Denunciemos

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO

26 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Solo hay que hojear los libros de historia de España para darse cuenta de que este es un gran país. Pero si en vez de echar mano de los libros se cogen los periódicos, así, en general, parece que esas grandezas del pasado se han convertido en miserias del presente. La picaresca secular por un lado y ese nuevo virus llamado cuñadismo se han extendido de Ribadeo a Cádiz, pasando por Gandía.

Y así, uno empieza a ver las webs y se encuentra con que cualquier ignorante suelta lo que le da la gana y se queda feliz mandando un whatsapp en el que descubre él solito, que acabó la ESO o el Bachillerato, el origen del covid-19. Y en los periódicos de papel, donde las informaciones se filtran, se tratan y se presentan contextualizadas y legibles para el ciudadano, resulta inevitable encontrar noticias reales que hablan de denuncias. Y aquí no va a quedar nadie sin pasar delante del juez. Sánchez el primero, su Gobierno después, que Feijoo vaya poniendo sus barbas a remojo, los alcaldes que se atrincheren… Aquí cualquier panoli hace uso de su derecho -no seré yo quien se lo quite- y denuncia que los sanitarios no tenían material el primer día (gran descubrimiento), que el alcalde no entregó las mascarillas dentro del sobre como hacía con la papeleta en campaña electoral, que los profesores están estresados o cualquier cosa que se le ocurra al gran sindicato corporativista (léase CSIF, por ejemplo). Y si no puedo denunciar, por lo menos hago una manifestación en plan viva España.

Eso sí, de aumentar la productividad, de la posibilidad de recortar las vacaciones de funcionarios y de quienes llevan semanas sin poder trabajar y con su empresa al borde del abismo, ni una palabra.