Una de las últimas decisiones importantes que debió de tomar Néstor Kirchner antes de fallecer en el otoño de 2010 fue la de mantener a Maradona como seleccionador para Sudáfrica. Le habían operado de la carótida, fue sometido a una angioplastia. Y entonces el líder peronista apostó por Maradona. Los Kirchner vivían el clímax del su esplendor populista, Cristina acababa de ascender a los altares del poder. Y pese al quilombo de la fase de clasificación a las órdenes de un Diego desencadenado, el 10 era innegociable para el pueblo. Ya en Sudáfrica, Maradona desató su látigo contra Messi. No llegó a atreverse a primar a Tévez sobre Leo ?y es que Tévez era también «el delantero del pueblo»? pero sí dedicó muchas perlas al astro blaugrana. La mejor la pronunció cuando le preguntaron cuál sería la base de su equipo. «Mascherano y diez más», sentenció. Tuvo tanta fortuna ese desprecio elíptico hacia Messi que años más tarde Maradona la repetiría cuando Argentina perdió contra Alemania la final de Brasil 2014.
Ayer, con alguien tan exquisito como Sampaoli en el banquillo, fente a IslandiaArgentina volvió a ser ?y más que nunca? Mascherano y diez más. Todos los balones pasaban por el Jefecito como jurásico conducator. Hasta ya entrada la segunda parte, Sampaoli no dio paso a Banega. Con él, la visible mejora no alcanzó, entre otras cosas porque mientras Messi se dirigía afligido a tirar su penalcito en su mente rugía el eco dubitativo de la Argentina profunda, la que sigue achacándole que no vuelva con el Mundial de la mano de Dios o de Evita.
Maradona, en un palco, apuraba su puro y simulaba entristecerse mientras preparaba sus dardos en la beligerante Tele Sur. Ya no tenía importancia que para los policías rusos pasase por un indocumentado sin acceso al partido de inauguración. Al fin y al cabo, él siempre ha sido un outsider. Eso sí, reciente compañero de viaje de Putin, quien ya le ha buscado colocación multimillonaria con su cuñado bielorruso en el Dinamo de Brest. Donde Mascherano siempre tendrá plaza como Beckenbauer vitalicio del Río de la Plata.