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Comer medusas para salvar a los peces

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

ROLAND WEIHRAUCH

La proliferación ha llevado a expertos en conservación marina a animar a los británicos a consumirlas

30 abr 2018 . Actualizado a las 11:12 h.

La proliferación de medusas y otros organismos gelatinosos en mares y océanos es un fenómeno generalizado. Acuciante en zonas como el Mediterráneo o el mar Negro, pero del que no se libra tampoco el Atlántico, ni siquiera el que viene a bañar las costas gallegas. Se ha visto muy recientemente, con la aparición de centenares de carabelas portuguesas salpicadas por playas que van desde la Costa da Morte a las Rías Baixas. Y está constatado que la abundancia de augamares influye negativamente en los stocks pesqueros, no en vano unos y otros compiten por el mismo alimento: el rico plancton.

No solo eso. Cuatro años atrás, una invasión de medusas provocó la muerte de 300.000 peces en una granja acuícola escocesa durante la noche. Este episodio, junto al hecho constatado de que los stocks pesqueros están disminuyendo en el Reino Unido, ha llevado a expertos de la Sociedad de Conservación Marina de ese país a animar a los británicos a incorporar las medusas a su menú, según recoge la publicación on-line Fis.com. 

¿Están locos estos británicos? Si lo están ellos, también lo están los de la FAO (Agencia de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), que ya un año antes de que las medusas atacasen a los peces de acuicultura en Escocia -y poco después de haber propuesto la ingesta de insectos- había advertido que la proliferación de estos organismos es una amenaza seria para la pesca, al tiempo que animaba al hombre a convertirse en un depredador de la medusa de la misma forma que lo es de la sardina, la merluza o de ese animal de morfología tan parecida: el pulpo.

Y más locos deberían estar los chinos, japoneses o coreanos, que hace tantos siglos que consumen estos organismos gelatinosos, que ya se consideraran un elemento básico de la cocina asiática. 

Salirse del «roast beef»

Ahora bien: ¿están preparados los paladares de los británicos para meterse una augamar entre pecho y espalda? ¿Esas bocas que hacen ascos a un pulpo -el año pasado el Reino Unido se estrenó importando cinco toneladas de cefalópodo de Galicia, una nimiedad en comparación con las 500 de merluza congelada que le compró- pueden masticar una medusa sin inmutarse? Lo dudan hasta los mismos que lanzan la propuesta. «Son una buena fuente potencial de peces sostenibles y, si los británicos comenzaran a comerlas en lugar de las variedades de peces que se cultivan intensamente, podría ser algo muy bueno. Pero los británicos son muy conservadores en sus paladares, por lo que no será fácil convencerlos», asegura Peter Richardson, jefe de recuperación oceánica de la Sociedad de Conservación Marina en declaraciones recogidas por la citada publicación.

 Tampoco en España, por más que la alta cocina haya comenzado a incorporarlas, hay demasiado arrojo para subir la medusa a la mesa. Ni siquiera en Galicia, que ahora está explotando anémona, que exporta peneira (que captura y cultiva) y que no ha dudado en colocar entre las exquisiteces el carallo de mar (holoturia) de sus aguas, se ha atrevido a probar con la medusa en la cocina. Quizá sea cuestión de tiempo. 

¿A qué saben?

Quienes las han probado dicen que las augamares saben a eso, a agua de mar. A alga fuerte. Y la textura gelatinosa pasa por manitas de cerdo o sesos de cordero. No falta quien señala que cuando se cocinan se endurecen ligeramente, por lo que pueden ser aptas para los fish and chips británicos. Y hay en Dinamarca investigadores que han desarrollado una forma de elaborar chips de medusa con una textura crujiente. Así que quizá no esté tan lejos la medusa del plato. 

La inmortalidad de una especie abre posibilidades de su salida en cosmética

Vale que quizá sea dura la ingesta. Así que dejemos los fogones al margen. Aún hay otra forma de depredar la medusa. La propone la misma FAO y consiste en desarrollar productos a base de augamares para la medicina. Y es que este invertebrado de cuerpo blando y gelatinoso posee una ingente cantidad de colágeno, lo que lo hace apto para la fabricación de cremas cosméticas. No se queda ahí la cosa. El descubrimiento de la medusa inmortal (Turritopsis nutricula), que es capaz de revertir su propio proceso de envejecimiento -cuando alcanza su madurez puede regresar a forma de pólipo para volver a ser adulta tantas veces como quiera-, encierra la promesa del desarrollo de productos de rejuvenecimiento de gran alcance para los seres humanos. A ver si cuando fructifiquen los ensayos esa variedad inmortal no queda al borde de la extinción. 

Calentamiento global

Para comérselas o para extendérselas, algo hay que hacer para parar las medusas, «ya obstinadamente abundantes en casi todos los océanos del mundo», explica la FAO. Eso lleva a algunos expertos a hablar de «un cambio de régimen global, de un océano de peces a otro de medusas», en el que estas últimas habrán sustituido a los peces.

¿Y por qué han proliferado tanto? La FAO apunta al calentamiento global; la eutrofización, que hace aumentar los nutrientes en el agua, y el uso generalizado de diques para evitar la erosión costera y la gran cantidad de puertos turísticos, que constituyen un hábitat ideal para las medusas que pasan por una etapa de pólipos en sus primeros años de vida.