«Puxéronnos o bebé na porta, timbraron... E eles escondidos»

BURELA

«Unha emoción moi especial...». Si ya ser abuelo por vez primera es algo mágico, en época de pandemia, más. Tras justo un mes de espera por el confinamiento, Mercedes y José han podido ya conocer en persona a su primer nieto

22 may 2020 . Actualizado a las 11:21 h.

Quien haya tenido unos abuelos con los que se haya sentido conectado, rompiendo las barreras del tiempo generacional, sabe de lo que hablamos. Aunque el amor padre-madre-hijo es único, el amor abuelos-nietos es mágico. Hoy y siempre. En los tiempos que nos ha tocado vivir todo se ha potenciado y ralentizado, hasta esos encuentros familiares en los que hubo que suplir presencia física por virtual. El ansiado cara a cara entre orgullosos abuelos y queridos nietos que viven separados no pudo ser hasta el 11, en otro paso a fase de la desescalada. Ese preciso día, Artai, de Cervo, cumplió el mes. Y ese precioso día, Mercedes Fernández Polo de 59 años y José Díaz Rodríguez de 60, de Burela, lo pudieron conocer sin fría tecnología por medio y rescatar el tiempo que el virus había robado.

PADRES PRIMERIZOS

Carla, su hija, y Raúl fueron padres primerizos el 11 de abril. Al pequeño le pusieron el nombre «do fillo do primeiro poboador galego, dos ártabros», totalmente conscientes de que Artai fue a nacer en un momento histórico e inimaginable en nuestras vidas cotidianas. Pero el covid-19 vino al mismo tiempo (esperemos ahora que no para quedarse mucho) para recordarnos lo frágiles que somos pero más que nunca el tesoro de las pequeñas cosas. Si ser abuelo por vez primera ya era algo especial, en esta situación muchísimo más. «Agora que podemos, vimos todos os días a velo. Ata que se baña non nos imos de aquí. Non sei, pero creo que os papás tamén o agradecen un pouco», señala Mercedes, emocionada. Como también lo están, por parte paterna, Rafael Vázquez y Carme Rubal, también residentes en Burela, quienes cuentan con más nietos.

«Puxéronnos o neno na porta, timbráronnos... E eles escondidos!»

«O día 11 xa fixen comida para que viñesen. Foi un cumplemés superespecial, sobre todo para nós. Foi moi emocionante. Ademais, puxéronnos o neno na porta e timbráronnos. Apareceu Artai na porta e... eles escondidos, ao seu carón», relata. El factor sorpresa estaba: «Sabía que ese día tiñan que ir ao pediatra, pero non sabía a que hora». «Aos fillos quéreselles moito, moitísimo, pero os netos son algo especial. Véxoo agora e... madre mía!», se emociona Mercedes.

Durante el mes de la cuarentena, los abuelos pudieron ver su carita y cómo iba creciendo por videollamada: «Sempre, dende que naceu. Pero claro, non é o mesmo. Poder velo e tocalo... E a pel dos bebés, máis suave...». Le cuesta describir las sensaciones: «Non se sabe explicar moi ben. Ademais, ao meu home encántanlle os nenos. Sempre lle gustaron. E agora non sae do lado del». «Agora estamos ao máximo, ata que nos boten da casa, porque non imos cansar de velo», sonríe. Eso sí, con las debidas precauciones de higiene de manos que forman ya parte de los nuevos hábitos del día a día, por el covid-19. «A súa nai gústalle que o teñamos no colo», dice de Carla. «Ela tamén quere gozar del. Hai que aproveitar todo», añade. «Ademais, Artai é moi bo», dice Mercedes con ese gran amor de abuela.

Como madre, subraya también el hecho de que durante el confinamiento no pudo acompañar como quisiera a su hija. Ni en la recta final del embarazo, porque en una situación normal «eu podería estar na casa e axudarlle, eu e calquera nai». «Chegar á casiña e estar eles tres sós... Iso foi duro», insiste Mercedes.

El reencuentro fue «coma un día de festa», reconoce. Lo mejor de la alegría es compartirla, por ello invitaron también a la novia de su hijo Bruno: «El está no mar, no Gran Sol, e non o coñece. Veo por videochamada. Marchou o 3 de abril. Ata xullo ou así non sei se virá, porque adoita botar meses no Gran Sol. Madre mía! El si que ten unha pena... Porque aínda non o viu. É o seu primeiro sobriño. Aínda por riba dinlle que no bico e na boquiña se parece a el. Ao tío cáelle a baba. É o máis do máis. E si que é verdade que se parece».

REGALO DE CUMPLEMÉS

El día del cumplemés los abuelos maternos le regalaron una lámpara-estrella: «Pon o nome de Artai. Ben, cada día tráiolle unha cousa. Para el, non miro para a carteira». El abuelo cumplió los 60 años el 22 de abril. Casi cumple junto al nieto. Salvo por no poder verlo, el confinamiento fue llevadero para ellos, confiesa ella: «Máis ou menos ben, aínda que estar metidos na casa non lle gusta a ninguén, e nós somos de saír. Agora, se saímos, é cara a Rueta». El GPS ya está autoprogramado.

La Voz pudo contar a la semana el nacimiento de Artai, al ser uno de los bebés mariñanos que vino a un mundo en plena pandemia. Mercedes rememora la repercusión de aquella noticia, en la que hablaba Carla y contaba su experiencia como madre en el punto álgido de la crisis sanitaria: «Foi precioso, tiven tantas felicitacións e chamadas!». Ahora, los protagonistas son ellos, los abuelos primerizos.

Quién sabe si volvamos a ser testigos cuando Artai comience a andar o hablar y quién sabe si alguna de sus primeras palabras sea coronavirus: «Posiblemente, aínda que é un pouco longa». Bueno, mejor «avó» y «avoa».