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Una parroquia «particular»

Santiago Daviña Sáinz CARBALLO

AGRICULTURA

Bergantiños en la historia | Municipio de Carballo Santa María de Bértoa, de señorío privado de Miguel José María de la Bárcena, tenía a mediados del siglo XVIII una agricultura centrada en las gramíneas y las coles

09 mar 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

En 1752, la parroquia carballesa de Santa María de Bértoa era de señorío particular de Miguel José María de la Bárcena, «en cuya posesión se halla y han hallado sus predecesores por compra que de él han hecho en fuerza de cédula real según lo tienen oído y corre de público en el término». En lo administrativo pertenecía a la antigua provincia de La Coruña, y en lo eclesiástico, al arciprestazgo de Bergantiños, arcedianato de Nendos, arzobispado de Santiago de Compostela. Del Este al Oeste, el territorio de Bértoa ocupaba tres cuartos y medio de legua; de Norte a Sur, legua y cuarto de otra, y se necesitaban cuatro horas para caminarla. Comenzando en el sitio llamado Grande, camina su división a otras piedras nombradas das Pallas, de allí a las piedras do Tiro y a la fuente da Aviñeira; de ésta sube por entre la feligresía de San Jorge de Artes a incorporarse con el camino o marco dos Regos das Chabelas; de aquí, a otro marco nombrado de Bouzalibán; de allí va mediando los montes del lugar do Añíon do Berdillo hasta la fuente Carracedo, que se halla a la orilla del Río Grande, de aquí pasa al telleiro llamado da Tuija, donde se divide de éste término del de la feligresía de Lemayo y jurisdicción real. De allí sigue por la falda do castro de Queo y monte de Lemayo hasta la piedra Cruzada, de ésta al marco o piedras que se dicen de Parda Rubias, de aquí va bajando a la fuente do curro do Bortelo, y dando vuelta hasta el mojón de O Ceán, que divide esta feligresía de la de San Cristóbal de Lema, donde se viene a encontrar con el camino de entre las cuestas y molino llamado de Nuno, de éste gira a la fuente del Espadaneiro, marco de O Souto, castro Chorís y fuente de María García; de allí va por el río Grande arriba a dar a la piedra Grande, que se halla de la otra parte, y concluye a ceñirse con la primera demarcación. Economía En aquella época había 30.467 ferrados de terreno en sembradura, de los cuales eran 30 de hortaliza, 2.730 de sembradura, 52 de prados de regadío y secano, 26.603 de montes, 30 de carballeira, 27 de dehesas de particulares, 12 de una dehesa real y los 995 restantes repartidos entre el terreno que ocupaban las casas con sus salidos, caminos, zarzales y ribazos. Los principales frutos eran trigo, centeno y maíz; en los huertos, coles del país; en los prados, hierba, y en los montes de primera calidad, tojo. El valor del ferrado de trigo era de 6 reales; el de maíz, 4, y el de centeno, 3; el de un carnero, 12; una libra de cera, 4 y medio; el carro de tojo, 2; el de carballeira, 2; el carro de leña de roble, 6; una gallina, 2, y la libra de manteca, un cuarto y medio de real. En cuanto al ganado, había bueyes y vacas, novillos y novillas, terneros y terneras, yeguas, muletas y muletos, potras y potros, cerdos grandes y pequeños, ovejas, carneros, corderos, corderas, cabras, castrones y cabritos. También había 7 colmenas, cuyo producto en cera, miel y enjambre era de 4 reales por colmena al año. Funcionaban en la parroquia dos molinos harineros. Uno de ellos era de cubo y molía con una rueda la tercera parte del año; estaba situado en el sitio Da Eiroa y se le regulaba su producto anual en 66 reales al año. El otro estaba en el sitio Da Cheda, en el río de ese nombre; tenía dos ruedas y molía todo el año, regulándose su producto en 300 reales. Entre los tributos eclesiásticos de la época estaba el diezmo, que se pagaba al párroco por los frutos que se cogían en el término, además del de corderos y cabritos y también de lo que producían las tierras del iglesario y de cinco casares al sitio Do Curro y de Queo de Abajo que elegía el párroco por diezmero. Los restantes diezmos los percibía Micaela da Silva y Pazos, viuda y vecina de la villa de Vigo. La primicia la percibía el párroco de cada vecino casado y consistía en 2 ferrados de trigo; la misma la percibía también doña Micaela en la cantidad de 1 ferrado y medio de trigo. La oblata la percibía el párroco de las mismas personas y en las mismas cantidades y especies que la primicia. El voto lo percibía el arcediano de Nendos de cada vecino casado y de cada dos si viviesen en una misma casa. Consistía en un ferrado de trigo. Por el concepto de vasallaje se le pagaba a Miguel José María de la Bárcena, por cada vecino un real, «y aunque haiga dos o más casados en una casa, sólo lo hacen de la manera que si fuera uno». Los pobres no pagaban este tributo. El valor del mismo ascendía a 60 reales al año. También se pagaba a dicho señor la lutuosa, por la que se entendía una alhaja menor que tuviera cuatro pies y quedase por muerte de algún vecino de caudal; se regulaba su valor cada año en 20 reales. Por lo que respecta a los tributos reales, por el servicio ordinario y extraordinario se ignoraba la cuantía, por cuanto estaba unida a las rentas provinciales. Población La parroquia de Santa María de Bértoa tenía 72 vecinos, incluido el párroco. Entre los seglares había un tabernero, que tenía al año un beneficio en 200 reales; 1 sastre, con dos aprendices (el sastre ganaba dos reales diarios y cada aprendiz, uno); 2 zapateros, padre e hijo, ganando el padre 3 reales al día y el hijo, 2; 1 arrendador de los frutos de doña Micaela, al que se le regulaban 200 reales de ganancia al año; 1 arrendatario de los efectos del voto, con una utilidad anual de 300 reales. No había jornaleros fijos, pero cuando algún labrador trabajaba como tal, ganaba 2 reales al día. Había un pobre de solemnidad que no se incluyó en el número de vecinos. El resto del vecindario estaba constituido mayoritariamente por labradores y por algunas pocas viudas y solteras. De las 67 casas de la parroquia, 6 de ellas estaban arruinadas por falta de colono e imposibilidad de sus dueños y su mala situación, sin que por su fondo o establecimiento del suelo pagaran cosa alguna.