Cristian y Laura, la pareja gallega de matronas que fundó Matronas e Nais: «Cuando una mujer no disfruta su parto, lo vemos como un fracaso nuestro»

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Laura y Cristian, matronas y padres de Lucas, que «tiene muchos titos y titas» en Lugo, entre las pacientes a las que atiende esta pareja de profesionales.
Laura y Cristian, matronas y padres de Lucas, que «tiene muchos titos y titas» en Lugo, entre las pacientes a las que atiende esta pareja de profesionales. ALBERTO LOPEZ

«Un parto respetado puede ser un parto por cesárea, el nuestro lo fue», señalan estos «influencers» volcados en la mujer, que este año han nacido como padres

20 mar 2024 . Actualizado a las 18:13 h.

Nacer es algo tan común como extraordinario, y más si todo va bien. Este 7 de junio se celebra el Día Mundial de los Derechos del Nacimiento, tras la Semana del Parto Respetado, un concepto que cada vez suena más, aunque no sepamos bien qué es. «Un parto respetado puede ser un parto por cesárea, como fue el mío. Porque también parimos por cesárea», comienza Laura, que forma con Cristian una pareja muy unida por dos amores, el suyo y el que sienten por un tercero: su profesión. Aquí no hay un tercero en discordia, sino tres aliados (él, ella, la vocación) de la salud de la mujer.

¿Matrones o matronas? «Yo siempre me presento como matrona porque estoy en una profesión eminentemente femenina. Me gusta presentarme así, aunque también sea correcta la forma matrón», se moja Cristian. «Cuando empezamos en esto, yo a él le llamaba matrón, y él me corregía: ‘No, ¡soy matrona!’. Somos matronas los dos», refuerza Laura.

Esta pareja que vive y trabaja actualmente en Lugo triunfa en redes como Matronas e Nais —que da nombre al centro que llevan en su ciudad, «un guiño a las madres y matronas que comparten el camino de la maternidad»— explicando qué es un plan de parto y de posparto, cómo facilitar la lactancia (o compaginarla, por ejemplo, con la menopausia) o qué expectativas son viables y cuáles no lo son ante el parto.

Los dos son matronas, pero el de madre es un título exclusivo de Laura. «Yo soy matrona, pero soy padre, no madre», dice él. «Cristian como padre y yo como madre formamos un equipo perfecto para la crianza de Baby Lucas, que es como llamamos a nuestro hijo», nos revela ella.

La vocación fue el flechazo, el cordón umbilical que los unió ya antes de la pandemia, antes de las distancias de protocolo anticovid en los paritorios de la vida. «Nos conocimos en la residencia de matronas en Lugo en el 2017. Laura vino de Salamanca a formarse aquí. Cuando pasó a R2 (residente de segundo año), yo entré como R1 (residente de primer año)», cuenta él. Y sigue ella: «Yo vine a Lugo con billete de vuelta, en teoría... y me quedé. Lugo me acogió muy bien, nos acoge muy bien».

Cristian y Laura coincidieron como residentes un año de los dos que contempla la formación en la profesión, una especie de mir. «Pasamos juntos muchas horas. Coincides en talleres en el hospital, fuera tomando algo... Y el roce hace el cariño», sonríen. «En el primer parto que acompañé como matrona adjunta, coincidió que estaba Cristian de guardia como residente. Estuvimos juntos en ese debut», revela Laura.

Tras sumar muchas horas de vuelo viendo nacimientos, ¿sigue habiendo algo mágico en acompañar este acontecimiento común? «Sí, parece que la descarga de oxitocina de la madre en el parto se contagia. Cada nacimiento es distinto, cada uno tiene su emotividad. Nos gustaría que todos los nacimientos fueran fantásticos, pero la realidad no siempre es esa. Y eso es lo más difícil de nuestro trabajo, ver que no siempre sale bien», desliza Cristian, que, como Laura, vive como un privilegio el hecho de acompañar a una mujer en todos los ciclos de su vida sexual y reproductiva.

¿en qué ha cambiado la salud sexual de la mujer?

«Parece que a las mujeres se les ha olvidado parir, y es algo inherente. A veces se les ha quitado el protagonismo con la medicalización del parto. Ahora, poco a poco, están cambiando las cosas lentamente», admite Cristian. «También las mujeres cada vez nos hacemos más conscientes de las etapas por las que pasamos. Cada vez más mujeres quieren información sobre anticoncepción, sobre cómo planificar un embarazo o sobre cómo vivirlo en las mejores condiciones», detalla Laura. En este sentido, influye el grupo Embarazadas Galicia, fundado por María Porto, que lleva desde el 2013 creando tribu maternal y ayudando a las mujeres y las familias en el embarazo, el parto, el posparto, la lactancia y la crianza de los hijos. 

