«Sigue el mismo patrón que en la gripe de 1918 y la letal segunda ola»
Álvaro Gómez Vieites, profesor asociado de IESIDE y consultor asociado de Inprosec, apunta que «los modelos clásicos se asientan en el brote en una ciudad, pero ahora está muy diseminado y la propagación de asintomáticos es elevada». «No se sabe el efecto de las medidas. Si frenas las fiestas, pero el transporte, comercios e interiores siguen llenos, el virus se propagará. Por eso en Wuhan se optó por un confinamiento domiciliario. Es lo único que frena la transmisión», plantea.
«Aunque los casos no sean tan graves, el peligro del colapso hospitalario es que puedes acabar muriéndote de cualquier cosa por desatención. La gente se ha relajado en verano. De todos los modelos que podamos consultar, el más claro es el de la gripe de 1918. Se sigue el mismo patrón. Hubo relajación de medidas en verano y en noviembre, al protegerse del frío en interiores la ola fue cinco veces más letal. Creo que deberíamos prepararnos para un largo confinamiento. Es una boca de lobo que da miedo», concluye