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«No hay una solución mágica»

Xosé María Palacios Muruais
Xose María Palacios LUGO / LA VOZ

GANADERÍA

De izquierda a derecha, la periodista María Guntín y los investigadores Santiago Crecente, Luis Llaneza, Luis Fildalgo y Pedro Alonso
De izquierda a derecha, la periodista María Guntín y los investigadores Santiago Crecente, Luis Llaneza, Luis Fildalgo y Pedro Alonso Oscar Cela

Expertos en conservación y en gestión aseguran que las medidas de protección necesitan consenso social y político para ser eficaces y deben ser tomadas tras recabar las opiniones de científicos

26 mar 2024 . Actualizado a las 12:43 h.

Los ataques de lobos tienen una dimensión que va más allá de los sectores directamente implicados, entendiendo por tales a los ganaderos, a los responsable de la administración y a los investigadores. Ni el conflicto se reduce a una sola comunidad autónoma, ni todas las que lidian con este problema soportan la misma situación. El problema, por tanto, encierra matices y complejidades y excluye soluciones simplistas: «No tenemos una solución mágica», manifestó el biólogo Luis Llaneza, investigador con décadas de experiencia en este asunto.

Para Llaneza, se trata además de una cuestión que debe abordar toda la sociedad. «Es un problema social, y es la propia sociedad la que va a tener que activar esas reglas de juego», sostiene. Para empezar a fijar unos criterios, este investigador apela al entendimiento o, por lo menos, a un contacto que empiece ya alejado de tópicos y de extremismos: «Diálogo, diálogo y paciencia» es la fórmula que propone para comenzar a acercar posturas. Él es consciente de que «cambió la conflictividad» y de que «hay mucha crispación», pero también de que la opinión de los expertos debe ser tenida en cuenta.

Santiago Crecente, biólogo del Centro de Investigaciones Agrarias de Mabegondo (CIAM), destaca que un avance importante depende de la validez de las medidas de protección. La idea de Luis Llaneza de que no hay soluciones mágicas puede aplicarse también a la hora de aplicar defensas, aunque en algunos casos si está acreditada su viabilidad. Así, Crecente desvela que se ha comprobado un alto rendimiento de los cierres instalados para proteger ganado ovino. «As medidas preventivas si son eficaces», asegura.

Más complicado, en cambio, es trasladar esa eficacia a otros lugares y a otros sistemas de trabajo con el ganado. «Cercar no monte non é doado», dice Crecente para subrayar la dificultad de proteger la ganadería extensiva, que, por otro lado, es la que más sufre los ataques. Cambiar el modelo ganadero no es fácil ni siquiera imaginable en algunos casos. En primer lugar, para el ganado caballar de monte se trata de un sistema vinculado con su modo de vida; en segundo, para responsables de ganaderías bovinas o caprinas se trata de una apuesta irrenunciable que solo abandonarían vendiendo las reses.

Hay algunos casos en los que en zonas de montaña se llegan a aplicar medidas de protección que parecen sugerir la posibilidad de trasladarlas a esos lugares, lo que supondría lo contrario de lo avanzado por Santiago Crecente. Así, en municipios de la comarca de Os Ancares como Cervantes y Navia de Suarna se ha ensayado el uso de mastines y de pastores eléctricos —alimentados, por otro lado, con energía solar— para proteger rebaños de cabras; pero se trata de medidas que se aplican en terrenos privados en los que pastan cabras de ganaderos de la zona, incluidos en un programa del campus de Lugo que recoge el uso del ganado como medida de prevención de incendios. Crecente insiste en que la investigación no puede abandonarse: «Hai que facer innovación en medidas preventivas», recalca.

Por otro lado, la conservación de especies como el lobo no puede disociar de la conservación de hábitats en los que suele habitar. Esa medida es defendida como básica por el biólogo Pedro Alonso. En su opinión, la supervivencia de la especie depende también de medidas teóricamente alejadas de la conservación de la fauna. Lo que destaca es que la protección del lobo debe asegurarse allí donde ha sido habitual su presencia.

Alonso ve difícil que el lobo pueda adaptarse fácilmente a un entorno de eucaliptos y de prados, por lo que también resultará complicado establecer en esa zona un plan de gestión. Sí, en cambio, es viable un plan si se tienen en cuenta sus condiciones naturales.

Lo que también reclama Pedro Alonso es un consenso social y político lo más amplio posible. Cree que una medida que se tome apoyada solo en la aritmética de una mayoría parlamentaria tiene poca garantía de supervivencia, lo que lo lleva a vincular este asunto con el actual clima político, poco proclive a debates sosegados. Por ello reconoce que mientras la cuestión esté polarizada como otras del debate político, pensar en soluciones tiene algo de quimera.

También Luis Fidalgo, presidente de la Federación Galega de Caza, relaciona la adopción de medidas con la situación política actual para concluir que no es seguramente el momento más indicado, debido a la alta polarización. Fidalgo confesó que había echado en falta la presencia y el protagonismo de científicos en el comité que se encargó de recoger las medidas de protección.

Esa necesidad coincide con lo señalado también por Luis Llaneza, convencido de que se debería de haber consultado a quienes llevan años trabajando en este asunto. «En conservación —dijo— es importante ese debate científico». En su opinión, las medidas de protección deben ir precedidas de un debate científico «y no lo hubo».

Al otro lado del Miño, en Portugal, las medidas de protección se empezaron a estudiar hace años. La Ley de Protección del Lobo Ibérico se aprobó en ese país en 1988, y su entrada en vigor dio lugar a la creación del Centro de Recuperación del Lobo Ibérico. En la siguiente década aumentaron en ese país los estudios y las iniciativas de conservación. Según datos de la Plataforma Lobo-ibérico em Portugal de principios de siglo, en Portugal hay unos 300 lobos, que se distribuyen en unas 60 manadas, sobre todo al norte del Duero. Las zonas montañosas de Alto Minho y Trás-os-Montes son los principales lugares donde se encuentra la especie.

«É un problema común a toda Europa»

  1. Para Pedro Alonso, biólogo de amplia experiencia en el estudio del lobo, el conflicto no se acaba más allá de Pedrafita do Cebreiro o del puente de los Santos: «É un problema común a toda Europa», afirma. De todos modos, que sea un problema «poliédrico» —así lo define— puede entrañar otro riesgo que reconoce: es posible que la situación se enquiste.
  2. La presencia de ganado caballar en muchas zonas (entre ellas, la Serra do Xistral, que conoce bien) debe ser valorada: «As bestas son o aproveitamento lóxico do terreo», afirma.
  3. Ese ganado caballar en régimen extensivo ayuda, dice Alonso, a frenar el abandono rural y el despoblamiento del norte de Lugo y de A Coruña.