¿Es el verano más propicio para el amor?

Candela Montero Río
Candela Montero Río REDACCIÓN / LA VOZ

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MABEL RODRÍGUEZ

Los meses estivales son la época en la que nacen más parejas, pero también el momento en el que se producen más infidelidades y se gestan más procesos de divorcio

20 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Dicen que la primavera la sangre altera pero, ¿y el verano? ¿Cómo afecta a nuestras relaciones? Las vacaciones, las altas temperaturas, el aumento del número de horas de luz y la mayor oferta de ocio, que invita a las actividades al aire libre, hace que pasemos más tiempo fuera de casa, estemos solteros o en pareja. Y, dependiendo en cuál de estos dos lados de la balanza nos encontremos, el período estival nos va a afectar de un modo u otro.

Empecemos por los que no tienen pareja. ¿Es cierto aquello que predicaban Sonia y Selena de que «cuando llega el calor los chicos se enamoran» —«es la brisa y el sol», decían—-? En resumen: sí. Lo explica la psicóloga y sexóloga, Raquel Graña: «Es algo biológico, condicionado por lo que nos apetece más según el clima. Podríamos decir que el sol nos trae más alegría y felicidad», cuenta. Se suma la también terapeuta de parejas y sexóloga, Mara Mariño: «Con el verano llega el buen tiempo y eso propicia que tengamos la agenda social más ocupada, por lo que es una época en la que tienes más oportunidades de conocer a personas nuevas: en viajes, festivales, verbenas de pueblo, actividades de deporte al aire libre...», ejemplifica Mariño. «Hay más horas de luz y nos apetece más comernos el mundo», resume Raquel Graña.

Los vínculos que se generan en este período pueden desembocar en relaciones estables a largo plazo o quedarse en meras «relaciones estacionales» —lo que a pie de calle se conoce como un «amor de verano»—.

Entre los que llegan a los meses de julio y agosto enamorados, sin embargo, la casuística es mucho más diversa. Hay parejas que se fortalecen en vacaciones, en algunas aparecen infidelidades y se desentierran las crisis subyacentes, mientras que otras, directamente, rompen. Todo ello, debido a la cantidad de horas que hay que pasar juntos: «En invierno, con las rutinas, podríamos decir que miras a tu pareja a la hora de cenar y te vas a dormir. Pero en vacaciones tenéis que estar juntos las 24 horas del día, los 7 días a la semana», explica la psicóloga de la aplicación de citas Ashley Madison y autora de Adicta a un gilipollas, Lara Ferreiro. Esto, añade, refleja inevitablemente «la realidad de las parejas».

«El verano refleja la realidad en la que está una relación y estos meses son el caldo de cultivo para llenar los juzgados y las terapias de pareja»

En unos casos, esa realidad se corresponde con una unión que se vuelve aún más fuerte al hacer más actividades juntos, pero no siempre es así. Es lo que Marta Parella, máster en Inteligencia Emocional y autora de Eres el amor de tu vida, llama «el lado oscuro del verano». Lara Ferreiro explica que septiembre es, junto a enero, el mes en el que se producen más divorcios: «El verano es el caldo de cultivo para llenar los juzgados y las terapias de pareja a la vuelta de vacaciones», defiende esta terapeuta, que asegura que ella misma tiene la agenda prácticamente completa de cara al noveno mes del año. Se suma Mara Mariño: «En verano aumenta el riesgo de que las relaciones recientes lleguen a su fin, bien ante la perspectiva de nuevas conquistas o por tener que pasar tiempo separados», indica.

Eso sí, Ferreiro asegura que julio y agosto no son los meses favoritos para las rupturas: «La gente suele terminar sus relaciones o antes del verano o después, porque no quieren irse solos de vacaciones. Muchas personas me dicen que ya tienen pagado el viaje y ya tomarán las decisiones en septiembre», relata.

Calor y presión social

A la carrera de obstáculos que supone para algunas parejas tener que pasar más tiempo juntos durante el verano, se suman varios factores que no favorecen la convivencia. Por un lado, el calor que, aseguran las terapeutas, puede «aumentar nuestra irritabilidad» y hacer que «tengamos menos paciencia». Por otro lado, las expectativas no cumplidas: «Existe cierta presión social por disfrutar al máximo del verano. Las redes sociales se llenan de planazos e imágenes idílicas de vacaciones», asegura Marta Parella.

