar la idea de la actividad científica como algo frío y alejado de emociones. «Los alimentos que comemos dependen de avances científicos», dice Barcia, profesor de Bioquímica en la Facultade de Ciencias de Lugo ciudad. «No es que la ciencia valga para la vida cotidiana. Casi todo lo que hacemos cada día depende de avances científicos», subraya.

La facultad donde da clases, situada en el edificio construido para Colegio Universitario, no queda lejos de otros centros que trabajan en estrecha conexión con el campo y con el sector agroalimentario. Destaca, por ejemplo, que los mecanismos de control del ganado vacuno o de las aves han mejorado muchísimo. «Yo como con seguridad. Lo alimentos son más seguros gracias a la ciencia», dice. En ese aumento de la seguridad, agrega, centros universitarios de Lugo ciudad, pertenecientes a la Universidade de Santiago de Compostela (USC), han realizado un gran papel: «El campus de Lugo ha servido para mucho», resalta Barcia, citando la función desempeñada en el campo forestal o en la ganadería.

Por otro lado, Barcia trabaja en el proyecto STEMbach, que conecta el mundo universitario con el de la educación secundaria. En el caso de Lugo, docentes de Veterinaria, de Ciencias y de la Escola Politécnica Superior coordinaron actividades realizadas por alumnos del IES Nosa Señora dos Ollos Grandes. Barcia, junto con la profesora Mercedes Novo, trabajó en el programa «Concentración das proteínas nos leites e bebidas vexetais».

Para la actividad se contó con tres leches -de vaca, de oveja y de cabra- y con dos bebidas de origen vegetal -de soja y de avena-. El proceso empezó tomando una cantidad de leche en polvo -de vaca y desnatada, precisa Barcia-, que se utilizó como proteína patrón. Se colocaron, en distintas cantidades, en seis tubos distintos, a los que se añadió agua y un reactivo que contenía cobre. A mayor intensidad del color azul -propio del cobre, explica Barcia-, mayor porcentaje de proteínas.

La de oveja es la que tiene mayor porcentaje de proteínas, con cinco gramos por cada decilitro, mientras que la de vaca tiene 3,3 gramos por decilitro, y la de cabra, un nivel muy similar. En cuanto a las bebidas de origen vegetal, la de soja ofrece unos niveles muy parecidos a los de la leche de vaca, y la de avena, bastante menores (1,8 gramos por cada decilitro).

El trabajo se desarrolló en cinco sesiones, condicionadas por el covid-19. Las prácticas tuvieron lugar en el laboratorio del IES Nosa Señora dos Ollos Grandes, manteniendo las distancias y limpiando la sala después de cada sesión. Barcia afirma estar muy contento de la experiencia. 

«Si no sabemos transmitir lo que sabemos, mal vamos», advierte

Barcia alaba con claridad la actitud de las alumnas que participaron en el trabajo. Por un lado, dedicaron cinco mañanas de sus vacaciones de verano a sesiones en el laboratorio del instituto; por otro, a ese tiempo se le sumó el de la redacción del trabajo. En total, detalla el profesor, la experiencia casi ocupó una semana a tiempo completa dentro del período vacacional. El docente resalta que iniciativas de ese tipo cumplen la misión de transmisión de conocimiento. «La forma de atraerlos es con sencillez», dice sobre propuestas que acerquen la ciencia a los jóvenes. Sencillez y claridad resultan básicas: «Si no sabemos transmitir lo que sabemos, si los alumnos no nos entienden, mal vamos», agrega Barcia.