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De ganadero a escultor gracias a la llegada del turismo rural

Uxía Carrera Fernández
U. CARRERA O PÁRAMO / LA VOZ

SOSTENIBILIDAD

El ganadero talla figuras humanas y animales en distintos tamaños con madera de manzano y castaño
El ganadero talla figuras humanas y animales en distintos tamaños con madera de manzano y castaño U. C.

José López, de O Páramo, pudo vender sus animales y dedicarse a la talla de madera gracias a la apertura de un hotel en su aldea

14 abr 2022 . Actualizado a las 19:59 h.

La apertura de negocios de turismo en el rural trae grandes beneficios para los pueblos lucenses. Para algunos, más directos que para otros. El vecino de O Páramo José López comenzó una segunda vida gracias a la llegada a su aldea de una casa de turismo rural. Pasó de ser ganadero a dedicarse a lo que verdaderamente quería, la escultura. Empezó a tallar de joven y a sus 66 años vive prácticamente de los visitantes que llegan a Alvaredo.

José López descubrió su talento para trabajar la madera en la mili. «Coas ferramentas mal feitas que tiñamos tallei algunha figura e gustoulle aos tenentes», recuerda. Así que le ordenaban irse al monte, en Ourense, y recoger madera para elaborar esculturas. «Fíxenlle o sombreiro ao tenente coronel con todos os detalles en madeira, encantoulle. E así librábame da ximnasia e a instrución», bromea. Cuando López acabó la mili y regresó a su aldea natal de O Páramo empezó a trabajar en la ganadería. Mientras tanto, por afición, seguía tallando figuras de madera.

Todo cambió cuando abrió justo enfrente de su casa Las Horas Perdidas, una casa de turismo rural con capacidad para 14 personas. Además, también organiza actividades de cultura y ocio en su finca. Los nuevos visitantes de la aldea de O Páramo tuvieron curiosidad por las esculturas que lucía José en la entrada de su casa. «Comezou a vir un montón de xente e dixéronme que non podía ter as figuras tiradas, que valían para vender», relata.

Así que el ganadero por aquel entonces limpió sus creaciones y en apenas unos días las vendió a los visitantes que fueron llegando hasta Las Horas Perdidas. El paramés empezó a trabajar en sus tallas y decidió moverlas también por la ciudad de Lugo, a través de bares o exposiciones. Además, hasta O Páramo se acercaron responsables de anticuarios o negocios de restauración que buscaban esculturas decorativas. Apoyado en los beneficios que le daban los turistas, decidió alquilar sus terrenos y vender los animales: «Abandonei a gandería porque íame moi ben coa escultura, a miña vida cambiou coa casa rural, non paraba de vir xente».

«Lévoo na sangue»

Desde que Las Horas Perdidas se estableció en Alvaredo, López empezó a participar en ferias de artesanía o de las fiestas locales. «Agora xa non vou porque a xente de aquí dálle pouco aprecio á artesanía», explica. Sin embargo, recibe encargos desde fuera de Galicia, como Madrid o León.

José López, en su taller
José López, en su taller U. C.

En la casa de López se acumulan figuras en la entrada pero sobre todo en su taller. «Teño moitas gardadas porque co covid notouse moito o descenso de turistas». Aunque los visitantes pararon, el escultor no pudo hacerlo aunque quisiera: «Se non traballo a madeira tódolos días xa non estou a gusto». Así que casi cada día López acude al monte para seleccionar buena madera, de castaño o manzano, y trabajar en el taller. Crea figuras humanas con unos rasgos comunes y también animales. «Sencillamente véñenseme figuras á cabeza, téñoo metido no sangue», afirma. Aunque muchos amigos y clientes le insistieron en que podría abrir un local en Lugo, López relata que necesita el paisaje verde de su casa para crear y le gusta el trato agradecido de los turistas que visitan su aldea.