Remunerado o no, el trabajo de las féminas en la pesca es esencial en innumerables empresas familiares
02 mar 2020 . Actualizado a las 18:53 h.Lo que no se ve es como si no existiese. Y la mujer del mar apenas entra en foco para que se la vea. Sigue teniéndose por una anécdota. Por mera actriz secundaria, sin prestar atención a su cooperación necesaria en el delito de la pesca. Tan perentoria que, aun a riesgo de que parezca exagerado, puede decirse que sin mujeres, no hay pesca. Porque trabajan como fontaneras. Hacedoras de todo para que todo funcione. Sin que se les vea. De forma invisible. A veces, sin remunerar. De tanta discreción, pasan desapercibidas hasta para las estadísticas. En algunas no aparecen las mariscadoras. En otras, no se incluyen las rederas. Y nunca, nunca, figuran las investigadoras o gestoras. «Ideas temos e sabemos a onde queremos chegar, pero como facer se non nos axudan», lamenta la presidenta de las rederas de Malpica, Ángeles Mille. Una queja que vá más allá cuando ellas no, pero la dicriminación sí se hace visible: «As mulleres podemos facer tanto ou máis ca os homes, pero temos que dar o 200 % cando a eles co 50 lles chega», se queja la patrona mayor de Vilanova, María José Vales.
La falta de datos sobre el número de mujeres del sector pesquero lo denunció Katia Frangoudes, portavoz de la red europea de mujeres Aktea; lo dejó caer el comisario de Pesca, Virginijus Sinkevicius, quien concedió poco crédito a que ese 3,7 % de trabajadoras del que hablan las estadísticas y señaló que el 15 % de la actividad pesquera depende del trabajo que hacen las mujeres; y lo certificó Gilles van de Walle, director de la red que engloba a los GALP (grupos de acción local pesquera), que al desgranar los datos de un estudio realizado entre los proyectos presentados dijo que un 31 % de los consultados señalaron que cerca del 40 % de los negocios dependían del apoyo no remunerado de las féminas.Y aun así, se les obstaculiza y se les deniega la participación en la toma de decisiones: «Tiven que sufrir denuncias como muller cando quixen acceder aos órganos de goberno da confraría», denuncia la vicepatrona mayor de Carril, Rita Vidal.
Es el mismo estudio que recoge que «las mujeres en Galicia siempre han tenido que trabajar para contribuir al hogar, pues la vida nunca ha sido fácil en esta parte remota de España». Y añade que «están muy orgullosas de ello».
Y así es. Pero ahora, las herederas de aquellas mariscadoras, rederas, vendedoras o limpiadoras de pescado han decidido salir de la invisibilidad y pedir paso para aparecer en primera fila. Porque se lo deben a aquellas profesionales que empezaron la lucha y dieron pasos para profesionalizarse. Y porque ya es hora de que la igualdad de género y la no discriminación laboral, salarial y social llegue también al mundo del mar. Así lo dijeron las representantes gallegas que esta semana viajaron a Bruselas de la mano de la portavoz del BNG en Europa, Ana Miranda, en un encuentro de mujeres de la pesca de toda Europa. Fue, cómo no, la delegación más numerosa de todas.
Anmupesca
Salir de la invisibilidad de forma literal. La entidad es nacional, pero la que le pone voz habla con marcado acento gallego. Rita Míguez, mariscadora de Arcade, preside un colectivo de 15.000 personas de 6 comunidades, casi todas con carencias comunes: falta de formación reglada para la profesionalización, remuneraciones que en algunos casos no llegan al salario mínimo interprofesional (SMI), enfermedades profesionales sin reconocer, coeficientes reductores de la edad de jubilación menores que otras actividades pesqueras más masculinizadas... Son luchas que tienen por delante, como la de mejorar las habilidades en materia fiscal y financiera, pues cada vez son más las exigencias en este sentido y se echa en falta formación, o la de mecanizar tareas en el mar, como la recogida de algas y las limpiezas de los bancos. En Anmupesca se han tomado al pie de la letra lo de salir de la invisibilidad y, así, entre las acciones para este año figura la de uniformar a las mujeres del mar. Diseñan un mandil para uso de las profesionales de la asociación en «colores llamativos», pues con el verde militar que llevan, por ejemplo, las mariscadoras «es difícil verlas». Y eso ya es cuestión de seguridad, pues, con apenas luz, «ya puede darle a una algo y quedar en el sitio que nadie se entera». Son pasitos para salir de la ignominia: «Ya no somos anónimas. Somos mujeres de la pesca».