El verano es también caldo de cultivo para las infidelidades. Pero no de todo tipo. Es la época en la que más proliferan, sobre todo, las «infidelidades digitales». «Si te vas de vacaciones con tu pareja es más difícil verse con amantes. En esos casos, mucha gente se descarga aplicaciones de citas para conocer a gente, ir calentando banquillo y quedar con estas personas en septiembre», expone Lara Ferreiro.

Pero que no cunda el pánico, sobrevivir al verano en pareja e incluso salir reforzados es perfectamente posible. Para ello, las terapeutas ofrecen varios consejos. El primero consiste en atajar las crisis antes de que lleguen, para así no tener que arrastrarlas en vacaciones: «Las relaciones de pareja deberían cuidarse a lo largo del tiempo», defiende Raquel Graña. «No se trata de empezar a ir a terapia cuando tenemos una crisis —continúa—, sino que la terapia debería comenzar cuando sabes que vas a empezar una relación de pareja».

De todas formas, existen ciertas claves para que la época estival sea un momento de disfrute y no una auténtica tortura. En este sentido, Lara Ferreiro ofrece las que para ella son «las cuatro reglas de oro de las vacaciones en pareja».

La primera pasa por «gestionar las batallas» y saber decidir cuáles hay que luchar y cuáles no. «No hay que pelear todo, hay que saber dejar pasar y saber perdonar», defiende la psicóloga. La segunda norma se centra en planear y organizar las vacaciones: «Muchas discusiones se producen por temas de logística. Hay que ponerse de acuerdo en el tipo de vacaciones que queremos tener», alega Ferreiro.

La siguiente pauta, esta experta la resume en cinco palabras: «Cuidado con la familia política». Esto no quiere decir que evitemos a los padres o los suegros, sino que implica «intentar repartir los días de forma justa, pero sin que haya una saturación de familia». «¡Para no acabar como el rosario de la aurora!», bromea Lara Ferreiro.

Por último, esta terapeuta advierte de que el chiringuito de la playa no es el mejor lugar para hacer elecciones trascendentales: «No hay que tomar decisiones premeditadas en vacaciones. Es importante analizar bien la situación y no ser impulsivos», defiende.

¿Qué pasa con el sexo?

Todas estas situaciones, por supuesto, también tienen una repercusión a nivel sexual. ¿Qué nos pasa en este terreno en verano? ¿Es cuando se propicia el bum de la natalidad o, por el contrario, es cuando el calor hace que todo nos dé más pereza? En este sentido, las expertas destacas un «efecto dual», en el que hay parejas en ambos bandos.

«En verano, el cuerpo parece ponernos las cosas muy fáciles para mejorar la vida íntima», explica Mara Mariño, que ofrece también la explicación biológica: «Al haber más horas de exposición solar producimos más vitamina D, que incide en los niveles de serotonina o testosterona y producimos mayor cantidad de estas hormonas». A esto, las terapeutas añaden las facilidades de tener más tiempo, menos ropa de por medio y vivir en un ambiente, en principio, más relajado.

En este sentido, Lara Ferreiro apunta que «la frecuencia media de relaciones sexuales en España es una cada 15 días, es decir, dos veces al mes». Aquí es donde se forman los dos equipos: «Si te llevas bien con tu pareja aumenta esta frecuencia hasta unas tres veces por semana, y también se incrementan las fantasías sexuales. Pero, si te llevas mal, el ritmo disminuye», indica la autora de Adicta a un gilipollas.

En este segundo grupo entran los que Ferreiro llama «los que no quieren que les toquen ni con un palo». Lo explica Raquel Graña: «Con el tema del calor hay personas que no quieren ni que las abracen, no les apetece. Esto también pasa con el frío, hay gente a la que le apetece el contacto porque le da calor y otra a la que le da pereza porque tiene que sacarse mucha ropa», matiza la sexóloga.