Yo vivo sin móvil

YES

PACO RODRÍGUEZ

Ellos se mueven por el mundo sin wifi, tele o gasoil. ¿Qué harías sin coche, sin ordenador y sin WhatsApp? Quizá vivir mejor...

20 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Thalia vive con Jorge, su pareja, una vida sin wifi. Justo, no cruzan la calle mirando el WhatsApp, no reciben 75 mensajes al día, no están geolocalizados donde quiera que van. Y tan felices: «Sin móvil se vive tranquilo. Llevamos siete años así y mucho mejor. Puedes pasear, mirar alrededor, pararte en las cosas que te gustan y hablar con la gente sin que el móvil te interrumpa», dice esta ilustradora coruñesa, autora de O gato Lunar. En la página Perrilla y Cía sabrás más. Dibuja niñas, gatos, espejos, pero sus seres viven sin móvil, sin coche y sin tele. «Nunca me han ido mucho las tecnologías». Ella reivindica la desconexión. Desenchufarse de la máquina para recuperar los picos de la vida real. Esa intensidad que rompe las pantallas. «El otro día en el concierto de Loquillo veías a la gente haciendo fotos o mirando hacia abajo, al móvil, perdiéndoselo todo», comenta quien con ordenador, e-mail y un batmóvil fijo se arregla bien. ¿El coche de Batman? «¡Sí! [risas] Es nuestro teléfono fijo y hasta se le encienden las luces cuando llaman». Con él, suficiente para contactar. De hecho en este caso fue descolgar, marcar y llegar. «Y si no, me habrías dejado un mensaje y te habría llamado yo. Si pasa algo, te vas a enterar aunque no tengas móvil». Las noticias vuelan. «Y a veces no puedes cambiar las cosas, ¿para qué sirve estar siempre localizado? Para no descansar».

UNA RUEDA PARA LLAMAR

A veces, dice Thalia, la familia y los amigos presionan como los tiempos: «Si tuvieses móvil sería más fácil quedar», escuchan. «Antes no hacía falta, quedabas con amigos en la plaza de Pontevedra y si llegabas tarde ¡se iban sin ti! Ja ja ja. Te apurabas por la cuenta que te traía».

Thalia empezó a dibujar de niña. ¿Mirando desde la ventana de un tren? «El tren me encanta, me recuerda cuando iba con mi madre, dibujando en blocs. De todo, princesas o ¡cavernícolas con paraguas!». Entre sus dibujos, todos a mano y rotulador, sorprende un teléfono de rueda. «Me encanta. Me recuerda a cuando mi padre, embarcado, nos llamaba. No podías hablar siempre con él». Es pausada contando, y tan animalera que llegó a hospedar y cuidar, junto a su chico, de una gaviota que se había roto una pata. «Ahora nos visita cada verano». Una curiosa historia que ilustrará.

PEPA LOSADA

«Dende o 600 non volvín ter coche»

Año 1980. Se produce un episodio semidrástico en la vida del focense Xesús Basanta (65 años). El 600 que había comprado hacía dos años pasa a mejor vida y a partir de ahí dice «no más coche», mientras otros exclamamos «no sin mi coche». Sobre todo en A Mariña de Lugo donde si tienes que depender del transporte público la llevas clara, amigo. El caso es que Basanta dejó de tener fe en el parque automovilístico porque le dieron «gato por lebre» con aquel mítico vehículo del que hacíamos chistes sobre cuántos elefantes cabrían en él. «Cando o merquei parecía que estaba flamante, pero estaba feito unha merda. Non tiña freo de man. Pero bueno, coñezo xente que ten o seu coche saído de fábrica e con defectos». Como trabajaba de tipógrafo a menos de cien metros de su domicilio, pensó que tener coche propio le supondría un gasto extra. «Cando necesitaba ir a algún sitio, chamaba a un taxi e era máis barato. Vou tranquilo, sabes onde te levan e para unha viaxe ou dúas que fas ao ano...». «Eu non son amante de viaxar», confiesa Basanta.

CONOCEDOR DE A MARIÑA

Lo que llama la atención es que conoce bastante A Mariña de Lugo, incluso rincones que quizás muchos mariñanos no sepan ni que existen. Basanta parece, sin embargo, un aventurero nato que o bien recurre a amigos para realizar esas excursiones a lugares ‘inexplorados’ o va andando: «Non teño nin bici, pero si uns zapatos gastados pola parte de atrás porque teño un andar marcial». «A Mariña -dice- coñézoa moito, moito, moito porque xa en 1992, cando tiña unha cámara de video, un amigo meu mariñeiro quixo coñecer a zona. El tiña coche. Eu ensináballe e así descubrimos sitios». Por la carretera de la costa sí que no se le ocurre ir caminando como hacía más joven de Foz a Fazouro cada fin de semana: «Hoxe a ver quen se atreve cos coches, é unha idea suicida». «Penso -finaliza- que hai moita xente que non viviría sen coche [...] Algún ata ten que ir tomar os viños co coche». Él, con carné desde 1970, asegura que no se le olvidó conducir: «Non ten ciencia ningunha. O que é importante é respectar as normas de tráfico. Aí está a ciencia».

