¿Puedo invitarte a una copa?

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO

SOCIEDAD

Dos redactores inician desde hoy el chequeo a las más afamadas zonas de ligue de toda Galicia. Conseguir pareja en Santiago no es misión imposible

25 jul 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

Una acepta -haciéndose la remolona, por supuesto- sustituir un mes en la redacción por otro recorriéndose la geografía gallega. ¿Objetivo?: ligar (hay que hacer ingentes esfuerzos por la empresa). Para comenzar elijo Santiago: Día del Apóstol, recientemente aprobado el Estatuto de Capitalidade (que no influye mucho a la hora de que te inviten a copas pero puede dar un par de frases en medio de vahos etílicos) y, sobre todo, conozco la zona. Como no hay presa más apetecible que dos chicas solas, le digo a Lucía que me acompañe. La primera opción eran los pubs de la zona vieja, pero hay demasiado treinteañero y no son coto de caza. Así que acabamos en la Rúa da Raíña, en la barra de un bar pequeñito, haciendo confesiones de viejas amigas. Por suerte, se acercan dos chicos: ¿Os podemos invitar a una copa? (segunda frase tras esa de ¿puedo presentarte a un amigo? en la que piensas ¡por favor, que no se parezca a Quique San Francisco!). Tras los saludos formales: Marcos y José Antonio, de un pueblo costero, un par de años más jóvenes que nosotras y con trabajo en el sector hostelero. Rechazamos la invitación -nada de gorronear en los cinco primeros minutos-. Me toca el más inocente, sincero y con cara de no haber roto un plato en su vida (todavía lleva aparato y una hora más tarde nos enteraríamos -con gran emoción- de que fue monaguillo). Cuando le digo que soy periodista casi no se lo cree. A partir de hoy será un dato que omita. Todos acaban opinando de un trabajo que identifican con la realista serie de Telecinco. Salimos de A Raíña y vamos a otro local. Ahora sí aceptamos toooodos -demasiados- los cubatas que pagan. Lo malo de ligar por la noche con chicos majos que no te interesan es que no es cuestión de darles esquinazo. Mal comenzamos el mes, Santiago lleno de turistas morenos de ojos verdes y mi ligue insiste en quedar para tomar un café al día siguiente y se pone colorado si le pido cotilleos de los políticos que comen en el restaurante en el que trabaja. Como buenos chicos nos acompañan a casa: ¡ya nos veremos...! Conclusiones de la primera noche: era más interesante la conversación de mi amiga, me perdí a un morenillo que no nos quitaba ojo de encima y me dolerá el estómago dos días. Eso sí, un diamante sin pulir pulula por Santiago con su sonrisa de fábula (eso decía Laura Pausini). Ahora, me espera Sanxenxo.