Operación bikini

BEATRIZ MANJÓN

SOCIEDAD

Sola en la ciudad jdsj |

18 jul 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

Bienvenidos a los meses del pareo, que es esa prenda que abarrota playas, piscinas y chiringuitos, de estampado y dimensión variable, tan variable como variada haya sido la dieta en los meses de hibernación. Hay quien lo lleva a la altura de la axila, como Julián Muñoz los pantalones (cuando los lleva), provocando cierta confusión sobre si será niño o niña; hay quien se lo anuda a la cintura para no desvelar el itinerario de su guía michelín, y hay quien lo deja resbalar hasta las caderas, pensando que tiene de guardaespaldas a Kevin Costner y que no es de recibo que su trasero baile, con o sin lobos. Y todo, incluso después de darse a eso del plan especial K, que ha dejado a muchas con cara de fruta, más que roja, morada, y con un humor que cruje como el cereal. Para poder entrar en el mini bikini que regalan con su revista femenina favorita, ella se ha comprado un par de anticelulíticos, que con dos te regalan un bolso de playa la mar de mono, y unos parches para las estrías y otros para bajar barriga. Se hace cien abdominales desde la cama tratando de alcanzar una y otra vez el mando a distancia para no perderse a la Esteban y dobla las cajas que le llegan del supermercado a golpe de sentadilla. Cuando le entra el hambre se da a las galletas sin sal, sin colesterol y sin sabor que estaban de oferta y se consuela pensando que en agosto será la reina de la urbanización playera y se ligará al socorrista de rizos a lo Bisbal que luce chocolatina y unos pectorales que ya los quisieran algunas. Enganchadas y enganchados a la báscula, que cada vez hay más hombres en esto de vivir el verano light , los gallegos hemos empezado la operación bikini tarde, como siempre, porque entre tanto churrasco, marisco, empanada y filloa a ver quien es el osado que se atreve a pedir una ensalada, o sea, dos hojas de lechuga descomunales sin aliñar, con cuatro aceitunas y un tomate, aunque con un poco de suerte el atún te cante la rianxeira y del huevo salga Calimero pidiendo guerra. A los que se les haya ido la mano en las calorías siempre les quedará meter tripa como la Obregón y hacerse un posado en cada fiesta gastronómica, para mantener, al menos, la línea de la sonrisa.