«No hay ciencia sin conciencia»

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Médico y filósofo, Echarte busca explicación neurológica a la ética

04 oct 2012 . Actualizado a las 14:30 h.

Luis Echarte es médico y filósofo, conocedor por tanto del cuerpo y del alma, e investigador del proyecto «Biología y subjetividad» del Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra. Con esa formación, no le quedaba otra que dedicarse -este verano está investigando en Oxford- a la bioética desde el punto de vista de la neurociencia. ¿Una contradicción? Lo contará el 20 de septiembre en A Coruña, cuando se inaugure un curso de la UIMP precisamente sobre Los retos de la neurociencia.

-Unir en la misma investigación funcionamiento neuronal y subjetividad, ¿es posible?

-Esa es la gran pregunta de nuestro proyecto, y es de lo que trataremos en el curso de la UIMP.

-¿Una pista?

-No hay conocimiento subjetivo sin experiencia y no hay ciencia sin conciencia.

-¿Cómo se puede llegar a esa conclusión desde un punto de vista neurológico?

-Eso es lo que quieren saber nuestros jefes [risas]. A ver, el primer objetivo es formular adecuadamente las preguntas, categorizar los problemas.

-¿Ciencia pura?

-Decía Aldous Huxley que buena parte de nuestra sociedad está eliminando la ciencia pura, en el sentido que es la búsqueda de la verdad, más allá de que sea útil o no.

-Habla de Huxley. En «Un mundo feliz» la gente no siente, está adormecida por el soma, un fármaco del bienestar. ¿Nos pasa eso un poco a nosotros?

-Quiero pensar en positivo, que todavía no es así. Los fármacos que nos ofrece la neurociencia son fabulosos, y muy necesarios, pero está claro que no podemos pasar por la vida sin sufrir, porque eso supone neutralizar los sentimientos, lo que se llama neurofarmacosicología cosmética.

-¿Es bueno sufrir?

-A todos nos disgusta sufrir, el sufrimiento es malo, pero si lo aceptamos es porque esperamos un bien mayor. El peligro de huir del sufrimiento a toda costa es que nos arriesgamos a alejarnos del mundo real. Adormecer los sentidos también nos limita la capacidad de disfrutar: un «no me siento tan triste, pero la vida es algo insípido».

-¿Qué dice un especialista en neuroética, por ejemplo, sobre el dopaje de los estudiantes o en los juegos olímpicos?

-Eso genera un problema de autenticidad, que es muy frecuente en nuestra sociedad: ¿he ganado yo o lo que me he metido en el cuerpo?

-¿Es ahora más necesaria que nunca la ética en la ciencia?

-La ética es muy antigua, pero ahora lo nuevo en ciencia es muchísimo, cambia a la sociedad y es casi imposible predecir lo que ocurrirá. Tener cautela es fundamental para que la ciencia no cause grandes males.

-Es frecuente tener visiones catastrofistas del futuro, solo hay que pensar en «1984» o en las películas futuristas, pero parece que al final se impone el sentido común.

-Soy positivo porque el pesimismo lleva a la parálisis, pero no estoy seguro de si los gobernantes están capacitados para manejar armas químicas. Por eso me gusta saber que hay observadores, vigilantes. Nosotros somos agoreros, lo sabemos y lo aceptamos, porque también sabemos que no viene mal.