Soy consciente de que la opinión que trataré de exponer, comparada con la de los políticos que se encargan de los asuntos marítimos desde sus despachos en las procelosas aguas del estanque del Retiro, servirá de bien poco. A los políticos les interesan más las opiniones de los lobis de los armadores pesqueros, que las relativas a las enseñanzas náuticas, siempre conducentes a la seguridad de la flota.
Para empezar, diría que la mar, así, en femenino, exige conocimientos que van más allá de las dimensiones de un barco e incluso de los límites geográficos de la navegación. Bien lo refleja el dicho del almirantazgo inglés: Reading a nautical chart, is not the same as knowing how to navigate. Para los que no practican un buen inglés, tan necesario en la navegación marítima, viene a decir que no es cosa de navegar por el libro, sino de adquirir conocimientos náuticos y de navegación segura.
Pero España is different, y por eso el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, acaba de sacar un proyecto de ley que basa su argumentación en que la eslora de los barcos para hacer prácticas no importa, pues, según alegan en su razonamiento, «la construcción naval española tiende a la fabricación de buques mangones». Y así, de este modo, se acepta que, para ser capitán de un barco de 32 metros de eslora, sirvan las prácticas en chalanas de nueve metros, en lugar de los ya escasos 12 metros anteriores. Pero, eso sí, siempre que las embarcaciones sean mangonas… Y a este paso, y por exigencias de los armadores pesqueros, acabarán legislando para que sean válidas las prácticas en una gabarra extractora de arena o en una batea de mejillón, que tiene unas mangonas medidas de 20 x 27 metros, también flota y se mueve según las corrientes.
Ciñéndonos al razonamiento del proyecto legislativo, para acceder al título de patrón pesquero polivalente, la cuestión radica en hacer las prácticas en un barco mangón, que tenga mucha manga, según la mentada nueva tendencia en la construcción naval… Ya ven que todo vale para sacar adelante una ley a gusto del consumidor.
Por lo que he podido conocer acerca del proyecto de ley sometido a información, y pecando un poco de mal pensado, creo que al legislador le importa un comino en qué barco se hagan las prácticas que conduzcan a perfeccionar los conocimientos náuticos (como debería ser), sino más bien —y tal que así lo manifiestan— «para cubrir la acuciante escasez de capitanes en la flota pesquera».
Lo malo de todo esto es que esos patrones pesqueros, serán los futuros máximos responsables de grandes barcos de 32 metros de eslora, con número ilimitado de tripulantes y posibilidad de dar la vuelta al mundo siempre que no se alejen a más de 100 millas de tierra.
Eso sí; contarán con la experiencia adquirida en chalanas mangonas de nueve metros de eslora, olvidándose de los criterios de enseñanza y prácticas que tan buenos profesionales han dado a nuestro país. No me cansaré de decir que la escasez de titulados se debe a otras cuestiones, no alejadas de las condiciones laborales.