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La tripulación del pirata «Viking», con nexos gallegos, más cerca de ir a prisión

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

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La contundencia de Indonesia contra la pesca ilegal contrasta con la laxitud de Tailandia

25 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La lucha global contra la pesca ilegal es una batalla que va por barrios. No es lo mismo para un pirata ser apresado por Australia o Nueva Zelanda que ser sorprendido por las autoridades tailandesas o de Cabo Verde, donde ahora están retenidos dos de los llamados Seis Bandidos, el Yongding y el Songhua -ahora Zemour 1 y Zemour 2- barcos que el Gobierno español ha vinculado a Vidal Armadores.

El Viking tuvo poca suerte. Fue a caer en manos de las autoridades indonesias, uno de los países con la legislación más contundente contra las irregularidades en materia de pesca. Así es que el pesquero, que fuentes de CCAMLR (Comisión para la Conservación de los Recursos Marinos Vivos de la Antártida) y de las organizaciones ecologistas vinculan a armadores gallegos, acabó saltando por los aires con una detonación programada por la propia ministra de Pesca del país, Susi Pudjiastuti, con miembros de Sea Shepherd -la agrupación conservacionista más activa contra los piratas de la Antártida-, como testigos de excepción.

Y la condena a la destrucción no es la única pena que Indonesia ha puesto a los delitos pesqueros cometidos por el Viking. Su tripulación, formada por diez personas de Chile -de ahí es su capitán-, Argentina, Birmania, Perú y de la misma Indonesia, se enfrentan a penas de hasta siete años de cárcel.

Esa contundencia contrasta con la laxitud legal de Tailandia. Aunque el país ha redoblado sus acciones en contra de la pesca ilegal, en un ejercicio a la desesperada para que la Unión Europea no saque finalmente la tarjeta roja con que la amenaza -y que cerraría las puertas de Europa a sus productos pesqueros-, la contundencia contra las actividades piratas deja todavía mucho que desear.

Sirve como ejemplo el caso de otro pirata, el Kunlun, que en marzo del año pasado arribó a Phuket convertido en Taishan, después de haber sido interceptado por Australia y con una nota púrpura de la Interpol a cuestas, y consiguió huir con facilitad llevándose las 182 toneladas de merluza negra que intentó vender en Vietnam como mero gigante, primero, y después en Senegal como atún, donde las autoridades están ahora valorando la sanción que debe imponerse a esa infracción pesquera, que no delito.

Los ecologistas de «Sea Shepherd» señalan ahora las redes de enmalle

Los Seis Bandidos son ya historia: el Viking, destruido; el Perlon fuera de combate en Malasia; el Thunder hundido y sus mandos condenados a penas de tres años de cárcel y multas de 15 millones de euros en Santo Tomé y Príncipe; el Yongding y el Songhua, retenidos ambos en Cabo Verde; y el Kunlun, apresado en Senegal. Por ello, la organización ecologista Sea Shepherd ha desplegado ya su siguiente campaña. Esta tiene por ámbito geográfico el océano Índico y el objetivo son las redes de enmalle a la deriva que, a pesar de estar prohibidas por su impacto continúan empleando no pocas embarcaciones pesqueras.

En el marco de la operación Drifnet, a la que Sea Shepherd ha dedicado su buque insignia, el Steve Irwin, los conservacionistas tratarán de impedir, mediante intervención directa, las operaciones de los barcos con las polémicas redes. Al mismo tiempo, elaborarán un listado con de las embarcaciones que emplean las redes de enmalle a la deriva y documentar sus irregularidades. Por lo de pronto, ya han conseguido pruebas gráficas y audiovisuales del impacto destructivo de esos aparejos, en los que han encontrado tiburones, delfines, focas y varias especies enredadas en esas cortinas de la muerte prohibidas desde hace décadas.