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Los 107 años del Instituto Español de Oceanografía

Uxío Labarta, Carlos M. Duarte

SOMOS MAR

PACO RODRÍGUEZ

Un IEO en sinergia con otros centros no puede faltar en el futuro de la ciencia marina en España

22 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En 1914, año también del estreno de La violetera, de José Padilla, se funda el Instituto Español de Oceanografía (IEO). Queda por saber hasta cuándo y cómo.

 A instancias de la Secretaría General de Investigación, ambos hemos participado en la elaboración de un informe sobre el futuro del IEO, crítico e innovador, pero al parecer utópico de más para cierta ortodoxia administrativista y para quienes debían asumirlo y arriesgar. Optaron, como alternativa al caos de gestión y económico al que venía sometido el IEO, por nombrar un nuevo director procedente del CSIC y encargar a funcionarios nombrados por el secretario general del CSIC su gestión económico-administrativa. Lo que, engrasado con una gestión política eficaz del Ministerio de Ciencia y el de Hacienda para desbloquear fondos presupuestarios, ha permitido una mejora administrativa, bloqueada desde hace 10 años. Aún con ello, el futuro de las ciencias marinas en España continúa siendo un arcano.

Medidas que no prestaron atención a algunas de las recomendaciones capitales del Informe de Diagnóstico de la Crisis del IEO y Propuestas de Actuación, junio del 2020, encargado por el Ministerio de Ciencia a un grupo de trabajo formado por 6 científicos del IEO, 2 científicos externos y 2 técnicos de la Administración del Estado también externos que, entre otras cuestiones, proponía la creación de consorcios interinstitucionales, uno de ellos para toda la I+D marina gallega. Propuesta con grandes coincidencias con el Consorcio Oceanográfico con la Comunidad Balear recientemente reforzado (enero del 2021), con la incorporación del CSIC. Consorcio al que, entre otras cuestiones de administración y patrimonio, con aportaciones dinerarias y en especie, la resolución de 15 de diciembre del 2020 de la Secretaria General de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación consolida dotándolo de personalidad jurídica propia, diferenciada de aquella de sus miembros.

A las puertas de la integración

Llegados aquí, y al parecer próximo a un decreto de integración del IEO, el INIA y el IGM, en el CSIC, es justo añadir que tal integración aliviará la administración y gestión económica, incluida la del personal, del IEO y de los otros organismos, mejora necesaria pero insuficiente respecto a la investigación marina en España.

Insuficiente y poco innovadora la que se desarrolla actualmente en los centros periféricos del Estado, con algunas excepciones en el País Vasco o Cataluña, bien por tener organizaciones propias, bien porque tienen sinergias derivadas de ser centros mixtos o alcanzado la excelencia, como el distinguido en Barcelona con el Severo Ochoa. Añadamos a todo ello las singularidades de la MARHIS (Maritime Aggregated Research Hydraulic Infrastructures) Infraestructuras Científicas y Técnicas Singulares, una ICTS acuática distribuida en Baleares, Cantabria, Canarias, El Pardo, Vizcaya o Cataluña.

A mayores: el IEO dispone de 140 investigadores, más unos 67 titulados superiores especializados, unos 50 técnicos medios y otro personal necesario en las organizaciones, como altos administradores, gerentes y administrativos cuya existencia solo responde a que existen los investigadores. Hagan además el ejercicio de distribuir el personal en diez laboratorios periféricos del IEO y el madrileño -Madrid hasta en el mar-, y entenderán la insuficiente masa crítica (10 investigadores por centro, en engañosa media) y sin haber desarrollado alternativas como la que la investigación biomédica tiene en el CIBER (Centro de investigación Biomédica en Red), que facilita la interacción de grupos investigadores de calidad por objetivos científicos de toda España, con administración única para todos.

Pero interesa insistir en otros servicios científico-técnicos que, al abandono de su gestión desde el 2011, se añade la incomprensión de su importancia. El IEO genera y mantiene un importante volumen de datos y metadatos, incluyendo los obtenidos en colaboración con otras instituciones. Además, se desempeña como Centro Nacional de Datos Oceanográficos (CNDO). Sin embargo, en tiempos de minería de datos, big data, ciencia ciudadana y economía circular... su gestión eficaz y eficiente sigue siendo una tarea aplazada.

No repetiremos el desmadre organizativo de los barcos oceanográficos, ya dictaminado en la revista Arbor en el lejano 1991 por el profesor Javier López Facal, con 3 o 4 dependencias: CSIC, IEO, Pesca, Armada y comunidades autónomas. Una flota en franca decadencia, a la espera de un nuevo buque de gran porte, jubilado el Cornide de Saavedra, y con sus servicios de tripulación y mantenimiento externalizados en su mayor parte.

Añadamos las 4 plantas de cultivo de peces y otros (Vigo, Murcia, Canarias y Santander) y una ICTS para el atún rojo en Murcia, sometidas hace tiempo al gradual desmantelamiento de la investigación española en acuicultura, también en el IEO. Plantas de cultivo que requieren una estructura organizativa, y una modernización y redimensionamiento acorde a la investigación que se decida desde una perspectiva y una imprescindible interacción público-privada para facilitar desarrollos, también en zootecnia.

