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El proyecto que busca conservar los paisajes del vino gallegos y hacerlos sostenibles

Maruxa Alfonso Laya
M. Alfonso REDACCIÓN / LA VOZ

AGRICULTURA

Cedida

La Fundación Juana de Vega lidera una investigación internacional que aspira a mejorar los beneficios económicos y medioambientales del cultivo de la vid

14 mar 2024 . Actualizado a las 10:13 h.

La viticultura es una actividad de vital importancia económica, cultura y ambiental y, además, permite fijar población en zonas rurales gallegas, donde el número de habitantes decrece día tras día. Pero es que, además, los paisajes del viñedo proporcionan «múltiples servicios que deben ser preservados y valorados», explica Tania Gesto, técnico de proyectos de Innovación de la Fundación Juana de Vega. Con estas premisas bajo el brazo, la entidad ha decidido liderar un proyecto internacional que busca, precisamente, conservar esos paisajes y hacerlos más sostenibles.

En la iniciativa participan activamente trece socios, entre ellos, la Universidade da Coruña, ITER Investigación, la Agrupación Europea de Cooperación Territorial Duero-Douro, la Reserva de la Biosfera Mariñas Coruñesas, la Plataforma Tecnológica del Vino, el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León y la bodega Pagos de Brigante. Esa es la parte española. Por la portuguesa están la Asociación para el Desarrollo de la Viticultura Duriense, la Universidade de Trás-os-Montes e Alto Douro y la bodega Dorum Vinhos. Y por la francesa figuran el Instituto francés de la viña y el vino (IFV) y la Interprofesional de los vinos del suroeste de Francia. Además, hay otras 25 entidades asociadas al proyecto.

El objetivo principal es mejorar los servicios ecosistémicos que presta el viñedo a través de la implementación de una infraestructura verde en zonas de alto valor ecológico, como pueden ser las reservas de la biosfera. «Queremos que la gente que plante viñedo tenga también en cuenta el suelo, la biodiversidad y el paisaje, entre otros factores», añadió Alfonso Ribas, director de investigación de la Juana de Vega. La idea es que, en lugares donde el viñedo se cultiva en intensivo, se les explique a los viticultores qué medidas pueden tomar para mejorar el entorno y, de paso, su rentabilidad. «Les vamos a explicar que si plantan un pequeño bosque pueden lograr una mayor biodiversidad o las ventajas de dejar vegetación natural en las calles o cómo pueden combatir las plagas utilizando plantas aromáticas en vez de fitosanitarios», añadió.

Cambio climático

Con ello se busca evitar el monocultivo y ayudar a generar ecosistemas que ayuden a preservar los paisajes vitícolas, aumentando de paso su resiliencia frente al cambio climático. El proyecto comenzará analizando lo que existe actualmente en las zonas de estudio, con el objetivo de definir qué procesos y medidas son interesantes para poner a prueba. «Se trata de analizar el estado actual, identificar los factores que impulsan o dificultan estas prácticas y diseñar una metodología que permita evaluar el bien que causan esos servicios ecosistémicos», añadió Gesto.

Este trabajo se llevará a cabo en dos zonas piloto. La primera comprende las reservas de la biosfera Terras do Mandeo y la transfronteriza Meseta Atlántica, ubicada en Castilla y León, También el espacio de Red Natura de Foz Côa, en la región del Douro. La segunda se ubicará en Francia, en la región de Gaillac, en Occitania, una zona con un gran historial de implementación de infraestructura verde.

La segunda parte del proyecto se centrará en tratar de hacer actuaciones para implementar soluciones basadas en elementos de infraestructura verde enfocados, precisamente, a potenciar los servicios ecosistémicos que presta el viñedo. Y también se tratara de diseñar un sistema que permita medir los efectos beneficiosos que esas medidas han tenido para la zona en cuestión. Porque la idea final, que se recoge en la tercera parte del proyecto, es elaborar una estrategia que permita implementar esos nuevos servicios en otras regiones que puedan estar interesadas. «Se transmitirán las nuevas medidas implementadas a un amplio abanico de agentes», añadió Gesto. La medida beneficiará así a las agencias sectoriales, a las organizaciones que apoyan a las empresas, como los consellos reguladores, a las autoridades públicas locales y a las pequeñas y medianas empresas del sector bodeguero y turístico.

Transferencia

Para dar a conocer todos los resultados, se elaborará una guía en tres idiomas para los viticultores y otros actores, se realizarán visitas de campo para viticultores y bodegas, se organizarán seminarios de transferencia y se celebrarán jornadas en seis denominaciones de origen. «Galicia tiene un buen sector del vino y creemos que la asignatura pendiente es integrar todo esto en su paisaje, para que sea más variado. Creemos que un paisaje más rico tiene muchas ventajas, incluida la prevención de incendios», concluye Ribas. El proyecto se desarrollarán hasta el 31 de diciembre del año 2026 y cuenta con un presupuesto de 1,6 millones de euros, que está financiado por un programa Interreg Sudoe.