
Los supervivientes del hundimiento del «Berge Istra» son dos de los 226 socios de Long Hope que pelean contra Oslo
27 mar 2016 . Actualizado a las 08:40 h.Hace 40 años, los tinerfeños Imeldo Barreto León y Epifanio Perdomo López sobrevivieron a un sonado naufragio: el del mercante noruego Berge Istra, un carguero de dimensiones superiores a las del Titanic que se hundió, cargado de mineral de hierro, en su ruta hacia Japón. Fueron las dos únicas personas que salieron con vida de un hundimiento en el que perecieron las otras 30 personas que iban a bordo.
Pero durante las cuatro décadas de vida que los marineros ganaron aquel enero de 1976 ambos han seguido siendo náufragos. Náufragos del sistema de protección social noruego, que los dejó sin pensión, casi sin indemnización, y con el lastre de las graves secuelas psicológicas que les dejó haber estado 20 días a la deriva en una balsa en la nada marina del océano Pacífico.
Barreto y Perdomo son dos de los 226 afiliados a Long Hope -la asociación que agrupa a los marineros jubilados que trabajaron en mercantes noruegos antes de 1994 y pagaron impuestos en aquel país- que, junto a otros 43 familiares de extrabajadores ya fallecidos, han demandado al Estado de Noruega para reclamar su derecho a recibir una pensión del erario del país, al que contribuyeron mientras trabajaban allí. Una prestación por jubilación que Oslo les negó porque entonces no tenían su residencia en suelo nórdico y que les sigue negando a pesar de que otras instancias, como la Comisión Europea, critiquen esa «injusticia social grave» y los propios sindicatos noruegos hayan presentado una queja ante el Consejo de Europa por la negativa de su Gobierno a concederles la prestación por jubilación a los españoles.
Visita a Galicia
La epopeya que vivieron los dos tinerfeños cobra ahora actualidad. Después de 40 años silenciados, su paisano Víctor Calero ha rescatado su memoria para convertirlos en protagonistas de su documental Los náufragos del Berge Istra, una producción audiovisual en la que Barreto y Perdomo reviven la angustia de esos veinte días que se vieron en una balsa de reducidas dimensiones, contadas provisiones y poca agua, apenas les quedaban unas gotas cuando fueron recogidos por un pesquero japonés.
Los náufragos contarán el próximo día 1 de abril su historia en Santiago. Llegan a Compostela de la mano de la agrupación Carpe Diem Galicia -una empresa de gestión cultural- y de la Asociación Signo de Vida, a la que pertenece el director del documental, responsable de la delegación de Tenerife de esta entidad sin ánimo de lucro que aboga por el derecho a la vida de las personas, haciendo especial hincapié en los sectores más afectados de la sociedad.
Altavoz
Carpe Diem Galicia y Signo de Vida unen sus fuerzas para dar a conocer una historia de supervivencia sin precedentes, la de unos marineros que durante 20 días estuvieron abandonados a su suerte y que, una vez rescatados, fueron olvidados durante décadas.
Ni que decir tiene que en su visita a Galicia estarán arropados por Long Hope. Acudirán al centro sociocultural del Ensanche el presidente y el portavoz de la agrupación, Juan Lores y Alberto Paz, respectivamente. No en vano los náufragos del Berge Istra ocupan una parte de su página web como ejemplo de la grave injusticia social que cometió Noruega dejando abandonados a ambos marineros, que quedaron inhabilitados para trabajar por las profundas secuelas que les dejó el naufragio.
Nueve días sin buscarlos
«Ellos no se portaron bien con nosotros», explica Imeldo Barreto desde su hogar tinerfeño. Y tampoco con las familias de las víctimas, dice. Y no solo por la cuestión de la pensión, sino porque no comenzaron la búsqueda hasta 9 días después del naufragio. «No vimos helicópteros, ni barcos, ni aviones, no nos buscaron», critica Barreto 40 años después de aquella desgracia.
la lucha de los exmarineros españoles contra noruega
Veinte días en una balsa salvavidas hasta que fueron rescatados por un pesquero japonés
El mercante noruego Berge Istra zarpó de Brasil a finales de 1975 con casi 200.000 toneladas de mineral de hierro en sus entrañas. El destino de ese material era el puerto de Kimitsu, en Japón. Y, dadas sus dimensiones -más de 300 metros de eslora, 40 de manga y 115.000 toneladas- no le quedó más remedio que renunciar al paso del canal de Panamá y doblar el cabo de Hornos. Ya pasado ese accidente geográfico, navegando por el océano Pacífico, el barco desapareció. Ocho días después de que el mercante tendría que haber llegado a su destino, la armadora dio la voz de alarma. La Voz de Galicia recogió la noticia de su desaparición.

Pintando la proa
Imeldo Barreto y Epifanio Perdomo habían estaban pintando en la proa de la embarcación mientras otros tripulantes estaban realizando trabajos de soldadura en el interior. En un momento dado hubo una fuerte explosión, el mercante se llenó de fuego y en cuestión de poco tiempo se fue al fondo. Imeldo estuvo a punto de acompañar al Berge Istra en su viaje a las profundidades, pero consiguió sustraerse a la fuerza que lo llevaba hacia abajo. Y una vez en la superficie consiguió alcanzar una de las balsas que había salido a flote. Ya dentro se percató de que al lado de la balsa, en el agua, flotaba Epifanio Perdomo, inconsciente tras la explosión. Consiguió reanimarlo y durante 20 días compartieron singladura con escasas provisiones, poca agua y sin más ropa que la puesta. Los rescató un pesquero japonés. Salvaron la vida, pero la peripecia quedó grabada en su mente por siempre jamás. De Noruega recibieron un millón de pesetas y nada más, aseguran desde Long Hope.