Patricia Pardo, de «El programa de Ana Rosa»: «Los gallegos no somos tontos, somos muy inteligentes»

Mónica Pérez
Mónica Pérez REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Mediaset

La presentadora protagonizó un momento viral con Ana Rosa Quintana tras una noticia de una estafadora que ponía  acento gallego

03 mar 2021 . Actualizado a las 13:13 h.

La periodista gallega Patricia Pardo protagonizó hace unos días una anécdota que se hizo viral junto a su jefa, Ana Rosa Quintana. La santiaguesa asegura que no fueron conscientes de que podría llegar a viralizarse cómo ocurrió y quiere dejar muy claro que Quintana se rio con su reacción, pero nunca del acento gallego ni de los gallegos.

—¿Cómo vivió el episodio que se hizo viral sobre el gallego con Ana Rosa Quintana?

—Fue una anécdota y nada más que eso. Te juro que jamás en la vida pensé que se fuera a liar el revuelo que surgió a raíz de aquello. Lo intentamos arreglar al día siguiente pero tampoco sin mucho detalle porque no consideramos que fuese necesario. Ni siquiera fue un pique, ni yo le eché en cara nada a ella (Ana Rosa Quintana), ni nada de eso. Veníamos de una última hora de unas hermanas estafadoras de Talavera que una de ellas se dedicaba a usar el acento gallego, decía que venía de Galicia, que tenía vacas, que ella solo sabía trabajar con vacas y que no sabía moverse por Madrid. Y utilizaba el acento gallego como muy exagerado intentando demostrar más candidez o más ingenuidad.

—Y se enfadó.

—A mí me enfadó el hecho de que se utilice el acento gallego como para hacer parecer a la gente más ingenua, más cándida o más tonta. Ana Rosa se rio porque yo soy una mujer con mucho carácter y ella siempre me dice: «Es que eres de mecha corta, eres como un torito te ponen el pañuelito rojo y allá vas tú». Ella se estaba riendo de mí, de mi cabreo, pero en ningún momento del acento gallego, te lo puedo asegurar. Es que a Ana Rosa le encanta el gallego, Galicia, tiene muchísimos amigos gallegos, ha ido muchas veces con gente de la cadena... Siempre habla del camino de Santiago, le encanta las Rías Baixas,... En plató no lo vivimos como un enfrentamiento. Nos sorprendió la repercusión que tuvo un momento tan absurdo. Pasa muchas veces Ana se ríe mucho de mí, se mete conmigo y me dice que tengo que calmarme: «No te lo puedes tomar todo tan a pecho». Si hay una cosa que me enfada, me enfado muchísimo, soy muy vehemente, me cuesta mucho callarme. Pero en plato te lo puedo asegurar que no lo percibimos así ni fue su intención.

Ana Rosa siempre me dice: «Es que eres de mecha corta, eres como un torito te ponen el pañuelito rojo y allá vas tú»

—No hubo entonces pique alguno entre Ana Rosa Quintana y usted.

—No, yo no recuerdo lo que dije pero seguro que yo cuando estaban dando la última ahora y con los micrófonos apagados yo estaba como loca diciendo «pero ¿que se han creído, que somos tontos?». Ella ya estaría diciéndome: «Patri por favor, ¿otra vez te vas a enfadar, vas a estar toda la sección cabreada con el mundo. Es que a mí me molestan mucho las injusticias, hay gente que igual es más mesurada, pero a mí me pasa lo contrario, soy muy vehemente y tengo esos arranques. Y menos con Galicia. Ana siempre habla de ciertos sitios porque tiene más apego, más cariño... Ella siempre habla de Sevilla porque su marido es sevillano y quiere mucho Andalucía porque veranea allí, pero es que me consta que le gusta mucho Galicia. Lugares que conoce, tradiciones muy nuestras, ha viajado mucho a Galicia con mucha gente y conoce lugares específicos que solo puede conocer una persona porque le gusta.

—Le enfadó ese «aldraxe» a los gallegos.

—Me sentó fatal la noticia, cuando utilizan un acento para burlarse o para aportar una connotación ingenua, cándida, no me gusta nada que nos tomen por tontos, no lo somos. Somos gente muy inteligente, faltaría más. Me enfadé de verdad, por la noticia en sí, por la utilización del acento gallego para dejarnos quedar por tontos de cara a los ancianos: Una gallega que no tiene ni idea de moverse en ciudad como si fuese tercermundista, como si no estuviésemos a la altura de una ciudad como Madrid.

—Con las restricciones hará tiempo que no viene a Galicia, tendrá los sentimientos a flor de piel.

—Eso seguro, date cuenta de que yo no voy a Galicia desde junio. Celebré San Juan, que es mi fiesta favorita del año. No veo a mi familia desde junio, entonces es verdad que tengo la morriña muy a flor de piel. A lo mejor me salió más la vena gallega porque teño a morriña a flor de pel.

—¿Cómo ha vivido este año de pandemia a nivel personal y profesional?

—En protocolo tenemos un protocolo muy estricto y en nuestra productora en Unicornio fuimos pioneros podríamos decirlo. La primera persona que se fue de retén a casa de todo el programa fui yo. Antes del confinamiento de los niños en Madrid y del estado de alarma, en previsión de lo que pudiese suceder. Se hizo como un equipo paralelo por si caía alguien del equipo para poder trabajar. Me tocó hacer retén y estuve casi tres meses sin salir de casa. Y yo lo cumplí a rajatabla porque entendí que si me estaban encomendando no contagiarme o cuidarme al máximo o estar bien para sustituir a Ana, lo tenía que hacer. Y lo hice. No hacía ni la compra, ni salía a pasear: estaba todo el día en casa. Al principio se me hizo muy duro y luego ya empecé a entrar por videollamada, ya tenía un papel modesto y entraba a diario. Esos primeros meses fueron horribles. Luego sí que es verdad que la actualidad está marcada por la pandemia pero estamos recuperando desde hace meses más sucesos más noticias de otro tipo... Para ampliar un poco el abanico, para que no solo sea hablar de coronavirus. Sí que es verdad que en lo profesional lo ha marcado todo. Tenemos unas medidas y unos protocolos muy estricto: tenemos que estar todo el rato con la mascarilla, nos toman la temperatura,... Los reporteros no pueden entrar en Mediaset, se hacen turnos... en mi caso yo no puedo entrar en la redacción desde las siete de la mañana. Entro a las cinco y puedo estar en el ordenador dos horas y a partir de ese momento puedo estar o en el camerino o en el plató. Las dinámicas de trabajo han cambiado muchísimo.