«Kiskali ha demostrado la mediana de supervivencia más larga jamás reportada en cáncer de mama avanzado RH+/HER2-)», confirman desde Novartis, la compañía que comercializa el tratamiento, que no es una quimioterapia, sino que se trata de una terapia dirigida que permite un enfoque personalizado, ya que actúa sobre vías de señalización específicas del tumor. También presenta otra ventaja no menos importante: sus efectos secundarios son mucho menores que una quimioterapia convencional. «A los pacientes no se les cae el pelo ni vomitan y sus defensas no bajan de forma tan importante ni con tantas repercusiones como cuando reciben quimioterapia», apunta Silvia Antolín.
En otro estudio también presentado en ASCO se demostró que ribociclib puede administrarse conjuntamente con el tratamiento hormonal, manteniendo la eficacia, cuando han fracasado otros inhibidores de la ciclina. En otro trabajo se ha demostrado, además, que es posible administrar este fármaco en dosis más reducidas a las pautadas inicialmente, con el objetivo de minimizar la toxicidad, sin que el beneficio de supervivencia global para el paciente se vea mermado. «Esto es muy positivo, porque en la mayoría de los casos con los inhibidores de la ciclina hay que hacer alguna reducción de la dosis», apunta Antolín.