Colaboración y sinergias

El IEO renovado necesita integrarse e integrar el no nacido Plan Estratégico del Estado sobre la I+D Marina, como marco y soporte de la economía del océano, asentado en las interacciones y sinergias con otros centros nacionales e internacionales. Una sociedad que avanza solo se podrá enfrentar a los problemas venideros si se prepara con anticipación. Esta preparación requiere un tejido científico y tecnológico bien estructurado, ágil, y operativo. Los países de nuestra UE así lo entienden, y casi todos ellos aumentaron el gasto de investigación en la crisis del 2008, menos España. De nuevo la excepción. También para pensar en organización y administración.

En esto del mar y su investigación parece lógico reflexionar con José Saramago, A Jangada de Pedra: «Sabido es que todo efecto tiene su causa, y esta es una verdad universal, sin embargo, no es posible evitar algunos errores de juicio, o de simple identificación, pues sucede que consideramos que este efecto proviene de esa causa cuando, después de todo, fue otra, mucho más allá del alcance del conocimiento que tenemos y la ciencia que pensamos que teníamos». 

Galicia, otro enredo

Como sucede históricamente en relación al IEO, desde aquella Ley de la Ciencia de 1986 hasta la del 2011, y de las sucesivas tensiones con la Secretaría General de Pesca y ministerios correspondientes, cualquier movimiento de reforma y racionalización del IEO, sea de gestión económica-administrativa o científica, ha provocado rechazos y respuestas de instancias patronales, sindicales o políticas, de escasa y simplista reflexión y dudosa eficacia desde la perspectiva del papel de la ciencia marina y sus servicios científicos técnicos. Si siguen este periódico han podido conocer la contestación de algunos investigadores y técnicos del IEO, la de algunas patronales, y la de responsables políticos e incluso del Parlamento gallego ante las últimas decisiones ministeriales. En uso de su libertad y criterio, obviamente. Pero estas no debieran ocultar el prolongado conflicto de intereses sin solución y el caos de gestión del IEO, con denuncia pública ya en un escrito promovido por parte de su personal, por marzo del 2018. Así, la activa conselleira de Mar de Galicia ha sido miembro, durante los años en los que se agravó el desiderátum económico y de gestión, al igual que el presidente de una patronal armadora, Cecopesca, entre otros, del Consejo Rector del IEO. El Parlamento gallego aprobó el 2020 por unanimidad una proposición contraria a la actuación del Ministerio de Ciencia y a la posible integración, con el Instituto de Investigación Agraria y el Instituto Geológico y Minero, del IEO en el CSIC. Parlamento que sin embargo hace años que no ve la viga en el ojo propio respecto a los servicios científicos técnicos y de investigación autonómicos. Nada nuevo bajo el sol, incluidas otras patronales y fundaciones gallegas que en los últimos años no se cansaron de reclamar una alternativa gallega al IEO, se supone que también a la fundación gallega Cetmar o al Intecmar (ambos de la Consellería do Mar) y al CIMA de Corón y Ribadeo, por más que no lo explicitaran, e incluso al CSIC, para seguir lo que reclamaban como el modelo de la vasca Fundación AZTI, y que hoy propugnan el mantenimiento del statu quo ineficaz del IEO. Y sin Cidade do Mar.

Consorcios interinstitucionales

En España se cuenta con cuatro grandes nodos marinos de I+D (Galicia, Baleares, Canarias y Andalucía). También otros centros, en los que convergen altas capacidades e infraestructuras en ciencias marinas, y un sector económico particularmente dependiente del mar. Ninguna de tales autonomías cuenta, por ahora, con desarrollos comparables al sistema de Cataluña (Icreca/Cerca) o del País Vasco (Ikerbasque/CIC).

Por ello se proponía que el IEO participara en la articulación de consorcios junto con el CSIC y centros de las comunidades autónomas, algo que se ha seguido en el caso de Consorcio Balear, tal y como recoge el Boletín Oficial del Estado del 4 de enero del 2021, en estricta correspondencia con las propuestas del Informe de diagnóstico de la Crisis del IEO y Propuestas de Actuación, a solicitud del Ministerio de Ciencia, entregado el 8 de junio del 2020, Día Mundial de los Océanos.

Documentos que, de haber sido analizados más allá de una acomodaticia visión administrativista y de inmovilista statu quo, hubieran servido para orientar a todos los que, demasiado tarde, dicen reclamar ahora una ciencia marina en una I+D ambiciosa.

Una senda a recorrer pendiente desde la no nacida Cidade do Mar y el bajo rendimiento organizativo del Campus do Mar. Campus de Excelencia.

  

Uxío Labarta. Profesor de Investigación Ad Honorem del CSIC, jubilado. Fue director del Gabinete de Estudios de la Presidencia del CSIC, coordinador Institucional del CSIC en Galicia, miembro del plenario do Consello da Cultura Galega y del Consello de Redacción de GRIAL.

Carlos M. Duarte. Catedrático de Ciencias Marinas en la King Abdullah University, Arabia Saudí. Investigador del Arctic Research Centre, Aarhus University, Denmark. Premio Nacional de Investigación, y Premio Fronteras del Conocimiento en Ecología y Biología de la Conservación 2020. Profesor de Investigación del CSIC, en excedencia.