«Me gusta estar todo el día con mi hermanito»

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Valeria y Mario redescubren juntos juegos y lecciones de vida gracias al confinamiento. Entre hermanos el estado de alarma se lleva mejor

17 may 2020 . Actualizado a las 17:09 h.

Valeria tiene 6 años y, además de a sus padres, en este confinamiento tiene a un compañero muy especial: su hermano Mario, de 3. Los dos se han hecho dueños y señores de la casa, llenan las horas de actividades y han sabido hacer, gracias a la ayuda de sus padres, Silvia y Javier, su propio espacio de vida, de diversión. Ya salen a la calle, aunque a Mario no le haga mucha gracia porque «hay un virus», dice. Él está aprendiendo la letras. «Se ha dado cuenta de que en ruso son diferentes y le tienen fascinado», explica su madre, ya que al pequeño de la casa todavía le cuesta expresar esas cosas que más le gustan. A Valeria menos: «A veces jugamos al cole y en casa yo soy el profe de mis padres. También he hecho pasteles con mamá, dos tartas de cumple para mis abuelos. Y manualidades para un conejito que quiero tener, con rollos de papel higiénico», explica. Todo en perfecta conexión con Mario, que sigue sus pasos.

Y esto no le preocupa a Valeria: «Me gusta estar todo el día con mi hermanito... Y con papa y mamá». Echa de menos a sus amigos del colegio, pero los grupos de WhatsApp han suplido esa falta, con conexiones casi diarias. «Hacemos videollamadas con la profe y los amigos del colegio y nos felicitamos los cumpleaños. También salimos a las ocho a aplaudir», relata. Tiene muchas ganas, dice, de ver a sus abuelos, con los que no coincide en sus salidas diarias: «Siempre llevo el patinete y Mario la bici y vamos a dar pan a los patos. Una hora es poco tiempo». Los deberes la tienen entretenida buena parte del tiempo: «Me mandan muchos, lo que más me gustan son los de Lingua».

Mario se anima a hablar, aunque todavía está pendiente la retirada definitiva del chupete.

-¿Estás deseando ir al cole?, le pregunta su madre.

-No, afirma sin titubear y sin que le caiga el chupete de la boca.

Lo hace, quizás, porque en este confinamiento ha descubierto la tablet y todas sus posibilidades. Algo que tarde o temprano iba a suceder. Los dos se han adaptado perfectamente a la nueva situación, como si llevaran así toda la vida, su corta vida.