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Los capos europeos de la PAC se hacen de oro

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS AGRO

A la izquierda el primer ministro húngaro, Viktor Orban. En el otro extremo, su homólogo checo, Andrej Babis
A la izquierda el primer ministro húngaro, Viktor Orban. En el otro extremo, su homólogo checo, Andrej Babis Jakub Kotian / TASR / dpa

El vínculo entre las ayudas agrícolas y los bolsillos de los oligarcas del centro y este de Europa es muy estrecho

11 dic 2019 . Actualizado a las 10:52 h.

Imaginen al presidente de su país bloqueando los presupuestos europeos porque le recortan las partidas de la PAC, de las que se benefician sus negocios. Pues ese es el escenario que se podría producir en Bruselas en los próximos meses. El protagonista es Andrej Babis y es el primer ministro de la República Checa.

También es el segundo hombre más rico del país. Tiene en propiedad dos medios de comunicación y el gigante agrícola Agrofert. A pesar del cargo político que ostenta, el magnate sigue manejando el grupo comercial entre las sombras para engordar su fortuna a cargo de los contribuyentes europeos. La firma recibió el año pasado subsidios de hasta 82 millones de euros de la hucha de la UE. Su país se agenció en las últimas negociaciones presupuestarias (2014-2020) 8.300 millones de euros que se acabaron concentrando en el 17,6 % de sus sociedades agrícolas con una extensión de más de 100 hectáreas, algo inusual en Europa.

Conflicto de intereses

Las maniobras del liberal para desviar dinero público hacia sus negocios han encendido las alarmas en la UE. La última auditoría filtrada de Bruselas confirma que Babis incurrió persistentemente en conflicto de intereses desde febrero del 2017. Las autoridades europeas quieren obligar a los checos a devolver 17.6 millones de euros. Una suma por la que no responderá su primer ministo, a pesar de que Bruselas reconoce las «serias deficiencias en el funcionamiento y la gestión de los sistemas de control» de las ayudas.

«Esto representa un riesgo claro para el presupuesto de la UE. Se cuestiona el rol de Babis en la toma de decisiones porque puede beneficiarle personalmente. Debe dimitir o renunciar completamente al control de sus empresas», deslizó esta semana el líder de los Verdes, Philippe Lamberts. A pesar de la presión pública, los líderes europeos no han movido un dedo para reprobar a su colega. Una negligencia que llevó al senador checo Lukas Wagenknecht a denunciar al conjunto del Consejo.

Mecánica mafiosa

El vínculo entre las ayudas agrícolas y los bolsillos de oligarcas del centro y este de Europa es muy estrecho. Algunos expertos apuntan a la existencia de redes mafiosas que se dedican a explotar estos fondos. El reparto caciquil de las ayudas agrícolas es la norma en Bulgaria donde, según la Academia de Ciencias búlgara, el 75 % de las ayudas se concentran en las manos de 100 firmas. También en Hungría. El New York Times llegó a comparar el mecanismo magiar de desembolso con un «sistema de feudalismo moderno». El primer ministro, Viktor Orban, es quien mantiene las riendas de la PAC. No solo a la hora de gestionar los fondos, también a la hora de vender tierras públicas elegibles para las ayudas a precio de saldo a amigos, promotores y defensores de su partido, el Fidesz. Empezó con estas prácticas en la década del 2000 cuando aprovechó su salida del gobierno para vender la «Sucia Docena», un conglomerado de 12 explotaciones propiedad del Estado, a gente cercana. Desde entonces ha ido apuntalando una compleja y sofisticada red de influencias para permanecer en el poder a base de favores. Quienes se oponen, sufren un hostigamiento continuo. Se les deniegan subvenciones, se les somete a inspecciones inusuales o a auditorías sorpresa. En el 2015 el líder húngaro pisó el acelerador y comenzó a amañar subastas de tierras. Nadie protesta porque los pequeños campesinos dependen de las ayudas que, a la postre, reparte el Gobierno magiar. La Eurocámara ya advirtió en el 2015 de la existencia de «acuerdos dudosos» en torno a la gestión de ciertas tierras y explotaciones como las de los empresarios afines Meszaros y Csanyi, quienes recibieron el año pasado 25,3 millones de euros por tener explotaciones en propiedad. Eslovaquia no se libra de la lacra. Según recoge el NYT, la fiscalía tiene conocimiento de la existencia de una «mafia agrícola» que extorsiona y agrede a pequeños campesinos para quedarse con las tierras aptas para recibir subsidios de la UE.