¿Por qué el muñeco de Michelin se llama Bib?

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La firma de ruedas Michelin creó en 1898 un icono de la publicidad mundial: Bibendum. Un longevo monigote que nos dejó en la lengua (y en algunas barrigas) los michelines

10 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Quién no ha tenido en mente algún Fin de Año como propósito mientras traga las 12 uvas la tarea de desprenderse de los antiestéticos michelines? Admitámoslo. Media humanidad. Una palabra, michelines, cuyo origen se encuentra en una pareja de emprendedores del país vecino (no Portugal, el otro), los hermanos Edouard y André Michelin, quienes aprovecharon el nacimiento de la industria automovilística para calzar los viejos coches con suelas de caucho duraderas. Sin embargo, no fue hasta 1894 cuando, en la exposición universal de Lyon, se les pasó por la cabeza idear un buen logo para sus neumáticos.

Y lo encontraron —eso dice la leyenda— de la manera más estúpida al pasar ante un estand en el que se agolpaban una decena de ruedas, las unas sobre las otras, casi conformando un castillo. André y Edouard se miraron —me ciño a la leyenda— e imaginaron esa amalgama de neumáticos con brazos y piernas... De este modo nació Bibendum, o Bib —para los más cercanos— una fantástica y oronda figura cuyos primeros trazos llevó al papel O’Galop, seudónimo del dibujante francés Marius Rossillon.

EL PRIMER BOCETO

A este artista le encargaron los hermanos Michelin el primer muñeco. Era 1898. O’Galop venía de perder un concurso para una cervecería de Múnich y les enseñó los bocetos de ese trabajo, que contenía a un tipo de pie brindando con una cerveza en la mano, mientras decía en latín la frase Nunc est bibendum (es decir: ahora es el momento de beber), frasecita que hoy no hubiera pasado el filtro de la censura al tratarse de una incitación a conducir bajo los efectos del alcohol... pero esa es otra historia.

Bibendum tuvo gafas, fumó puros y hasta llegó a tener un cachorro como mascota

Se sustituyó al cervecero por el hombre de los neumáticos que imaginaron André y Edouard en Lyon, et voilà! Incluso el mensaje en latín se mantuvo. De ahí su nombre, Bibendum. En esta nueva versión igualmente brindaba de pie, pero por la excelente hechura de sus ruedas, mientras sentados a su vera unos personajes desinflados —por supuesto se corresponden con la competencia— lo miraban con auténtica envidia. Fue tal el éxito del logo y tan fulminante su expansión planetaria que, en sucesivos años, más dibujantes aportaron matices al gracioso muñeco neumático. El salto a Estados Unidos reconoció a nivel mundial a la firma francesa y a su rellena figura. En este país Bibendum apareció esporádicamente acompañado de una mascota, un pequeño perro también recauchutado con el que compartía las vallas publicitarias de las carreteras de Norteamérica. El cachorro se llamaba Bubble y tenía la pésima costumbre de escapar por las noches mientras el pobre de Bib corría desesperadamente tras él. Sin embargo, Bubble no tuvo continuidad y en Europa ni siquiera fue presentado en sociedad. A todo esto, la pregunta que se ha hecho más de uno: ¿Y por qué el famoso muñeco va de blanco y no de negro como sería lo normal para un hombre neumático? Porque inicialmente el caucho de las ruedas tenía una tonalidad blanquecina visible al no imprimirle carbono, color que perduró en el muñeco hasta la actualidad, pero no en las ruedas de hoy.

Si bien Bibendum lució en un principio gafas —las lentes desaparecieron más bien pronto— y fumando como un carretero grandes puros habanos, el giro social a partir de la década de 1960 redujo sus incursiones cigarro en mano hasta abandonar definitivamente tan dañino vicio. Pero Bibendum sí prosiguió con su carácter juerguista y vacilón, como un joker a la francesa que guiñaba ojos y se reía hasta de sus propios michelines. Grasa que pronto advirtieron igualmente como molesta, muy poco a la moda y nada saludable desde la multinacional de neumáticos francesa. Así, Bibendum fue perdiendo peso, sin dieta aparente, aunque mantenía la expresión traviesa y, como novedad, comenzó a llevar sobre el hombro una banda de azul intenso con Michelin impreso en grandes letras, estas en blanco.

MAPAS Y RESTAURANTES

Pero el muñeco de Michelin no se conformó solo con salir en anuncios y dio el gran salto... En los años 30 lo hizo a los mapas, con un plano de carreteras internacionales en el que Bibendum ofrecía a los conductores los itinerarios más actualizados en papel y de manera anual (desde hace ya tiempo también a través de su web). Y de los mapas, pegó el salto a la mesa. Las propias guías Michelin comenzaron a incorporar llamadas y menciones a los mejores restaurantes, siendo los más representativos distinguidos con un símbolo: las estrellas. Un premio que desde Francia pronto se convirtió en reconocimiento de los mejores fogones de cada país. De hecho, en la entrega de las apreciadas estrellas Bibendum siempre está presente. Para los curiosos y amantes del buen comer y también del arte, un dato: en el barrio londinense de Fulham hay un restaurante con su nombre, el Claude Bosi at Bibendum, local que fue sede de la firma Michelin en la capital inglesa hasta 1985 y que guarda en un bello edificio modernista múltiples vidrieras con el muñeco como protagonista. Y sí, tiene estrella Michelin, dos galardones concretamente. Y es que Bibendum marcó tendencia en el sector publicitario durante muchos años, tanto que fue designado en el 2000 como el mejor logo de marca del siglo, y no, esto no es leyenda, queridos André y Edouard.