Ferran Adrià y Arguiñano, dos fenómenos de la comunicación

Alejandro Posilio

SOCIEDAD

Sus presentaciones fueron las más seguidas ayer en Madrid Fusión, donde la Coca-Cola se convirtió en un plato selecto

23 ene 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Las dos caras más populares de la gastronomía española, Ferran Adrià y Karlos Arguiñano, rebosaron ayer pasión y calor Madrid Fusión. Sus respectivas intervenciones llenaron hasta la bandera el auditorio de los recintos feriales madrileños. Mientras el maestro catalán creó expectación y asombro en su exposición sobre la simbiosis del mundo dulce y del salado, el televisivo cocinero vasco aunó el aplauso más vivo en el homenaje que recibieron los telecocineros más famosos del mundo.

El máximo representante de la cocina de vanguardia en el orbe clamó por la libertad como principio básico de la cocina: «Que cada uno haga lo que quiera en la cocina». Seguido atentamente por todos los presentes, incluidos Juan Mari Arzak, Pedro Subijana y Karlos Arguiñano, explicó que la cocina está para divertirse y para disfrutarla como un placer y, en la medida en que los restaurantes son negocios privados, «cada uno hace lo que le apetece». Eso sí, siempre «sin polémicas», ya que «bastantes problemas hay en la vida como para que la cocina sea uno más».

Algo menos profundo, pero igualmente convincente, se mostró el ya conocido como rico rico, que coincidió con su colega de fogones en que las personas que cocinan son más libres, comen mejor, pagan menos y disfrutan más. Arguiñano, que fue homenajeado por su labor divulgativa de la cocina, admitió que hace platos domésticos para la gente que cocina y para aquellos que tienen que empezar a hacerlo. A pesar de ello, admitió que nuevas técnicas y productos, incluso los empleados por «el gurú de la nueva cocina», su colega Adrià, pueden llegar algún día a los hogares.

«Alguien tuvo que inventar la elaboración del queso Roquefort, el yogur o el uso de la tinta de calamar, y gracias a estos inventos y a personas como Ferran se consigue que la cocina sea mucho más variada y que tenga otras texturas y otros sabores», resaltó el maestro vasco.

Un pastel

Si estos dos fenómenos de la comunicación diseñaron la imagen y el sonido de la segunda jornada de la Cumbre Internacional de la Gastronomía, la Coca-Cola y la denominada casquería de pescado sembraron de novedad y asombro el resto de actuaciones. La bebida refrescante más universal ya no solo sirve para calmar la sed, sino que ahora se ha convertido en un plato comestible gracias a un derivado del papel. El jefe de cocina de La Terraza del Casino de Madrid, Paco Roncero, extrae el líquido de la famosa botella para transformarla en una especie de papel comestible. También apuesta por congelarla y después disolverla con grasa de foie, para demostrar que este líquido espumoso «no es solo una bebida, sino un producto con el que también se puede cocinar», incluso como postre.

¿Y qué haría usted con el corazón de bonito, el hígado de salmonete y la sangre de trucha asalmonada? Pues no los tire a la basura, porque los puede convertir en bocados exquisitos y transgresores. Eso es lo que demostró el asturiano Marcos Morán. Con la conocida como trash-cooking, aprovecha todo aquello que habitualmente se desecha en la cocina. Algo parecido a lo que se hizo hace años con los callos o las cabezas de las gambas.