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La primavera llegó también a las viñas: brotes verdes en la Ribeira Sacra

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

AGRICULTURA

Brotación de una cepa de la variedad godello en una viña de Quiroga
Brotación de una cepa de la variedad godello en una viña de Quiroga cedida

Las cepas de godello son las primeras en salir del letargo invernal

22 mar 2023 . Actualizado a las 09:37 h.

Quedan por delante todavía algo más de cinco meses para el arranque de la vendimia, pero la cosecha ya comienza a tomar cuerpo en la Ribeira Sacra coincidiendo con la entrada de la primavera. Los primeros brotes asoman todavía de forma tímida, tras un letargo que prolongó la sucesión de heladas de la segunda mitad de enero. Por una vez el ciclo vegetativo de la vid parece ir por el libro, sin los adelantos anómalos asociados en los últimos años al cambio climático. A partir de hora, la meteorología determinará el volumen de uva que se podrá recolectar. Precio y demanda dependerán de un mercado que no acaba de desperezarse para los vinos tintos.

La brotación de las yemas que hasta ahora permanecían aletargadas en las vides se circunscribe por el momento a las zonas más abrigadas de la ribera del Sil y a las variedades de uva blancas. Las cepas de godello son las primeras en despuntar en los viñedos más adelantados. «Canto máis tarden en agromar mellor, se o fan cedo as xeadas neste tempo tamén son máis prexudiciais», apunta un viticultor de la subzona de Amandi.

Sobre el papel, en esa ribera no deberían preocupar en exceso las heladas tardías. Pero el pasado año, sin ir más lejos, afectaron incluso a viñas situadas en los tramos de ladera más próximos al Sil. Si los brotes de la vid están muy avanzados en su desarrollo, esos daños tienen carácter irreversible a efectos de la cosecha. Fue lo que sucedió en el 2017, cuando las heladas de los días 27 y 28 de abril calcinaron en amplias zonas de la Ribeira Sacra los racimos incipientes.

Esta es la razón por la que muchos viticultores demoran al máximo la poda en los lugares donde existe mayor riesgo de que las vides se vean afectadas por una bajada drástica de las temperaturas nocturnas. En las partes altas de las riberas y en valles como el de Quiroga aún se ve a gente podando en las viñas a estas alturas, un recurso con el que se persigue retrasar lo más posible la aparición de los primeros brotes.

Los bodegueros y viticultores consultados coinciden en señalar que el ciclo de la vid en esta cosecha entra dentro de una «normalidad» que no siempre se dio en otros años. Una circunstancia que tiene mucho que ver con los días de heladas de la segunda quincena de enero. Según el informe de MeteoGalicia, en ese mes llegaron a contabilizarse en Monforte hasta once días con temperaturas bajo cero.

En Ribeira Sacra, sistemáticamente, las cosechas con fuerte incidencia de ataques de mildiu coinciden con inviernos previos sin apenas heladas. El caso más llamativo es el de la vendimia del 2016, con importantes pérdidas a causa de ese hongo. Su supervivencia invernal en forma de esporas adheridas a restos vegetales en los viñedos se ve perjudicada por el tiempo seco y frío, según los expertos.

La demanda está por ver

Los brotes verdes que comienzan a asomar estos días en las viñas no son, sin embargo, una metáfora aplicable al contexto de las ventas de vino, en un momento delicado a nivel general especialmente para las zonas volcadas en la producción de tintos. Las consecuencias de una inflación descontrolada agudizan los problemas que arrastraban muchas bodegas de Ribeira Sacra desde la pandemia, cuando esta denominación perdió una importante cuota de mercado.

Fuentes del sector admiten la existencia de volúmenes de vino acumulados de cuyo ritmo de comercialización dependerá la demanda de uva en la vendimia que comienza a tomar cuerpo.