Dieta equilibrada y protocolo de ayuno intermitente

Saúl Sánchez NUTRICIONISTA

YES

Marcos Míguez

21 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando empezamos con este reto teníamos dos objetivos: el cambio físico y mejorar sus analíticas. Llevando una dieta equilibrada era posible y así lo dispusimos. Se introdujo, como apoyo, algún suplemento, pero siempre con certificación 

En un primer momento redujimos calorías cortando los carbohidratos de la dieta para conseguir limpiar el exceso de grasa aprovechando el incremento del gasto. Se mantuvieron los azúcares en los momentos previos y posteriores al ejercicio de fuerza, evitando así caídas en el rendimiento y problemas musculares. Además, se incluyeron protocolos de ayuno intermitente y trabajo aeróbico durante los mismos para propiciar una adaptación metabólica y una mayor oxidación de las grasas. Como ayuda ergogénica se utilizó la creatina, para aprovechar las ventajas que genera sobre el incremento de la fuerza y las ganancias de masa magra.

Una vez que la intensidad del trabajo fue creciendo se ajustó la pauta volviendo a reintroducir una mayor cantidad de carbohidratos, con el objetivo de maximizar la hipertrofia y permitir un aumento del gasto energético que permitiese limpiar el tejido adiposo después con mayor facilidad. En este momento se completó la pauta también con batidos de proteínas para asegurar que el consumo de estos nutrientes resultaba óptimo, rondando siempre los 2 gramos por kilo de peso al día.

En las etapas finales se volvió a reducir ligeramente el aporte energético, aunque generando un déficit pequeño que apenas supusiese un hándicap a nivel de rendimiento. Como estrategia ergogénica se introdujo un pre entreno con elevada dosis de cafeína para provocar un mayor desempeño durante las sesiones y una movilización de las grasas más eficiente. 

Durante todo el protocolo se mantuvieron los ayunos como método de control del peso, con trabajo aeróbico asociado de diferente intensidad para promover las adaptaciones metabólicas y vencer la resistencia a la insulina que existía en un principio. Además se propuso el consumo regular de té para generar un beneficio a partir de las catequinas contenidas en esta bebida, capaces de ayudar a movilizar también las grasas.