Polis y cacos

VIGO

08 feb 2014 . Actualizado a las 15:30 h.

Guardias civiles detenidos por policías y policías detenidos por guardias civiles. En esas andamos por Vigo. A falta de patrocinadores del Instituto Nóos y de ramificaciones pendientes en la operación Pokémon (aunque todo puede llegar), tenemos presuntos corruptos en las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. «Mazás podres», que diría el delegado del Gobierno. Pero habrá quien piense que el panorama es preocupante, que de este árbol sale cada vez más fruta estropeada.

Como había poco que soportar con la realeza y la clase política, ya solo faltaba descubrir que también trincan los que deben protegernos de los malos. Es muy triste encontrarnos con miembros del 091 que se pueden lucrar con la venta de ropa falsificada en A Pedra, como señalan las imputaciones realizadas ayer. Y es descorazonador pensar en miembros de la Benemérita haciendo negocios con los narcotraficantes, como supuestamente ocurrió hace solo tres semanas en el cuartel de Mos.

Sin embargo, quedémonos con lo positivo. Resulta gratificante ver que no existe impunidad. Aquí se ha puesto en práctica un sistema que funciona y evita el riesgo de filtraciones: unos vigilan a los otros. A veces no hay nada peor que el corporativismo. La Asociación Unificada de Guardias Civiles no tardó ni un día en denunciar que la actuación de la Nacional en Mos había sido «desmedida, desproporcionada y humillante», cuando lo único vergonzoso para ellos es tener a compañeros envueltos en delitos de drogas. ¿No deberían marcar una prudencial distancia? Esperemos que ahora no salga el Sindicato Unificado de Policía cargando contra los picoletos por pasarse de la raya y no respetar la presunción de inocencia.

Conviene dejar claro cuanto antes que la inmensa mayoría de los agentes son probos y dignos funcionarios. Y que por eso deben ser los primeros interesados en limpiar la imagen de los cuerpos a los que pertenecen. Porque todo esto resulta muy confuso. Tanto que o lo cortamos de raíz o los niños ya no van a saber cómo jugar a polis y cacos.

diego.perez@lavoz.es