ALBERTO LOPEZ

parir también se hace por cesárea

«El mío fue un parto respetado y fue un parto por cesárea», subraya la matrona rompiendo el cliché. «Tenemos en mente que un parto respetado tiene que ser un parto vaginal, que lo que se sale del canon de lo natural ya no lo es. Mi parto no solo terminó en cesárea, sino que además hubo inducción. Parir por cesárea también es parir», remarca rompiendo un tabú, los nuevos códigos que simplifican y reducen a un solo modelo el parto y la maternidad. 

Un parto respetado es aquel «en el que la mujer y la familia están informadas y en el que la mujer tiene la capacidad de tomar decisiones acompañada del equipo sanitario. Se le trata con respeto, sin infantilizarla. Se le explican alternativas», prosigue Laura, que dio a luz en el HULA, de Lugo, «disfrutando el parto de Lucas». Cristian asistió a él como padre. «Pero mi sombrero de matrona no me lo puedo quitar. Inconscientemente, miraba el monitor...», admite sin rubor.

¿cuándo hablamos de violencia obstétrica?

En el parto respetado no hay violencia obstétrica, «que existe —explica Cristian— pero la violencia obstétrica no son técnicas. Es decir, una episiotomía no es violencia obstétrica cuando está médicamente indicada y está informada. Violencia obstétrica es hacer una episiotomía sin informar a la mujer y sin indicación médica».

Para atender las preferencias de la madre es importante el plan de parto, que es un GPS para los profesionales en el proceso. «Si, en ese plan, la mujer especifica que no quiere la epidural, le preguntaré una sola vez si la ponemos», explica Cristian, «no más». ¿Qué otras maneras tenemos de aliviar el dolor? «La ducha, la bañera, la pelota, el rombo de Michaelis, el movimiento... Moverse es muy importante».

¿Qué podemos pedir en un plan de parto y qué no?

«¡Nosotros hasta bailamos en el parto de Lucas! Los bailes latinos ayudan a la dilatación», asegura Laura. «A las mujeres que atendemos les decimos que no vienen a prepararse para un parto vaginal sin puntos, que vienen a prepararse para vivir el proceso desde una conciencia positiva, independientemente de cómo acabe», apunta Cristian. Parece que la manera válida de parir es un parto natural, y esta es una forma de presión. «Si alguien te vende un parto sin dolor, ¡huye de esos métodos! Es cierto que hay mujeres que tienen el umbral del dolor muy alto, pero el dolor en el parto tiene un objetivo positivo, te ayuda a centrarte en ti, en dar a luz. Pero el dolor no es sufrimiento. A veces una se imagina un parto idílico y lo que sale de ahí es un motivo para sufrir», dice Laura. En ocasiones, llevadas por el deseo y esa prensa rosa de andar por casa que hay en torno a la maternidad, las mujeres «se confunden y hablan de objetivos como si fueran expectativas. El parto vaginal no es un objetivo, como no lo es el parir sin ventosa, porque eso no depende de la mujer. Es importante que las mujeres vayan al parto con objetivos claros que dependan de ellas, como: ‘Me voy a mover en el parto’», plantea Cristian.

¿tienes plan de posparto? Tan importante como el de parto...

Hay todo un bosque que ver. «Ponemos nuestras miras en el parto. Y el parto es solo un momento en la carrera de fondo que es la maternidad —avisa Laura—. Lo intenso viene después, en el posparto. Con Baby Lucas nacimos como familia. Cuando nace un bebé, nace una familia. Tan importante como el plan de parto es el plan de posparto, hacerse poco a poco a todo lo que viene después».

Ser padres de Lucas a ellos les potenció la empatía y les hizo descubrir la intensidad del posparto. «Los peores pospartos vienen tras los peores partos. Una forma de cambiar estos pospartos es cambiar la forma de nacer», señala Cristian. ¿En qué? «Hay que devolverle el protagonismo a la mujer; unificar protocolos en base a la evidencia científica; no tiene sentido que en el hospital de Lugo se trabaje de una forma y en el de A Coruña de otra».

el dolor para el que no hay anestesia: la pérdida gestacional

Lo mejor para esta pareja de matronas que se estrenaron el 18 de enero como papás es el cariño de las mujeres. «Lo peor, afrontar una muerte fetal, una pérdida gestacional. No se entiende; es algo con lo que nadie cuenta. Y un hándicap es que el sistema no te ayuda a crecer; no se premia la formación para dar asistencia de calidad a las mujeres, solo importa trabajar-trabajar hasta que a los 45 años puedes conseguir una plaza en la sanidad pública», lamenta Cristian.

«Las mujeres son increíbles, tienen un potencial bárbaro —concluyen los fundadores de Matronas e Nais—. Estamos los dos muy enamorados de la profesión. Aunque no todos los días son buenos, algunos cerrarías la maleta y te irías... Cuando ves que un parto no avanza, cuando una mujer no lo disfruta, lo vemos como un fracaso nuestro como profesionales. Te lo llevas a lo personal».

La vida. A veces duele, pero siempre nos cura el amor... ¡Y bailar!