Federación de redeiras
Al pie del cañón hasta los 65. Las rederas gallegas siempre se habían tenido por mujeres del mar, hasta que el Prestige emporcó con chapapote la costa gallega. Y es que cuando fueron a reclamar las indemnizaciones por el paro forzoso resultó que tenían derecho armadores, marineros, mariscadores, bateeiros, pero las rederas «no constaban en ningún sitio», contó Verónica Veres, presidenta de la Federación Galega de Redeiras O Peirao.
Ese fue el germen de un movimiento asociativo por puertos que acabó en federación, no en vano los problemas de uno se repetían en todos y cada uno de los ocho que la componen. Porque da igual que vaya al médico una redera de Malpica que una de Cangas: las dos verán que se trata de enfermedad común esa dolencia que tienen después de años desarrollando su trabajo en condiciones penosas porque «la información sobre la enfermedad laboral no llega a los médicos que tienen que diagnosticarla». Eso, sin contar con que tendrán que estar ejerciendo su oficio más años que los demás antes de retirarse: «Somos el único subsector de la pesca que no tiene coeficiente reductor cuando está demostrado que es tanto o más duro» que algunos que sí tienen reducción de la edad de jubilación. Con ese panorama es imposible el relevo generacional para un sector envejecido que, además, no tiene formación reglada. «Todas las profesiones del mar la tienen, menos la nuestra», lamentó Veres, quien habló de una «lucha constante con el ISM». A la demanda se suma la percebeira de Aguiño, Concha Ramallo: «Vamos en la lancha y saltamos a las piedras. No se puede estar con 60 años saltanto a las piedras. Es imposible».
Amarcarril
Orgullosas de Marisquiña. Tres mariscadoras, amigas de siempre, se propusieron un día dar al marisqueo la consideración social que se merece y transmitir el carácter luchador y tenaz de sus gentes. Pupe Jueguen, secretaria de la entidad, explicó que Amarcarril nació para dignificar una actividad económica «menospreciada». Hicieron de los más pequeños sus principales destinatarios, con vistas a garantizar el relevo generacional para una profesión de la que están orgullosas y que han representado en una mascota: Marisquiña. Ella está en los talleres formativos dirigidos a escolares de primaria en los que se explican los útiles y herramientas, las distintas especies, la comercialización... Paralelamente, muestran cómo es el trabajo del marisqueo a pie, organizan visitas a la lonja de Carril, degustaciones y paseos en barco que han podido adaptar para personas con discapacidades, lo que las ha hecho merecedoras de un reconocimiento en Gijón.
Amartumar
La diversificación, de la mano de las mujeres. El estudio al que se refería Gilles van de Walle ya había advertido que las actividades de diversificación económica en el sector pesquero casi siempre llegan de la mano de las mujeres. Y el caso de Amartumar, de las mariscadoras de Cesantes. Nuria Novelle explicó que la iniciativa de turismo marinero surgió como necesidad de complementar los ingresos del marisqueo y, a la vez, «colmar la parte intelectual y creativa» al que el trabajo con el rastrillo y el raño no dan demasiado margen. Con sus rutas del marisqueo, del xeito y del choco quieren dar visibilidad a las técnicas artesanales y dignificar a las «mujeres bravas del mar».
Rara vez ven recompensados esos esfuerzos por dinamizar el sector. Es más, a menudo se sienten desplazadas, también por las autoridades. Por eso Ana Miranda puso deberes a los Ejecutivos: «Tense que facilitar que as asociacións de mulleres podan tramitar e recibir fondos directamente».
Mulleres mar de arousa
Empoderamiento y cambio de mentalidad. Esa red que se está rearmando en Europa ya está tejida en Arousa. La han confeccionado mariscadoras, bateeiras, percebeiras, operarias de la industria conserveras y vendedoras de pescado, aunque sea por Internet. Es el caso de Sandra Amézaga, secretaria de la entidad, que lucha por un cambio de mentalidad en un sector que siguen dominado por los hombres y plagado de micros, pero sobre todo macromachismos. Su meta de empoderar a las mujeres en este ámbito pasa por establecer unos contactos que los hombres ya tienen avanzados y manejan con fluidez. Como se trata de una entidad que opera en zonas rurales, pueblos pequeños y de pesca artesanal está obligada a trascender, de ahí su presencia en todo curso, conferencia o seminario desde el que puedan hacerse un hueco entre los poderes del sector, al que muchas veces no llegan por la sobrecarga doméstica, la falta de autoestima o por temor a que se las tache de feminazis.