PEPA LOSADA

Manuel Lourenzo, dramaturgo: «O ordenador gasta moita electricidade»

Vilaúde, en Ferreira do Valadouro, es el paraíso vacacional del actor, dramaturgo y director Manuel Lourenzo. Desconecta de todo, literalmente. Sin móvil, sin ordenador, sin coche... «Non, ao lado escuro non me pasei», me dice. Y ni piensa hacerlo, aunque cree que «hai moitos no mundo que viven coma min». Sin el agobio de tanta modernidad. «Non sei nin como aguantades co móbil. Non o critico, pero non me creo que todo o mundo que o ten o precise. Hoxe créanse necesidades absurdas, faise o que mandan, mercamos... En cambio, eu gasto menos collendo un taxi». «¡Montse! ¿como se chama o noso taxista?», pregunta desde el otro lado del fijo. La respuesta no tarda en llegar: «Suso. Falamos de cousas cando vou con el».

UNA COLECCIÓN DE MÁQUINAS

Aunque teniendo el oficio que tiene quien fue Premio Nacional de Literatura Dramática en 1997, lo que más llama la atención es pensar que ni el Windows ni el Word sean sus herramientas de trabajo. Lo son las máquinas de escribir y su mano: «Hoxe escribín a man toda a mañá porque teño unha máquina na que me rompeu o ene e como aquí non teño outras... Pero venme ben exercitarme coa pluma e, coma se fose un conde, sénteste importante». El bolígrafo lo reserva para notas. En su casa de A Coruña tiene hasta diez máquinas, algunas que ya muestran signos de cansancio de Lourenzo: «Case todas están estropadas. Paso dunha para outra. Antes había un señor ao que chamabas e as limpaba e arranxaba, pero agora non coñezo a ninguén. Quédame converterme en mecánico». Su mujer sí tiene ordenador en Ferreira. Lourenzo lo mira y concluye: «O ordenador é un gran invento, pero depende da electricidade. Estou diante del agora, que está nunha repisa. Á esquerda dous aparellos para meter non sei que, á dereita o que saca os papeis e o teclado nunha mesa enorme empotrado. Non o uso. Algunhas veces estou tentado pero non me apetece nada porque me parece unha cousa antiestética e iso que chaman o rato é horroroso. A máquina, sen embargo, é simple e sinxela». Manuel Lourenzo tiene 73 años y aún, afortunadamente, está muy activo en el teatro en Galicia «e na vida en xeral».

ANA GARCIA

«Prefiro pescar que cazar Pokémons»

A Pitufo, un alias que heredó de su padre, le gusta pescar y leer. ¿Y eso de cazar Pokémon? «Non! O Pokémon hai anos que deixou de existir para min. Meu irmán tiña Gameboy e eu cana de pescar. A min gústame pescar e compartir momentos cos amigos», cuenta Abel Blanco, quien a sus 26 vive feliz sin ordenador, inmune a este efecto pantalla total que a veces nos hiperconexiona para desconectarnos de las cosas pequeñas, lindas, curiosas, raras, del mundo. «A min nunca me fixo falta ordenador. Na biblioteca sempre me arranxei ben», asegura.

Hesse, Kafka, Bukowski y Walt Whitman están con él, acompañan con palabras reales y potentes imágenes literarias la vida de este joven que usa el WhatsApp con moderación. La aplicación que en breve ofrecerá videollamada y por la que a algunos se nos va hoy la lengua de teclear «está ben para conectar con xente na distancia, coa que non podes ver cando queres, ou para grupos. Eu uso WhatsApp sobre todo para conversas de fútbol, para o grupo co que xogo os venres, pero non me vai o de recibir 57 mensaxes en media hora. Non estou para iso», dice.

El móvil puede sentarse a esperar. «Teño un barato e sinxelo. É un BQ», comparte Abel. «Ben vale, pero rompeu e agora está a arranxar». Su día a día resiste sin problema sin él: «Eu uso o móbil, sobre todo, para escoitar música». ¿Y Facebook, ha caído en las redes de esta red o se mantiene al margen del escaparate social? «Si, o Facebook si o uso, pero máis que nada para movidas sociais e para compartir poemas, cancións ou as cousas que escribo eu».

Quizá la vida sin móvil se mueve mejor.