En pie de guerra por las artes de pesca

Á. M. Castiñeira REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

El «pleito pendiente» entre los marineros de las embarcaciones del xeito y los de las traineras, a causa de la forma de capturar la sardina, estalla en las Rías Baixas

27 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Una carta que en 1897 firmaban varios patrones del xeito aventuraba el estallido de un conflicto. El cerco, decían, «barre los fondos, destruye la vegetación submarina, que es el alimento de la sardina, y mata la cría» de una especie sobre la que se asentaba «la primera industria de Galicia».

El enfrentamiento entre quienes empleaban una y otra arte de pesca era un «pleito pendiente» que en el verano de 1901 estalló. Fue justo un año después del «salvaje suceso ocurrido en Cangas y en el cual fueron víctimas propiciatorias de odios de clase cuatro infelices vecinos de Bouzas y uno de aquella ciudad [...]. Después de haber acometido a los cinco hombres indefensos, el populacho de Cangas destrozó una trainera [...]. Hombres, mujeres y niños recorrieron las calles enarbolando los restos de la embarcación y cantando coplas alusivas». 

«Colisión» en la ría de Vigo

Con los ánimos tan caldeados, se hacía patente que «cada vez surgirán en mayor escala sucesos tan tristes». Y así fue. Un mes después, en aguas de la ría de Vigo ocurrió «una colisión entre jeiteros y traineros. Los primeros agredieron a los segundos y emprendieron luego la huida».

El Gobierno intentó zanjar «la cuestión de la pesca» mediante un decreto. «Se consideran legales los dos sistemas de pesca. Se imponen algunas limitaciones a las traíñas», decía el texto.

No fue más que un parche. A finales del verano de 1901, en las Rías Baixas prendió la mecha. En Corrubedo y Ribeira «se promovió el alboroto al ver [...] que varias embarcaciones del arte de la traíña atracaban a los muelles completamente cargadas de sardina para las fábricas de salazón». Quienes esperaban en los muelles, «exaltados, armáronse con piedras que arrojaron contra las embarcaciones. La pedrea fue nutridísima». En pocos días, el incendio se extendió a Marín, Pontevedra, Vilagarcía, A Pobra, Vilanova.... A la zona se trasladó un periodista de La Voz, Alejandro Barreiro, que contaba que los xeiteiros tenían «propósitos firmes de impedir a toda costa que se introduzcan en los puertos de las Rías Bajas remesas de sardina pescadas con arte que no sea el del jeito».

En Vilaxoán, tras una refriega entre la Guardia Civil y los pescadores en la que hubo tres heridos, circuló la noticia de que una fábrica de salazón «hizo un importantísimo pedido de sardina, adquiriéndola de las traineras», lo que provocó que se reuniese un «numeroso y poco tranquilizador grupo, dispuesto a impedir el desembarco». En respuesta, salió «para Villanueva el destroyer Audaz. Conduce fuerzas de la Guardia Civil para impedir que se altere el orden». 

Las claves del conflicto

Barreiro daba las claves del conflicto. «Los pescadores del jeito se indignaron contra los fomentadores -es decir, los propietarios de las conserveras- porque estos, aspirando a salar mayor cantidad de sardina y adquirirla en precio más barato que ordinariamente, optaron por comprarla a los traineros de Vigo, Cangas y otros pueblos [...], encontrando en ello las ventajas que buscan, esto es, gran economía en el precio y mucho mayor abundancia».

Además, en solo un año, los fomentadores, que «alentaban vigorosamente a los jeiteros en su campaña de protesta contra el cerco o copo, lo han meditado mejor [...]. Los jeiteros de ayer son hoy traineros acérrimos, desistiendo de sus afirmaciones, según las cuales [...] el cerco destruye la especie [...]. Tal evolución es [...] la que pone fuera de sí a los pescadores del jeito, que ven sus viejas artes pospuestas a las modernísimas que conducen las traineras».

Cuando se estaba preparando una marcha para protestar contra las traineras en su misma base principal, escribía Barreiro que, hablando con dos chiquillos en Vilagarcía, uno de ellos le había dicho: «Un destes días iremos a Vigo [...]. Mataremos ou morreremos. ¡Sabe Dios!». Al día siguiente el reportero se acercó a Vilaxoán. «Hiciéronme el relato de los sucesos últimos y me mostraron, a la vez, escritos por las balas en las paredes de las casas, en las barandas del muelle y en los cristales de las ventanas, los resultados de la desigual contienda», relataba.

El ministro de Marina decidió hacer una tournée de diez días por las Rías Baixas para estudiar el caso. En solo una semana publicó la Gaceta (entonces boletín oficial) la solución que halló: mar adentro faenarían las traineras, y en el interior de las rías, las embarcaciones del xeito. Vigo la acogió como una agresión. «Témese que ocurran nuevos sucesos desagradables en esta ciudad y en la ría».

Así las cosas, «el conflicto continúa en pie». Y en unas semanas aparecería otro leño que echar al fuego. Los traineros denunciaban el empleo de otra arte ilegal por parte de los xeiteiros. El titular de la noticia era: «La dinamita en la pesca».